—Lo único que digo —insistió mientras los demás se burlaban a carcajadas— es que ella necesita alguien que le dé una lección.
Tuve que contenerme de sacar el arma y vaciarle el cargador en la cabeza. Quise decir algo, pero mantuve la boca cerrada, sabiendo que Cherry odiaba que la defendiera frente a los inútiles.
Aun así, eso no impidió que mi sonrisa se tornada ácida cuando voltearon hacia mí sobre la mesa de póker. Supe lo que dirían antes de que lo hicieran.
—Sabes, cuando la tengas abajo y...
—No sé qué le dirás, pero será complicado —interrumpió una voz aterciopelada que cruzaba la puerta a mis espaldas—; a mí me gusta estar arriba en la cama.
El aire distendido de barrió de la mesa y media docena de hombros se tensaron al verla caminar hacia nosotros como si no hubiera estado oyéndolos hablar de ella a sus espaldas.
¿Qué creían? ¿Que yo no le informaba de cada asquerosa palabra que decían frente a mí? ¿Que estaban a salvo con sus comentarios machistas y estúpidos solo porque jugaba en la mesa con ellos? ¿Que porque era un hombre pensaría las mismas guasadas?
A ella le gustaba que fuera así, porque los abría conmigo y luego los bajaba de la nube cuando ella llegaba y se movía como si fuera mi dueña solo para que vieran que no estaba detrás de ningún hombre, se acostara con quien se acostara.
Empecé a girar la cabeza, pero el tacto de sus dedos de cuero deslizándose por mi cuello me llamó hacia el otro lado. El movimiento fue fugaz, apenas suficiente para que su cabello sedoso y suelto me acariciara la mejilla, suficiente para que los demás vieran cómo jugaba. una gata con sus ratones.
—Tráeme una copa, va.
Una orden, simple y llana.
Deslizó los dedos hacia mi garganta y empujó mi mandíbula hacia arriba para darme un beso. Una descarga de adrenalina me recorrió el cuerpo con ese gesto, que a los ojos de los demás debía parecer dominante y posesivo.
En el fondo, me encantaba su juego.
Me dio un toquecito en el hombro para indicarme y me levantara y lo hice, dejándole la cabecera de la mesa.
—¿Merlot?
—Lo mejor que haya adelante.
—Enseguida.
En lugar del normal coro de burlas que la recibían los demás cuando se comportaban dóciles con las mujeres, se instaló un silencio tenso cuando Cherry se sentó donde estaba yo antes y yo recogí mi vaso para salir de la habitación, hacia el frente del Titanio.
Alcancé a verla levantar las esquinas de mis cartas de la mesa para evaluar mi juego. No sonrió, ni con arrogancia ni satisfacción, ni hizo mueca alguna. Siquiera un tic. Siquiera un algo.
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Solvente de mariposa
Misterio / Suspenso[Esta es una segunda parte, lee la sinopsis at your own risk] Lo único de lo que se habla en la ciudad es del Gran Incendio. Tadeo es la cara del caos, sin importar cuánto lo niegue, y Cherry no está nada contenta con el asunto. Mientras tanto, Wal...