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Rachel se acomodó en el sillón de la sala mientras tomaba un café y encendía el televisor. Todavía seguía en pijama —una pijama totalmente anti sexy que consistía en una blusa de manga corta con estampado de gatitos y un pantalón de lana a juego—, y no se había preocupado en lo absoluto por arreglarse; a pesar de que eran más de las tres de la tarde. Cambió de canal varias veces, no encontró nada interesante y decidió dejarle en una película romántica. Le dio un sorbo a su café y tamborileó sus dedos con impaciencia sobre el reposabrazos del sillón. Revisó su móvil por enésima ocasión con la esperanza de que alguien le hubiera mandado un mensaje, un e-mail, o bien, una llamada perdida; pero no.

Estaba esperanzada creyendo que alguna empresa la llamaría para decirle que la necesitaban, que había una vacante, que le darían un empleo y que la necesitaba al día siguiente; sin embargo, parecía que eso nunca sucedería.

Todo era tan extraño... tan irreal. Ella aun no podía creer que el señor Brandon O'Conner hubiera fallecido o más bien que hubiera sido asesinado. Todos en la empresa quedaron en shock cuando la policía informó que habían encontrado su cuerpo dentro de una bolsa negra y en un contenedor de basura, en uno de los barrios bajos de la ciudad, con varios impactos de bala por lo que la policía había deducido que todo se trataba de un intento de asalto y que al resistirse aquellos agresores le dieron muerte. No hubo más investigación, no interrogaron a ningún empleado, ni revisaron su oficina para buscar alguna pista; simplemente cerraron el caso. Ni siquiera porque les hubiera parecido extraño que su auto se hallaba en el estacionamiento del aeropuerto.

Brandon no tenía socios ni ningún heredero que pudiera hacerse cargo de la empresa, por lo que todos fueron despedidos y liquidados de un día para otro sin siquiera darles tiempo de conseguir otro. 

Rachel pegó el grito en el cielo cuando se lo informaron. Varios de sus compañeros quisieron ampararse, buscaron abogados, hicieron todo lo posible pero fue inútil. Ella no tuvo otra opción que aceptarlo e ir de inmediato a buscar otro trabajo antes de que se acabara el dinero que le habían dado.

Entonces el teléfono sonó, prácticamente corrió hasta él y contestó.
Se llevó una enorme decepción cuando escucho la voz inconfundible de la grabadora que le informaba que debía ir de inmediato al banco y pagar lo que debía de la tarjeta de crédito.
Colgó de inmediato y casi con furia.
Resopló y se dejó caer en el sillón.

—Tranquila —le dijo Scott sentándose a su lado—. Ya te llamaran.
—Eso espero porque si no me volveré loca —dijo la chica con frustración—. Es tan desesperante no hacer nada y solo han pasado dos semanas.

—Amor a veces así pasa —le dijo con ternura mientras acariciaba delicadamente su cabello—. Ya verás que pronto se darán cuenta de lo increíble que eres, quedarán impactados al ver tu increíble currículo y te llamarán.

La chica suspiró, recargó la cabeza en el hombro de su novio y él la rodeó con su brazo y besó su frente. Se quedaron callados unos instantes, hasta que Rachel rompió el silencio.

—Estuvo muy raro lo que le paso al señor O'Conner ¿no crees amor?

Scott se quedó callado unos segundos antes de responder.

—Sí, cariño, muy raro pero bueno yo no entiendo que hacía él en un barrio de mala muerte como ese.
—Lo sé —dijo ella dudosa—. Especialmente porque él era un hombre muy delicado. Tú lo conociste, ni siquiera soportaba que alguien que vistiera con pantalones rotos se le acercara, y pues menos se acercaría a esos lugares. Y lo de su auto fue aún más raro.

Scott asintió. Rachel lo miró y vio que miraba hacia al frente con expresión ausente. Él se percató de ello y parpadeó. Miró a su novia y le sonrió.

REVENGE (+18) ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora