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El aire helado se coló al interior del departamento haciendo que Rachel y Joseph tiritaran de frío mientras terminaban de poner los últimos adornos. Ambos se sentaron en el sillón que estaba frente a la chimenea eléctrica que aparentaba quemar la leña de verdad. Sintieron como sus cuerpos se calentaban poco a poco. Rachel bebía café sosteniendo la taza con ambas manos para mantenerlas calientes. Joseph permanecía distante, su mirada estaba fija en la chimenea pero sus ojos se enfocaban en algo lejano, en aquellos recuerdos que hacían que un sudor frío bajara desde su nuca hasta su espalda. A pesar de tener a Rachel a su lado la sentía lejana, inalcanzable... el sentimiento de que él no era merecedor de ella lo estaba atormentando.

Ella era ajena a todo aquello en lo que él pensaba. Se acurrucó en Joseph quien extendió su brazo rodeándola. La amaba tanto. ¿Qué haría cuando ella supiera aquel secreto? ¿Dejaría que le explicara? ¿Lo perdonaría o todo se acabaría en ese momento?

—¿En que piensas? —preguntó ella de pronto, mientras dejaba tu taza vacía sobre la mesa de centro.

Joseph se sobresaltó al oír su voz y más aún al oír su pregunta, no sabía que decirle no quería mentirle pero tampoco podía decirle la verdad.

—En nosotros. —Aquello no había sido una mentira exactamente... solo una verdad a medias.
—Exactamente ¿en qué?

Y de nuevo no supo que decir, quería contarle qué era lo que le preocupaba, tenía miedo de que ella lo dejara, que se alejara de él, que desapareciera de su vida, pero sabía que aquello era inevitable, iba a suceder, sólo era cuestión de tiempo antes de que o bien ella descubría la verdad o Scott lo haría; y en ese preciso momento fue que se acordó qué él lo sabía.

«Maldita sea, Scott. ¿Por qué no te maté a ti.»

Estaba seguro de que en cualquier momento él abriría la boca.
Tragó saliva al pensar en como reaccionaria Rachel ante tal revelación. Permaneció callado clavando su mirada en ella.

La tomó del menton y la miró a los ojos; aquellos preciosos ojos que lo volvían loco, que lo habían enamorado, aquellos ojos con los que soñaba cada noche desde la primera vez que los vio. Se inclinó hacía ella y la beso con ternura.
Rachel se perdía en los labios de su novio, perdía la noción del tiempo y cualquier pensamiento consciente. Siempre era igual cada vez que se besaban no existía nadie más sólo ellos dos, era como si se encerraran en una especie de burbuja personal.

Él la agarró de la cintura acomodándola sobre su regazo con las piernas de ella a sus costados. Rachel puso sus manos en la espalda de él atrayéndolo hacia si. Sintió un mariposeo en el estomago, la ponía muy nerviosa. Abrió los ojos y vio como él apoderaba de su boca. Sintió un punzaso de excitación cuando Joseph la tomó con más firmeza de la cintura, podía sentir las manos de él  aferrándose a su espalda. Rachel se dejaba hacer por él, sentía como si estuviera hecha de arcilla y Joseph la moldeara a su gusto.

Él se excitaba de sólo tenerla cerca, su cuerpo lo volvía loco, nunca se saciaba de ella, ni creía que pudiera pasar alguna vez, la deseaba tanto. Recorrió con sus manos el contorno de su cintura y sus caderas, pero no era suficiente necesitaba sentir la suavidad de su piel. Con cuidado y lentitud fue despojandola de cada una de sus prendas hasta que la tuvo completamente desnuda frente a él. Dejo de besarla para poder observarla. Miro primero sus ojos queriendo memorizarlos bien, la forma de ellos, eran ovalados como los de un gato, su nariz era recta y ligeramente respingada, pudo ver como sus largas pestañas dibujaban delgadas y finas sombras en sus pronunciados pómulos. Sus labios eran gruesos, carnosos y suaves, su rostro era alargado.
Su cuello era largo y esbelto pudo notar las marcas violetas de los chupetones que le había dejado, bajó su mirada hasta sus pechos, eran grandes, redondos y perfectamente levantados, los pezones de ella estaban erectos, siguio bajando posando la mirada en su remarcada y fina cintura hasta su ombligo.

REVENGE (+18) ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora