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—Sí, fue él —bufó Joseph.

Rachel negó con la cabeza. Se limpió las lágrimas con las manos de una manera casi violenta, y no se dio cuenta de que se estaba quitando el maquillaje, y fue cuando Joseph vio los moretones en su rostro. Alargó su mano y acarició suavemente su mejilla mientras ocultaba las ganas que tenía de buscar a aquel cavernícola y le daba una lección sobre cómo tratar a una mujer; y no sería una clase muy amigable.

—¿Por qué no lo dejas? ¿Por qué tienes que soportarlo?

La chica suspiró con tristeza.

—No lo sé —susurró—. Supongo que por miedo.

Le tembló la barbilla y de nuevo las lágrimas resbalaron por su rostro. A Joseph no le gustaba verla así. Scott no merecia ni siquiera una lágrima suya pero Rachel estaba tan cegada, simplemente era inconcebible que ella aceptara aquella situación.

Ambos discutieron durante un largo rato, Joseph quería darle una buena escarmentada a aquel idiota pero ella se oponía rotundamente. Él no podía creer que todavía hubiera chicas que permitieran ser golpeadas por sus parejas, y peor aún, que los defendieran. Le parecía algo imperdonable, pero Rachel trataba de justificar las acciones de su novio culpando a su alcoholismo y sus ataques de ira. Finalmente él se dio por vencido y le dijo que estaba bien que de todos modos no era su asunto. Ella sólo se quedó callada y asintió con la cabeza.

—Joe, sé que esta mal y eso pero Scott ha sufrido mucho y...
—Me da igual —la interrumpió—. No te preocupes no le haré nada a tu novio, ya te dije, no es mi asunto —replicó molesto.

Rachel se sentó en el otro sillón quedando frente a Joseph. Ambos se quedaron callados durante un largo rato. El chico la contemplaba fijamente, le rompía el corazón verla tan apesadumbrada. Se acercó a ella y se puso en cuclillas para mirarla de frente. Con suavidad tomó uno de los mechones de su cabello y lo enrolló en su dedo índice.

—Quiero que entiendas que no está bien que le permitas que te pegue, relaciones así no tienen futuro.
—Lo se —respondió ella rápidamente—. Scott acaba de irse.

Joseph frunció el ceño.

—¿Se fue? ¿A donde?

Ella se encogió de hombros.

—Él sólo tomó sus cosas y se fue. Me dejó sus llaves, quizá ya no regrese. Te llamé porque me sentía muy mal. Sé que no debí permitir nunca que me pusiera una mano encima, pero ya te dije, le tenía mucho miedo. Ahora que se fue... me siento libre y feliz. Aún lo quiero, pero es lo mejor. Yo no podía seguir viviendo así.

Joseph reprimió una sonrisa. Ella quería a Scott pero no podia evitar sentirse contento de saber que se había ido, ahora tenía el camino libre para estar con Rachel.
Ella suspiró y volvió a abrazarlo.

—Me alegra que hayas venido —musitó.
—Siempre estare aquí para ti.

La chica se alejó un poco y besó su mejilla. Después lo miró fijamente a los ojos. Joseph pudo ver un destello un poco inusual en ellos. Se acercó un poco a él. Suspiró profundamente. Cerró los ojos y lo besó. Joseph se sorprendió un poco, no se esperaba para nada que ella pudiera hacer eso, sin embargo, no podía negar que era algo que anhelaba profundamente. Entreabrió sus labios para recibir mejor los de ella.
Lo besaba suavemente, con dulzura. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo habían besado así, normalmente sus conquistas lo besaban de manera apasionada, lujuriosa, anhelante y hambrienta. Y no le extrañaba ya que únicamente eran chicas a las que disfrutaba sólo por una noche, pero con Rachel era diferente. No quería, en absoluto, que fuera algo efímero; al contrario, quería que fuera algo duradero. Algo más serio.

Rachel rodeó el cuello de Joseph con sus brazos y lo besó con mayor intensidad.
Él sintió su miembro palpitar debajo de sus pantalones. Ella le encantaba, lo volvía loco. Le ponía mucho con solo mirarla, y es que era una mujer muy atractiva.

La chica dejó de besarlo. Al principio pensó que le diría que la disculpara que había sido un error, o bien, que se fuera; pero vio una expresión resuelta en su rostro. Se puso de pie, lo tomó de la mano y lo condujo hasta la habitación. Joseph estaba realmente excitado. Al llegar, la atrajo hacia él tomándola de la cintura y miró sus labios, queria comérselos. Se inclinó hacia ella dándole un pequeño beso. Rachel de nuevo colocó sus brazos alrededor del cuello de Joe, quien bajó sus manos hasta sus anchas caderas y la apretó contra su cuerpo. Ella emitió un gemido. La tomó del trasero y la cargó poniendo sus piernas alrededor de él. La llevó hasta la cama y la acostó en medio con delicadeza.

Joseph la miró a los ojos mientras le desabotonaba la blusa. Ella le sonreía de manera seductora. La despojó de su blusa y la lanzó al suelo. Se inclinó hacia ella y le besó los labios con deseo, suavemente descendió dejando una estela de besos desde la mandíbula hasta la curva de su cuello. Su mano derecha subió por el brazo izquierdo de la chica hasta su hombro trazando un camino con su dedo índice, continuó por su clavícula y descendió hasta la curva de su seno. Con suavidad lo cubrió con su mano por encima de la tela del brasier y lo apretó delicadamente haciéndola jadear. Rachel arqueó la espalda y él llevó sus manos hasta su delicada espalda, encontró el broche de la prenda que cubría aquellos hermosos montículos y con un ágil movimiento lo desabrochó y se lo quitó.
Sus labios continuaron bajando hasta la hendidura de sus senos. Primero se ocupó en el derecho, trazó círculos con su lengua hasta llegar a su pezón, el cual besó, mordió y chupó suavemente. Había fantaseado tanto tiempo con hacer aquello que se tomó todo el tiempo posible.

—Oh... Joseph... —jadeó ella.

Él sonrió. Suspiró y le dio el mismo tratamiento a su seno izquierdo. Eran suaves. No cabía duda de que eran naturales.
Pero quiso continuar su recorrido por el cuerpo de Rachel.
Descendió por su abdomen dejando pequeños besos hasta su vientre donde se topó con su pantalón. Lo tomó de la pretina y lo bajó deslizándolo por las piernas de la chica hasta que se lo quitó. Contemplo sus bragas por un momento. Se mordió el labio inferior y pasó sus dedos por la diminuta tela.

—Mmm... Estás húmeda —dijo con voz ronca.
—Sí —murmuró Rachel.

Sin pensarlo más se las quitó.
Ahora la tenía completamente desnuda frente a él. No cabía duda de que era hermosa y que tenía un cuerpo espectacular. Contempló sus generosos senos, eran preciosos. Su debilidad siempre habían sido los senos grandes y Rachel los tenía tal y como a él le gustaban. Tenía una cintura pequeña que resaltaba sus anchas caderas. Y su sexo... estaba totalmente depilado.

—Voltéate, por favor —pidió Joseph.

Ella asintió y se dio la vuelta.
Joseph sintió su pene aún más duro.
Contempló su espalda, era pequeña y delicada, siguió el camino de la línea que la dividía y que llegaba hasta sus caderas donde pudo ver dos hoyuelos justo arriba de la división de su trasero. Y luego miró fijamente sus nalgas, eran grandes y redondas. Le encantaban.
Se inclinó un poco y no pudo contener las ganas de morderlas. Rachel dio un respingo y gimió suavemente. Joseph sonrió al oírla, cerró los ojos y dejo varios besos y mordidas en el trasero de Rachel. Subió suavemente por su espalda hasta su cuello.

—Me excitas tanto, Rachel —le susurró al oído—. ¿Lo sientes? —preguntó presionando su dura erección contra el trasero de ella.
—Sí, puedo sentirlo... —dijo jadeante.

Joseph se incorporó rápidamente y se quitó la ropa mientras le pedía a la chica que se volviera a voltear.
Rachel lo contempló de arriba a abajo cuando lo tuvo completamente desnudo frente a ella. Su mirada se detuvo en su pene, se mordió el labio inferior al imaginarlo entre sus labios, en sus manos o dentro de ella. Y no tenía duda alguna de que le daría un placer enorme.
Joseph caminó hasta la cama, y se acomodó sobre Rachel. La besó apasionadamente mientras la tomaba de las caderas y presionaba su cuerpo contra el de ella. Ambos jadearon al unísono.

—Te quiero dentro de mí —susurró Rachel.
—Tranquila, no comas ansias, cariño. Primero quiero probarte.

La chica suspiró al captar sus palabras. Sí, ella también quería que lo hiciera. Scott nunca se había animado a hacerle un oral y siempre había sido una de sus fantasías; y le excitaba enormemente que Joseph fuera el primero en hacerlo.

REVENGE (+18) ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora