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Rachel no hizo el menor intento de detenerlo. Sintió la tela del pantalón deslizarse hacia abajo dejando al descubierto sus delicadas bragas color rojo. Después escuchó como Joe desabrochaba su cinturón y su pantalón; escuchó cómo bajaba el zipper y después sintió la enorme erección contra su culo. Tragó saliva. Joe deslizó las diminutas bragas hacia abajo, acarició el culo de la chica para después darle una nalgada que la hizo respingar. Le acarició el vientre suavemente, sus manos subieron hasta los generosos pechos y los apretó. Rachel era toda sensaciones y jadeos.

—Eres preciosa —susurró Joseph.

Ella no respondió, se sentía aturdida, no podía creer que aquello estuviera pasando. Tenía mucho tiempo que había deseado que él la tocara de esa manera y ahora se estaba haciendo realidad.
Cerró los ojos, las manos de Joe ya no tocaban sus senos de pronto sintió los dedos de Joe en su sexo. Gimió.

—Sí... —murmuró—, gime para mí.

Rachel gemía sintiendo cómo Joe estimulaba su clitoris, volviéndola loca; entonces se detuvo y ella lanzó un gemido de protesta. La tomó de las caderas girándola hacia él, se hincó y bajo su pantalón hasta los tobillos.

—Abre las piernas, hermosa.

Ella obedeció, abrió sus piernas tanto cómo pudo y cerró los ojos nuevamente.
Suspiró entrecortadamente cuando sintió la lengua de Joe en su coño.
La atrajo más hacia su boca mientras le apretaba las nalgas. Movía la lengua arriba y abajo, el olor y sabor de la chica lo embriagaba incitándolo a probar más. Lamió sus labios vaginales rozando un poco el clítoris haciéndola gemir y jadear. Su miembro palpitaba. Necesitaba entrar en ella pero queria seguir saboreándola.

—Joseph —susurró ella—, ya no aguanto.

No respondió, deslizó un dedo en toda aquella zona tan húmeda y palpitante trazando círculos antes de meterlo. Volvió a estimularla con la lengua antes de meter otro dedo provocando que Rachel se retorciera de placer. Estaba empapada. Un tercer dedo entró en su cuerpo arrancándole un fuerte gemido. Oleadas de placer recorrieron su cuerpo, sus piernas temblaron y los espasmos la dominaban. Estaba cerca, podía sentirlo. Joe bombeó con más fuerza. Rachel soltó un grito de júbilo cuando llegó al orgasmo.
Estaba a punto de desplomarse pero Joe se puso de pie y la abrazó.Le dio un beso en la frente y esperó a que ella se normalizara.
Minutos después la tomó de la cintura y volvió a voltearla contra la pared. Rachel levantó su trasero y puso sus manos en la pared al mismo tiempo que abría sus piernas.

Ella soltó un jadeo cuando él se hundió en ella de un sólo y certero movimiento. La penetró con fuerza, entrando y saliendo de ella sintiendo cómo su pene se mojaba debido a los fluidos que emanaban del coño de Rachel. Ella gemía y jadeaba murmurando palabras incoherentes e ininteligibles. Fue en cuestión de segundos que ella volvió a sentir las sensaciones que preceden al orgasmo. La embistidas eran más rudas. Los dos estaban cerca.
Los músculos de Joe se tensaron y exclamó un fuerte gemido mientras eyaculaba dentro de ella. Rachel de nuevo se dejó venir. Estaba exhausta y empapada en sudor al igual que él. Joseph permaneció dentro de ella durante un largo rato dejando pequeños besos en su espalda. Poco después él salió de ella. Mientras se acomodaban su ropa ninguno de los dos se atrevió a mirarse a los ojos. Permanecieron en silencio y dieron gracias mentalmente de que nadie hubiera tocado la puerta.

Se recargaron en la pared. Uno frente al otro pero no se miraban.
Joe carraspeó.

—Creo que debemos volver.

Rachel asintió sin decir nada.

—Yo primero —dijo él—. Nos vemos.

No hizo el menor intento de acercarse a ella para despedirse, se dio la vuelta, abrió la puerta y se fue. Rachel sintió como si le hubiera apuñalado el corazón. ¿Que había sido eso? ¿Por qué no se despidió de ella? Y de pronto recordó que él ni siquiera le dio un beso en los labios, ni al verla, ni al follarsela —le dolió aquello pero era la verdad, simplemente entró al baño para saciar sus ganas— ni al despedirse. Sus ojos le escocieron debido a las lágrimas que querían salir. Parpadeó con fuerza e hizo un esfuerzo para no llorar. Salió del baño. Necesitaba irse, desahogarse en la soledad de su habitación. Estaba a punto de llegar a su mesa cuando se paró en seco. Joe estaba con la castaña esa: besándose. No podía creerlo. Pero decidió no prestarle atención. Cuadró sus hombros y caminó hacia Erick con la barbilla en alto.

REVENGE (+18) ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora