8

1.8K 143 6
                                    

Rachel se detuvo al recordar que Scott, su novio, la estaba esperando en la mesa. No podía dejarlo solo, sabía que sospecharía e iría a buscarla; podría ver a Joseph y se haría un problema enorme en el bar. No. Ella no podía arriesgarse a que aquello pasara. Dio media vuelta a regañadientes, no sin antes jurarse así misma que jamás volvería a buscar a Joseph aunque aquello fuera lo más doloroso que haría en la vida. No sabía exactamente porque le dolía tanto, era la tercera vez que lo veía, y sin embargo ansiaba poder estar con él de todas las maneras posibles. Sin embargo, ambos acababan de tomar una decisión. No volverían a buscarse.

No podía decir que estaba enamorada, le parecía absurdo pensar siquiera en ello, ¿cómo podía enamorarse de un chico del que no sabía nada más que su nombre? Pero quería conocerlo de verdad, saber incluso lo más simple como su color favorito, o la música que le gustaba. Quería verlo de nuevo, platicar con él... aunque sabía que era muy complicado que ocurriera, no dejaba de anhelarlo. Negó con la cabeza. Debía olvidarlo de una vez y dejar que las cosas siguieran su curso.

Caminó hacia su mesa y vio que Scott seguía ocupado en su móvil así que quizá no notó que ella había ido un largo rato.

-¿Por qué tardaste tanto? —cuestionó Scott.

Okay. Sí. Sí se había dado cuenta.

—Había muchas chicas en el baño. —Se limitó a decir ella sin entrar en detalles.

Scott la miró no muy convencido, conocía perfectamente a su novia y sabía que le estaba ocultando algo. Pero, ¿qué podía reclamarle? él también le ocultaba muchas cosas, secretos oscuros de los cuales nadie más debía enterarse.
Carraspeó.

—Ya pedí nuestras bebidas —anunció él.
—Bien. —Sonrió la chica.

Ella no podía ocultar el dolor que la abrumaba, su mente solo se concentraba en Joseph y en el hecho de que ahora mismo él estaba de lo más feliz con la rubia-de-senos-falsos. Los celos seguían ahí, atosigándola; provocando que en su mente se reprodujeran infinidad de escenas de carácter sexual, en donde Joseph y aquella chica operada eran los protagonistas.
Tenía ganas de ir de nuevo al baño, agarrar de los cabellos a la chica esa y amenazarla para que no volviera a acercarse a él.

«Pero qué demonios... pensó confundida. ¿Desde cuándo se había convertido en una chica violenta? Desde que un chico de ojos color miel se plantó en mi oficina... Joder.»

¿Qué tenía ese chico que la arrastraba hasta él con el poder de un imán? Solo de pensar en él y la forma en que la había tocado escasos momentos antes hacía que su piel se erizara y sintiera una punzada de excitación en la entrepierna. Había demasiada química entre ellos y Rachel lo sabía. El único problema —y quizá, el mayor— era Scott. Ya llevaban casi dos años juntos. Había aceptado ser su novia porque se sentía sola, él era su mejor amigo y sentía que de algún modo él podía entenderla. Scott conocía bien a su padre, pasaba mucho tiempo en su casa y ellos se llevaban muy bien. Al poco tiempo que su padre falleció, Scott se volvió inseparable y eso influyó de algún modo para que ella sintiera algo más que simple cariño amistoso. Era verdad que ella lo quería pero en todo el tiempo que llevaban siendo novios no había sentido nunca con él lo que ahora sentía por Joseph. Era apresurado para reconocerlo, pero era verdad, había algo más que simple atracción física.
Nunca había creído en el amor a primera vista; pero ahora no estaba tan segura.

Scott y Rachel se terminaron las bebidas, pero como él no se despegaba del móvil optaron mejor por irse. Ella se estaba aburriendo y la ansiedad que sentía tampoco ayudaba mucho. No dejaba de mirar hacia el baño. Scott pagó la cuenta y salieron.

Rachel respiró profundo, miró la luna que alumbraba gran parte de la ciudad, después bajó la mirada y volteó a ver hacia el bar deseando poder ver a Joseph, al menos por última vez, aunque sabía que no sería así; quizá seguía ocupado en el baño. El viento sopló un poco fuerte ondeando su cabello, las horquillas que lo sujetaban se deslizaron hacía abajo despeinándola, rápidamente lo acomodó detrás de sus orejas.
Resopló con tristeza al ver que la puerta no se abría.

REVENGE (+18) ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora