25

1.3K 107 4
                                    

Joseph se sorprendió un poco Rachel no siempre era tan atrevida, por lo regular después de hacer el amor ella escondía su rostro en el cuello de él y evitaba mirarlo; pero ahora ella lo miraba con lujuria, se levantó de la cama y caminó hacia la puerta.
Joseph pudo apreciar un poco su cuerpo ya que la iluminación no le ayudaba mucho. Estaba ansioso por saber que haría Rachel. Podía oír el sonido chirriante del refrigerador al abrirse, después la puerta del despensero y por último el sonido de sus pasos sobre el linóleo. Finalmente apareció con un envase de sirope de chocolate y un trapo. Joseph frunció el ceño.

—¿Para qué el trapo? —preguntó.

Ella sonrió y caminó hacia él. Puso el sirope sobre la cama y se puso a horcajadas sobre Joseph.

—Cierra los ojos —ordenó.

Él obedeció y la chica cubrió sus ojos con el trapo. Él quiso protestar pero ella lo besó y después le susurro al oído un "te va a encantar".

Joseph dejó de sentir el peso de ella sobre su cuerpo.
Rachel tomó el sirope y lo extendió por todo el pene de su novio.
Él suspiró, sabía mas o menos lo que venía a continuación pero al tener los ojos cubiertos aumentaba su ansiedad y excitación. Jadeó al sentir la cálida boca de Rachel cubriendo su miembro.

Ella devoraba el sirope mientras sacaba y metía el pene en su boca, pasó su lengua por toda su longitud dejándolo completamente limpio del chocolate, continuó dándole aquel placentero oral que lo estaba haciendo gemír. Le pedía a Rachel que no se detuviera, le encantaba sentir su lengua. Tenía ganas de quitarse el trapo de los ojos y ver como lamía y chupaba su miembro, pero algo se lo impedía, le excitaba sobremanera el no saber lo que vendría a continuación.
Ella se puso de nuevo sobre él y recorrió con sus manos el torso de su chico hasta llegar a las tetillas donde paso su lengua haciéndolo estremecer. Besó su cuello, su quijada, su mentón, hasta llegar a sus labios, para él aquello había sido una deliciosa y placentera tortura. Mientras lo besaba Rachel le destapó los ojos, él mantuvo los ojos cerrados disfrutando del beso.

—Te haré mío —murmuró ella sobre los labios de Joseph.
—Hazme lo que quieras —respondió—. Soy tuyo.

Ella inclinó su culo hacia atrás y alargó su mano tomando el pene de Joseph y lo puso en la entrada de su sexo, poco a poco el fue perdiéndose en su interior. Una vez que lo tuvo adentro empezó a moverse balanceando sus caderas de delante hacia atras. Ella se incorporó dejando expuesto su cuerpo frente a su novio, se movía despacio disfrutando de los rozes en su sexo, empezó a moverse más y más rapido, luego lo hizo de arriba a abajo provocando que sus pechos rebotaran, aquella imagen a Joseph le pareció muy excitante; alargó sus manos hacia ella y apretó sus pechos y los masajeó.

Ella seguía moviéndose y echaba su cabeza hacia atras, gemía y jadeaba cada vez más fuerte.
Joseph llevó sus labios hacia el pecho izquierdo de la chica y lo chupo provocando que Rachel se estremeciera y gimiera aún más.

Ella se movía cada vez más rápido buscando así su liberación. Él la agarró de las caderas y la movía a su antojo. Rachel se dejó hacer por él. Los dos gemían,  se miraron a los ojos diciéndose de aquella manera lo que sentían el uno por el otro.

Rachel ya no pudo más oleada tras oleada de placer la volvieron loca, un repentino entumecimiento en sus músculos le indicó que estaba cerca, Joseph pudo notarlo y la movió mas fuerte. Ambos gritaron de satisfacción en cuanto llegaron al clímax del orgasmo.

Rachel rodeó a Joseph con sus brazos, tenía la respiración agitada y el corazón latiendole desbocado; él estaba igual. La tomó del mentón levantando su rostro para besarla apasionadamente y ella le respondió el beso de la misma manera.
Después es un largo rato él salió despacio del cuerpo de Rachel y la acostó a su lado abrazándola de la cintura. Ella sonreía, estaba feliz, miraba a Joseph junto a ella y no podía creerlo. Él era guapísimo, romántico, caballeroso y sobre todo divertido, le fascinaba su forma de ser, para ella era único. Se preguntaba una y otra vez como era que Joseph se había fijado en ella, ¿qué había visto cómo para que la amara de aquella manera?

—¿En que piensas amor? —preguntó él.
—En ti, en nosotros... —musitó la chica y se acurrucó en él.
—Te amo, Rachel. Mucho —dijo y besó su frente.
—Yo también te amo mucho, Joe.

Ambos se abrazaron, así permanecieron hasta que se quedaron completamente dormidos. Las velas se consumieron poco a poco hasta apagarse.

Eran ya mas de las seis de la tarde, Rachel y Joseph estaban arreglando el departamento para encontrar un lugar en el cual poner el pino. La chica estaba un poco desesperada ya que no sabía cómo acomodar la sala, los enormes sillones ocupaban mucho espacio.
Se devanaba los sesos pensando pero no lograba hallar una solución.

—Quizá deberías poner uno en el pasillo —opinó Joseph.

Rachel miró hacia el pasillo el cuál era lo suficientemente ancho como para permitir que el sillón estuviera ahí y aún así no estorbaría el paso.

—No se como no se me ocurrió antes —dijo dándose una palmada en la frente.
—Pues para eso estoy yo aquí —dijo él— para ayudarte, recuerda que dos cabezas piensan mejor que una.

Rachel primero lo miró a los ojos y después bajó la mirada a su pantalon.

—Pues sí, con razón, tú tienes dos cabezas —dijo ella mordiéndose el labio inferior.

Joseph sonrió mientras negaba con la cabeza.
Ambos se ocuparon de llevar el sillón hasta el pasillo. Él cargó el pino artificial y lo llevó hasta la esquina de la sala.

—Amor —le habló Rachel a Joseph— ¿podrías ir por los focos y las esferas?
—Claro, princesa ¿Dónde están?
—En la habitación que tiene varias cajas aún cerradas, dentro del closet está una caja que dice "Navidad", ahí deben estar.
—Está bien. Ya vengo.

Joseph se dirigió al cuarto que le había mencionado Rachel, abrió el clóset y casi grita del susto cuando Shannon salió de ahí.

—¿Qué demonios...? —exclamó—. ¿Cómo fue que entraste?

Shannon ronroneó y se frotó contra las piernas de Joseph, él le rascó las orejas y luego la vio salir de la habitación. Suspiró y fue a buscar las esferas. Divisó de inmediato la caja de "Navidad" que estaban en la parte de arriba, alargó su mano alcanzando la caja con facilidad pero al momento de bajarla cayó una especie de libro sobre su cabeza.

—¡Auch! —exclamó. Se agachó para recogerlo mientras se sobaba la cabeza.

Lo levantó y lo miró bien, era un álbum de fotografías, lo abrió y vio varias fotos de Rachel cuando era pequeña, había fotos de festivales en los que ella aparecía disfrazada de princesa o de mariposa o de hada. Joe no pudo evitar sonreír,  se veía increíblemente tierna. Dio vuelta a la ultima página y sintió por un momento que el mundo se había detenido a su alrededor al mismo tiempo que se quedaba sin aliento. Abrió mucho los ojos.
La última foto: estaba Rachel con su padre, los dos estaban abrazados y detrás de ellos se veía la torre Eiffel. Joseph no podía creerlo, no cabía en su cabeza que el destino le hiciera una jugada de aquella índole, no podía ser verdad ¿Por qué ahora que estaban tan bien? ¿Por qué ahora que eran tan felices? Su corazón se encogió y se fue de rodillas contra el suelo, se sentía enfermo.

—No —susurró— ¿Por qué? ¡Maldita sea! ¿Por qué? —dijo casi escupiendo las palabras— ¿Por qué tenía que ser yo?

Se sentía muy mal, peor que ese fatídico día... ahora los recuerdos volvieron a su mente mil veces peor. Él era el causante del sufrimiento de su novia. Él era el culpable de ese sentimiento de odio en su corazón. Él le había arrebatado lo único que ella tenía. Él había asesinado al padre de Rachel.

REVENGE (+18) ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora