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Rachel caminó muy decidida rumbo al baño para enfrentarlos. No sabía muy bien que era lo que diría, pero no importaba, ya se le ocurriría algo. Al llegar se paró en medio de dos puertas, una era para caballeros y la  otra para damas; pensó que sería obvio que habían entrado al de damas. Tomó el picaporte de la puerta, y entonces se mostró vacilante, ¿de verdad le reclamaría por estar con otra chica? Suspiró. Hace unos instantes estaba segura de hacerlo pero quizá él se molestaría —y con justa razón—, ellos no eran nada, sólo conocidos y  al parecer ella no era importante para Joe, de lo contrario él ahora no estaría con esa rubia oxigenada y además llena de cirugías.

Escuchó unas risitas provenientes del baño, no cabía duda de que eran aquellos dos... divirtiéndose. Pensar en eso provocó que aumentaran las llamas de sus celos, no lo pensó más y giro el picaporte para entrar.

Al abrir la puerta esperaba verlos besándose, o quizá haciendo cosas más indecentes, pero no, no se veían. Miró por debajo de las puertas de los cubículos y vio los pies de ambos; estaban en el de en medio. Se paralizó. ¿Ahora qué? Podría tocar la puerta, o tal vez salir y volver a entrar haciendo mucho ruido, o también podría ir con el encargado del bar y... ¿Y qué? No podía ir y decirle: Oiga, hay un chico y una chica —que no conozco en absoluto— en el baño, creo que van a tener sexo, ¿podría sacarlos para reclamarles por andar haciendo cosas que no deben?
Menuda estupidez.

De pronto escuchó la voz de Joseph.

—Preciosa, ire a cerrar la puerta —le informó a su acompañante—. No quiero que nos interrumpan —añadió.

Rachel se sobresaltó.
Mierda. Mierda.
Pensó en correr a meterse en alguno de los cubículos, pero después ¿cómo saldría? No podía estar ahí escondida escuchando los gemidos de aquellos dos, y tampoco podía tardarse o Scott iría a buscarla y descubriría a Joseph ahí.

Joder, estaba atrapada, no había de otra que dejar verse. Se puso frente al espejo fingiendo revisar su maquillaje y peinado. Joseph salió muy sonriente del cubículo pero al verla la sonrisa desapareció de su rostro casi de inmediato.

—¿Qué haces aquí? —preguntó él.

Ella fingió sobresaltarse y se llevó la mano a la altura del corazón para hacerle creer que la había espantado. Había sido una actuación convincente.

—¡Me asustaste! —le dijo exagerando un poco—. Más bien ¿qué haces tú aquí? Éste es el baño de damas.

Él se quedo callado sin saber que responder. Estaba molesto —y mucho—, Rachel acababa de arruinarle un momento bastante caliente con una chica. Primeramente porque al verla ahí deseaba que la rubia saliera para poder quedarse a solas con ella y hacer algo más que platicar. Aunque también le pareció un poco sospechoso que hubiera entrado poco después que ellos.

—¿Por qué me seguiste? —preguntó Joseph.

—¿Yo? ¿Seguirte? Por favor —dijo ella burlona—. Ya quisieras.

—Entonces, ¿Para qué entraste al baño? No me digas que no viste que venia para acá. —Enarcó una ceja.

—Yo vine a verme al espejo ¿sí? Por si no lo sabes, es algo que las mujeres hacemos comúnmente. Además vengo con mi novio no tengo la necesidad de buscar a alguien mas.

Los dos se quedaron callados mirándose. En ese instante la chica rubia salió y los miró a ambos.

—¿Pasa algo? —preguntó.
—No —dijo Rachel —. Yo ya me iba, pueden seguir con lo suyo.

Rachel dio media vuelta y salió del baño, caminó por el pasillo para llegar hasta las mesas del bar pero la detuvieron tomándola del brazo, al voltear se encontró con Joseph.

—¿Qué quieres? —preguntó ella molesta zafándose del agarre de Joseph—. Si es por lo del baño, no te preocupes no diré nada.
—No se trata de eso —masculló él.
—¿Entonces?
—Quiero verte esta noche, a solas.

La chica parpadeó sin saber que responder, lo que sí sabía era que sentía algo por Joe, se sentía atraída hacia ese chico, pero ella tenía novio, no podía dejarlo e irse con un chico que apenas y conocía —y quién estaba a punto de follarse a una despampanante rubia en un baño publico—. No. Ella no podía verse con él en ningún momento y en ningún lugar; mucho menos a solas.

—No —dijo con voz firme. —Ve y diviértete con tu "Barbie" —murmuró molesta.

Estaba dispuesta a irse cuando Joseph la detuvo de nuevo.

—Estás celosa —afirmó él.
—¿Qué? —Soltó una risa. —¿Celosa de tu "Barbie"? Ya quisieras Jonas pero no, sé que soy más bonita que ella.

Joseph se encogió de hombros.

—Quizá pero ella está más buena que tú.

Aquellas palabras la enfurecieron. Era consciente de que no tenía unos senos y culo enormes, pero al menos eran reales y no gracias al bisturí. Aparte, ¿qué hombre era capaz de comparar a dos chicas? Y aún peor ¿delante de una de ellas?
¿Acaso era idiota? Lo que le faltaba, que él le dijera que otra estaba mejor que ella.

—¡Genial! qué bueno que te gusten las cosas duras y falsas —respondió con una sonrisa fingida.

Él la tomo de la cintura pegándola a su cuerpo.

—Te equivocas a mí me gusta lo suave y natural —susurró mientras bajaba su mano hasta su culo apretándolo.

Ella se quedó callada mirándolo sintiendo como el aire escapaba de sus pulmones y los latidos de su corazón se detenían momentáneamente para después latir con violencia. Rachel suspiró profundamente. Aquella acción repentina e inesperada la excitó, podía sentir la humedad de su sexo. Tragó saliva. Anhelaba ser tocada por Joseph y él lo sabía. El chico estaba a punto de meter su mano por debajo del vestido de ella cuando lo llamaron, volteó y era la rubia que lo esperaba recargada en la pared.

Joseph soltó a Rachel. La deseaba, la deseaba como jamás había deseado a alguien, quería hacerla suya —en todas las posiciones habidas y por haber—, pero aquello era imposible. Ella tenía novio, ya le pertenecía a alguien más; además, de seguro su novio era de buena posición económica, no tenía un oscuro pasado y no se dedicaba a robar ni a asesinar gente. Rachel no podía ser suya. La soltó, pero aquella acción significó aún más que sólo el hecho de dejarla libre aquella noche, la dejaba libre para siempre; no podía aferrarse a algo que ya tenía dueño. Suspiró.

—Perdóname —dijo con evidente tristeza—. No fue mi intención y... te prometo que no pasará de nuevo. No volveré a insistir en que salgas conmigo. No quiero ocasionarte problemas con tu novio —y diciendo eso último dio media vuelta para encontrarse con su anterior acompañante quién miraba a Rachel con desdén y sonreía triunfante.

Cerraron la puerta del baño y pusieron el prestillo.

Rachel se quedó perpleja ante las palabras de Joseph. No daba crédito a lo que acababa de oír. Él se había despedido. Había renunciado a ella. La dejaba libre. No. Ella no podía permitirlo.

Se mordió el labio inferior y caminó detrás de él.

REVENGE (+18) ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora