Act. XIV. Thinking, flaying, talking

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— ¡Feliz cumpleaños!

Celebrar desde temprano se le da muy mal. Mira el pastel con desprecio y solo causa risa en la familia en torno a él. Apaga la vela y se frota la cara con las manos. Hay un derroche de luz aquí y va a quedar ciego a este paso.

—Alguien no es muy fiestero. —burla Sirius.

—Tom es muy tranquilo. Muy refinado para esas cosas.

Sirius ríe por la nariz y Tom balbucea un agradecimiento por el trozo de pastel. Es de vainilla, agradece que no sea chocolate, eso lo acabaría de matar. Es 31 de diciembre, por lo que es natural que estén concentrados en la fiesta de fin de año que también se hará en esta casa. Sin embargo, el tema es que se incluyó una fiesta para Tom.

Es pequeña y nada extraordinario. Él quiso que fuese así. No le gusta tanto ruido, tampoco el caos que pueda traer lo que la gente de su edad naturalmente prefiere. En ese aspecto, él es muy distinto. Incluso puede decirse que tiene un alma de viejo.

El día se siente corto y perezoso. Cuando los Weasley llegan al igual que los Granger, recibe más felicitaciones de las que jamás ha recibido en su vida. También más regalos. Son sencillos, la mayoría tienen que ver con útiles de librería. Sobre todo de parte de Hermione.

Tom no pensó que ella le regalaría nada. No lo esperaba, pero agradece la colección de libros. No suele leer cosas que no sean sobre la magia, más las novelas no vienen mal. Daphne a mencionado que son buenas. Los cuatro libros de "Flores en el ático".

—No sabía si te gustaría eso o preferías algo más... Historia de dos ciudades, pero me lo reservo para el próximo año. —Tom ríe por la nariz, pero sin curvar los labios. Es suficiente tacto para que Hermione sienta que lo hizo bien.

Le pidió ayuda a Harriet, sintiéndose de mal de aparecer sin nada que dar. Harriet fue tan vaga que le dolió: le gusta leer. Y ahí quedó la conversación. Molly por su parte llegó con lo esperado: un suéter.

Es verde oscuro y francamente, Tom no lo usaría en su maldita vida si lo viera en otro lado. El gesto por otro lado, es esa extraña sensación de familia que no sabe cómo procesar y por eso su gesto es más y más incómodo. Se lo probó y quitó casi al instante, sin querer hacer hielo por doquier.

Harriet fue la última y bueno, no esperaba precisamente lo que le dio. Es un collar, lo llamativo es que el dije está encantado, por lo que la serpiente de plata se mueve constantemente y a más se le mire. Tiene ojos de esmeralda y se enrosca constantemente en un círculo que tiene flores de plata.

Casi un calco de lo que se pudo ver en el árbol genealógico de Tom.

—Gracias. —Tom le sonríe ladino y Hermione los ve alternativamente.

De verdad tiene la sensación de que no entiende que pasa aquí.

Faltando una hora para las doce y dar el feliz año de forma tan eufórica como suele hacerse en el mundo mágico, aparece un pastel enorme de la nevera. Tom se queda viendo fijamente las velas, cuestionándose si esto es lo que todos viven regularmente.

Lo que está bien y debería tenerse...

Al soplar la vela, pide volver a tener una navidad y cumpleaños así. Incluso si no es su ambiente favorito ni sus interacciones más deseadas... Lo hizo feliz de una manera que no sabía que tenía. Como si entre ese espíritu viejo que tiene, hay un niño que disfruta de todo esto por primera vez.

Como si este lugar, esta navidad en específico, lo hizo aparecer. Aunque da quejidos por el abrazo que le dan en conjunto, entre odiarlo y amarlo, no hace nada por impedirlo a pesar de poder. Le gusta.

Romeo, Juliet & Cinderella | TomrryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora