Act. XXIV. Recognition of a snake and a lion

44 10 0
                                    

—Un pedido ha llegado desde la capital del mundo mágico—anuncia Dumbledore. Snape y McGonagall presentes como los respectivos jefes de casa—: dónde se exige la presencia de Tom Marvolo Riddle y Harriet Jazmine Potter. Hay alegaciones con respecto a la herencia de ambos. En un caso sanguínea—Mira a Tom—, y en el otro caso, mágica.

— ¿Yo? Pero-

—Es un llamado muy serio—Advierte McGonagall—. Hacia décadas que esto no sucedía—Aprieta nerviosamente las manos y la inquietud se le nota en la expresión—. No ha habido herederos de las tres distintas casas hace mucho y debo mencionar que de los Slytherin tampoco se ha hecho saber.

—Toda una... Anomalía. —Concluye Snape. El hombre luce sorprendido y hasta confundido para extrañeza general.

—Deberán partir a Londres con el fin de someterse a una prueba. A través de ella se verificará si el reclamo es auténtico y válido o si es solo una falsa alarma. —explica Dumbledore.

Harriet ve hacia Tom con una pregunta fácil: ¿De qué reclamo habla? Tom se mantiene callado con sudor frío bajando por su espalda. Ninguno de los dos hizo el reclamo, fueron esos nobles en la casa Malfoy quienes lo hicieron. A su mente viene todo lo que dijo, como se expuso a sí mismo y peor aún, a Harriet a algo como eso.

Aunque sea real, sabe que no es buen momento. No con las noticias aun hablando de Grindelwald suelto por el mundo y su aparente vendetta contra los Potter. Abre y cierra la boca.

— ¿Por qué ahora?

—Es un proceso que toma mucho tiempo. Tanto para organizarse como verificarse—aclara Dumbledore—. A partir de ahora deben estar cerca, esto con el fin de que no haya trampas para crear una falsa respuesta.

—Yo no he pedido nada. Ni siquiera sé del tema. Solo estaba esa cosita roja en el libro-

— ¿La viste? —pregunta McGonagall anonadada y Harriet balbucea, viendo hacia Snape, Dumbledore y luego a su jefa de casa—. ¿Qué parecía?

—U-un granate- un rubí- Era roja, eso es todo y la voz- ¡No sé! Yo no pedí nada y no sé si mi papá-

—Es el jefe de defensa—Arrastra Snape, casi con desprecio—. Está bajo orden de protegerlos a ambos desde el inicio hasta el fin del proceso... Y listo para otro logro de su pequeña criatura. —Añade con una sonrisa fría y desagradable.

Harriet baja la mirada y trata de poner en orden toda la información recibida. Demasiadas con implicaciones tan pesadas que la angustia. No sabe qué hacer con esto—. Te acompañaré a recoger tus cosas y te llevaré al tren. —informa McGonagall y Harriet asiente, atontada. Se levanta y cuando se marchan, Dumbledore pide un momento con Tom. Snape se retira en silencio.

—Fue un accidente.

—Uno bastante infortunado—concuerda Dumbledore y Tom mueve la mandíbula—. Aunque debí decir que, al mismo tiempo, una evidencia de las jugarretas del destino.

— ¿Por qué lo dice? —cuestiona Tom, ligeramente intrigado. Dumbledore levanta de su asiento.

—Ah, Slytherin y Gryffindor siempre han sido dos lados muy complicados. El orgullo más puro, la necedad más insoportable—Tom rueda los ojos—. Lo que muchos no mencionan es la forma en que ambos se complementaron: la valentía de Gryffindor y la cautela de Slytherin... Nadie cuidó más a Godric que Salazar—comenta como dato curioso—. En cada pelea, era Salazar quien sanaba a Godric. El único capaz de hacerlo entender. Era un buen dúo.

—Dejaron de serlo eventualmente.

—Sí—afirma Dumbledore detenido delante de un cuadro estático de los fundadores. Godric con su cabello pelirrojo y Salazar túnica verde—. Lastimosamente, hay cosas que no pueden durar para siempre, pero otras que sí—Junta las manos tras la espalda—. El cariño que se querían era tal, que Godric no hizo desaparecer la casa de Slytherin y Salazar nunca intentó herir a ningún niño que fuese un Gryffindor en su espíritu.

Romeo, Juliet & Cinderella | TomrryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora