Act. XXXII. A quidditch friend

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— ¡Fue una técnica! Todos esos puntos de Irlanda no iban a poderse superar, así qué-

—Tu eterno amor, Viktor Krum, decidió salvar el partido al perder con la cabeza en alto. —dramatiza George con las manos en el pecho.

—Y que solo diez puntos los separaran de la brutal derrota. —sigue Fred. Ginny come desde el sofá y Tom trata de no reírse de esto.

Cualquier cosa que sea burlarse de Ron, lo aceptará con gusto. Ni siquiera se esfuerza en disimularlo y como él y Ron se llevan tan mal, hace muchísima menos falta.

— ¡Cállense! ¡No entendieron sus técnicas! —critica Ron.

—Mejor perder con orgullo sabiendo que la derrota es inminente, que estirar un evento inútil —Opina Tom y Harriet silba—. Fue entretenido de mirar, al menos evitó que me aburriera. Si pasaba la hora y media, me iría.

—Para lo que han sido otros partidos, este fue muy muy corto. —comenta Harriet, estirándose en el asiento con la piernas abiertas.

—Y pudo haberse ganado o sido peor, pero Krum lo evitó ¿Lo ven? Toda una mente maestra. —insiste Ron.

Su parloteo de defensa a Viktor Krum no termina y Harriet duda que lo haga. Le pide a Hermione que la acompañe. Quiere comprar cerveza de mantequilla. Lily le dijo que no debía tomar, pero Sirius le dio dinero precisamente para eso. Quiere lograr que Tom se emborrache al menos un poquito. Quizá sea divertido.

—Esto me recuerda a los mundiales de fútbol. —dice Hermione viendo alrededor.

Todos con sus ánimos y un poco de conflicto. Al menos no hay nadie a punto de caerse a los puños por esto. En general hay mucho ánimo.

—pero con menos pirotecnia genial. —afirma Harriet confiada.

Ambas se detienen a mitad de camino, observando los enormes fuegos artificiales mágicos. Un irlandés que baila y tréboles que explotan en sí mismo cada segundo. Harriet desvía la mirada un momento y se da cuenta de la leve sonrisa en el rostro de Hermione. Su mejor amiga siempre tan encantadora descubriendo cosas cotidianas del mundo mágico. Lo que ha vivido desde pequeña gracias a sus padres.

—Me alegra que te diviertas. Te ves hermosa así. —comenta Harriet y Hermione se sonroja con levedad. Los elogios de Harriet la toman desprevenida todo el tiempo.

Es como si le salen sin pensar.

—Gracias por invitarme.

—Deeee nada—canturrea Harriet—. También deberíamos comprar los posters oficiales. Krum se veía bien hoy... ¿No crees?

—Sí. Aunque me da un poco de miedo... Ya sabes.

Harriet mira el puesto que vende posters de Krum y es genuinamente aterrador. Chicas de su edad matándose entre ellas por conseguir uno. Harriet toma su cartera y jala a Hermione consigo, usa la capa de invisibilidad sobre ambas y se dirige a ese puesto. Nadie se da cuenta de su avance a pesar de que chocan con algunos accidentalmente. Harriet deja el dinero, toma ambos carteles y se retira deseándole suerte al vendedor.

—Tiene un rostro muy serio. —Hermione imita la expresión y Harriet asiente.

—Su cuello... Es enorme—dice Harriet asombrada. Hermione ríe por la nariz de forma escandalosa—. Es del ancho de su cabeza. Es enorme ¿Cómo logra eso? Ni siquiera intentándolo mi cuello crece ¿Hace pesas con el cuello? —Es una duda genuina, ambas aún caminando mientras lo observan.

—Tal vez es su fisionomía más el ejercicio. Tienes el cuello como tú mamá y tu papá tampoco es muy ancho.

—Genética de mierda. Primero no me hace pelirroja y aparte, me deja cuello de cisne. —Hermione le da un codazo.

Romeo, Juliet & Cinderella | TomrryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora