Capitulo 4

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Estoy por volver a golpearlo cuando unos brazos me lo impiden.

—¿Qué está pasando aquí?—Esa es mi madre.

—¿Ustedes ya se conocen?—Leah Bianchi intervine.

Siento los brazos de Nefme sobre mis pies.

—Si madre, ésta loca.—Me señala.—Trato de matarme esta mañana.

—Mamá que alguien se lleve a la niña.—Hablo.

Mi madre llama a Sofia Sthey la nana de Nefme y se la lleva a jugar un rato.

Suspiro antes de comenzar a hablar.

—Este maldito, trato de llevarse a mi hija por la fuerza.

Explicó y todas las miradas caen sobre ese maldito hombre.

—¿Eso es cierto hijo?

—No, madre, pero aquí la señorita no me deja hablar, no me dejo hacerlo antes y no me ha dejado hacerlo ahora.

—Ilumineme señor.—Ironizo.

—Vi a la niña corriendo, dos y tipos la perseguían, los golpee y salieron huyendo,  la metí en mi auto para llevarla a buscar a sus padres, o algún familiar que ella me dijera, cuando se apareció esta loca.—Me señala.—Que comenzó a golpearme y maldecirme sin razón alguna.

—Hay claro pobrecito.

—No fuiste tu quien terminó en urgencias por un razón en la pierna.

—¿Hija que..?

—No fui yo mamá, Nefme vio que estaba a punto de dispararme en la cabeza y me defendió.

—Haber yo solo me estaba defensiendo.

—Y yo...

Comenzamos a discutir una vez más y hablarnos al mismo tiempo formando un alboroto.

—Ya está bien los dos!!—Dice mi madre provocando que nos callemos, todo se queda en cilencio hasta que vuelva a hablar.—Parecen niños pequeños.—Suspira, el idiota y yo comenzamos una guerra de miradas fulminantes hacia el otro.—Bien, comiencen desde el principio y no ha pasado nada, se defendieron ambos y solo fue un mal entendido.

—Francesco, ella es Fabiana Paez.—Dice.—Faby, el es, Francesco Bianchi, mi hijo.

Hipocritamente y por educación nos damos la mano sin dejar nuestra guerra de miradas, me sobresalto en cuanto su mano toca la mía haciéndome retirarla rápidamente saliendo de su agarre por causa de la corriente eléctrica que adorno mi cuerpo en el momento que hicimos contacto.

Lo odio.

Pero esto no se va a quedar así.

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La cena transcurre con total normalidad, entre charlas entre nuestras madres y caóticas y desafiantes miradas entre nosotros.

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—No eso no va a pasar.—Sobresalto a todos levantándome abruptamente ante la descabellada idea de mi madre, ya se me había hecho raro que ellos solo vinieran a cenar.

—Opino igual, no me casaré con esta loca.—Me señala y mis ganas de agarrar el cuchillo de cortar la carne para contarle la yugular aumentan, pero por educación me contengo.

—¡¡Calmense los dos!!—Hablan nuestras madres al mismo tiempo.

—Esta decidido y va a ser lo mejor para ambas mafias, y a ustedes como herederos que son les corresponde.

Entre el amor y la venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora