Capitulo 38

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Fabiana Paez.

El hormigueo en mis manos al estar tanto tiempo en una misma posición me devuelve a la conciencia haciendo darme cuenta de que estoy boca abajo en una minicama y el pitido de varios equipos taladrando mis oídos me confieza mi paradero.

Estoy en un hospital.

No siento nada, lo cuál me hace pensar que estoy bajo los efectos de un sedante sumamente potente.

Parpadeo suavemente esperando acostumbrarme a la luz.

Creo que estoy sola en la habitación.

Mi pensamiento cambia en el momento que escucho la puerta abrirse y me pregunto quien acaba de terminar con la soledad en la que estaba hasta este momento pero por obvias razones no puedo saberlo.

—Nos alegra que este consciente finalmente señora Bianchi.—Dice la voz de un hombre que desconozco.

—¿Quién eres?—Me sorprende que tenga voz por muy ronca que suene y eso me lleva a la gran pregunta, ¿cuánto tiempo llevo aquí?

—Soy el agente que la rescató.—Dice el hombre y se pone frente a mí de forma que pueda verlo.

Creí que había sido una alucinación.

El rostro de ese hombre, fue lo último que vi antes de desmayarme.

—Ah si, ¿Qué quiere de mi?

—Hacerle unas preguntas y espero de su total cooperación para ésto.

—¿Qué le hace pensar que podré responderle algo de lo que me pregunte?—Me hago la tonta.

—Mire señora.—Dice.—Yilena Astrid fue teniente en la Fuerza Especial Militar de los Estados Unidos, una eminencia según su expediente, pero traicionó a la organización tras irse en medio de una misión con un numeroso cargamento, los detalles son innecesarios y riesgosos.—Me explica.—A lo que quiero llegar es que llevamos mucho tiempo detrás de ella y es sumamente extraño que cuando por fin damos con ella resulta que tiene cautiva a una niña de ocho años aproximadamente y una mujer que extrañamente lo único que hemos podido averiguar hasta ahora es el nombre.—Me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Me está culpando de algo indirectamente?—Me hago la ofendida.

—No precisamente señora, solo estoy buscando respuestas.

—Soy una mujer instruida y si cree que por mi estado me dejaré interrogar sin un abogado como si fuera la peor asesina a sueldo de todo el jodido país pues esta muy equivocado porque con el debido respeto que le debo a una autoridad de este país yo soy una ciudadana y conozco mis derechos para que no sean pisoteados.—Dramatizo.

—Tranquilicese señora, que lo bueno está por comenzar.—Me dice.—Sería más cómodo hacer esto en una estación pero por su estado no me queda opciones. Sus huellas estan en un auto con una homicida en una carretera detrás de un bosque prácticamente abandonado, asique dígame usted por dónde quiere comenzar a contarme lo que ha sucedido y su relación con la ex teniente Astrid.

¡Maldición!

Este hombre sabe mucho más de lo que imaginé y no tengo argumentaciones ni tiempo para pensar.

Abro la boca para decir algo intentando no parecer alguien que acaba de ser expuesto por un policía, pero la cierro en el momento que escucho como la puerta se abre y una persona entra.

La vista del hombre que trataba de sacarme información viaja hacia la persona que acaba de entrar y se levanta haciendo que pierda contacto visual con el.

—Es un interrogatorio privado señor...—Dice el policía pero la voz de quien podría ser mi salvador en estos momentos lo interrumpe con palabras difíciles de refutar.

Entre el amor y la venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora