Francesco Bianchi en multimedia.
—Lo descubrirás muy pronto.—Responde encogiendose de hombros y dedicándole una mirada divertida a Luis.—Cuando te mudes a mi casa.
—Creí que te mudarias tu a la mía.
Se carcajea.
—Eso no va a pasar.—Sonríe, por un momento me quedo observando la curvatura de su sonrisa, noto su mirada sobre la mia y me sobresalto de forma ligera dejando de lado mi acosadora mirada.
—Si me mudo contigo me llevo a mi hija también.—Aseguro.—No estoy dispuesta a dejarla lejos de mi donde yo no la puedo cuidar.
—Entiendo y no tengo ningún inconveniente en que la tierna Nefme se valla con nosotros.
Sus palabras me hacen enojar, choco su hombro de forma brusca buscando que quede frente a mí, capto su atención, lo señaló con el dedo con el ceño fruncido en forma de amenaza y me acerco un poco a el.
—Escúchame bien prospecto de esperma.—Inquiero.—No quiero que te acerques a mi hija, mucho menos que le toques una hebra de su cabello ¿me entendiste?—Veo como su garganta pasa saliva de forma gruesa.
—Ni que le fuera a hacer algo.—Una de sus manos golpea la mía con la cual estaba señalandolo con el dedo, un extraño choque de electricidad siento en mi mano unos segundos mientras su mano baja la mía, cosa que me me incomoda bastante como para aniquilarlo con la mirada.
—Te lo Advierto Francesco, no te acerques a Nefme.
—Hay ya relájate fiera.
Ruedo los ojos ante su sarcástica framatizacion.
Creo que cortarle la yugular era una mejor idea.
Y si me tienta no dudaré en hacerlo, igual ya le tengo ganas.
Tu le tienes muchas ganas, pero de otra cosa.
Subconsciente estúpido, no hables cosas que no son.
Ya ajam, digamos que te creo, pero sabes que la verdad es otra.
Cállate ya. Me estas distrayendo.
El que calle no hace que la verdad deje de serlo.
Por lo mismo, sabes lo que viví mejor que nadie, asique deja de distraerme.
—Tierra llamando a Lupacchiotta.—La voz de Francesco me saca de mis pensamientos sobresaltandome una vez más.
—¿Eh?
—¿Qué tienes? De pronto te quedaste muy pensativa.
—Cosas mías que no son de tu interés.—Digo de forma brusca.
—Ok, Lupacchiotta, como usted quiera.
—Lu...¿Qué?
Se rie.
—Mm, nada, mejor ya te llevo a tu casa.
—No es necesario, me voy sola.
—Insisto, de todas formas te mudaras Hoy a la mía ¿no es así?
—Si, pero bien puedo llegar solita de la misma forma en la que llegue aquí.
—Bien, como quieras. Para que seguir insistiendo.. Cuando la cabra habla...—Escucho sus palabras susurradas a duras penas y frunzo el ceño nuevamente.
—¿Qué dijiste?
—Qué cuando la cabra habla, no se le puede discutir.
—¿Me llamaste cabra?—Suelto una sonrisa seca y sarcástica.
—Tu me llamaste prospecto de esperma.—Esa es la respuesta que recibo de su parte, muy amable por cierto.
Grande...
Grande es el sarcasmo que he usado.
—Pero yo si tengo razón al llamarte así.
—Y yo también.
—¿Ah si?—Asiente un suave pero seguro "si" sale de sus labios y se acerca un poco más a mi.— ¿Por qué?
Se acerca un poco más y el choque de nuestras respiraciones me marea un poco y su presencia tan cerca de mi me provoca cierta inquietud.
—Porque eres aún más terca que una cabra Lupacchiotta.—Dice eso último en un susurro, noto que es un idioma el cual no entiendo pero me eriza hasta la médula.
Doy un paso atrás por inercia y choco con lo que creo que es una silla, pierdo el equilibrio un segundo y me preparo para saludar el suelo.
El miedo del golpe que me daré en mi trasero es remplazado por otro aún más abrumador en el momento en el que unos brazos me sostienen para no caerme, me doy cuenta de que es Francesco en el momento en el que me lanza hacia el dejándonos considerablemente cerca, nuestras narices chocaron en el impacto, su pecho queda sobre el mio, el aire se me atasca y deja de llegarme a los pulmones.
Separo mis labios abriendo un poco la boca buscando el aire que necesito con cierta desesperación, mi pecho comienza a subir y bajar, sus ojos abandonan los míos para fijar su vista en mis labios, por inercia también hago lo mismo y me relamo los labios al ver los suyos tan cerca que puedo ver la sequedad en ellos, su barba de varios días resalta adornando su rostro.
Sus manos en mi cintura se mueven un poco haciendo que quedemos un poco más pegado, eso basta para hacerme entrar en razón y lo empujó bruscamente lejos de mi haciendo que esta vez sea el quien caiga al suelo al perder el equilibrio por chocar con la otra silla.
El oxígeno vuelve a mis pulmones, pero mi pecho sigue subiendo y bajando por la falta de aire que tuve durante esos segundos de cercanía que tuve con el.
—Pinche loca.—Especta en el piso antes de levantarse.—¿Por qué hiciste eso?
—Te dije que no me tocaras.—Explico firmemente.—Acabas de romper una de las reglas más importantes de todas.
—Solo impedi que te calleras, pero si llego a saber eso, mejor te dejo caer.
—Si. Tal vez hubiera sido lo mejor.
Suspiro exasperado, antes de fijar mi mirada en Luis que se ha mantenido al margen de todo.
—Avísame cuando el contrato esté listo y vendré a firmar.—Le digo antes de fijar una vez más en el hombre que hasta hace unos instantes estaba tan cerca de mi, que fue capaz de hacer que la respiración se me atascara, mejor dicho.
Que fue capaz de dejarme sin respiración.
Su mirada pasea de arriba abajo descaradamente, lo ignoro y salgo del lugar con furia.
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Deslizo el cuchillo hacia abajo, abriendo el estómago del hombre el cual se encuentra gritando como una niña de 3 años cuando le quitan su biberón.
La sangre se desborda por la mesa en la que se encuentra el hombre amarrado, mi ropa se ensucia aún más pero realmente no me importa, sonrío frívola y perversamente al notar las patéticas súplicas por su vida.
—P..Por ffa...vor.—Dice apenas en susurro por la falta de fuerzas, me fijo en su redondo, sudoroso y pálido rostro mientras Tartamudea por su vida.—Se..ñori...
—Soy Nèmesis para ti.—Lo interrumpo sin borrar mi sonrisa, veo como intenta tragar pero no puede, supongo que su garganta esta seca, agarro una navaja, juego con su filo.—No lo olvides.
Y con eso clavo la navaja en su frente matándolo instantáneamente, me apoyo sobre la mesa en la cual yace el cadáver del hombre que estaba torturando por mero placer y para desestresarme por el momento que tuve con el imbesil de Francesco, el recuerdo de sus manos tocando mi piel llega a mi mente poniéndome inquieta. Intento alejar esos pensamientos, pero no es tan sencillo.
No dejo de pensar en ese momento de tensión entre nosotros, pero no de una forma agradable.
Nèmesis.
Esa soy yo.
No tengo piedad con nadie.
Absolutamente con nadie.
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Entre el amor y la venganza
RomanceSaga: Vida mafiosa #2 Traiciones, Odio, Secretos, Venganza, rencores y secretos del pasado. Dos reyes herederos y una princesa. Un error del pasado la llevará a cumplir una venganza prometida hacia una persona que está tres metros bajo tierra. U...