Capitulo 14

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Su mano regresa a mi mejilla antes de dejar de besarnos, nuestros ojos se encuentran, a pesar de su barba, puedo notar tus labios un poco enrojecidos e hinchados, pero siguen viéndose perfectos ante mis ojos.

—Con ese beso, me confirmaste que sientes lo mismo por mi.—Sus palabras me sacan de mi ensoñación.—No solo lo sentí aquí.—Señala su pecho donde está su corazón.—Sino, en todo el cuerpo.

—Es que no entiendes.—Digo casi en susurro, me alejo un poco de el, negandome a seguir con esto, me doy la vuelta, quedando de espaldas hacia el, cierro los ojos intentando calmar de alguna forma todo lo que siento en estos momentos.

—Ayúdame a entender.—Mis ojos se abren al sentir sus palabras en mi oído, su respiración moviendo un poco mi cabello y su pecho contra mi espalda.—Mira, yo se que tienes un lado..Sin alma, un lado muy duro pero...también tienes un lado muy tierno.—Vuelvo a cerrar los ojos un momento en cuanto escucho sus palabras mezcladas con su respiración en mi mejilla esta vez.—Un lado maravilloso..¡Por favor!

Sigo sin decir nada, pero me giro nuevamente hacia el, quedando super cerca, las ganas de volver a sentir sus labios danzando junto a los míos me llenan, pero me contento.

—Quita por un momento todas las barreras que has puesto, déjate llevar por todo esto que sentimos, vamos a darnos esa oportunidad.—Asegura.

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—Mi madre un día me dijo, que cuando te enamoras no tienes dudas, que nisiquiera, puedes pensar en otra opción que no sea en esa persona. Y yo nunca había estado tan seguro de algo, como con esto y no me importa no saber tu pasado.—Eso me hace bajar la cabeza un momento...Son tantas cosas las que viví, las que me dañaron, que me da miedo que si un día las sepa no me vea igual que ahora.—Solo sé, que quiero formar parte de tu presente y futuro, como tu de mi vida. Me haces sentir, no sé, como un adolescente.—Eso me hace sonreír.—Y créeme que no estoy aquí solamente porque me intrigas, sino porque hay algo que no me deja alejarme de ti, y te juro que no estoy hablando del acuerdo entre nuestras familias, solo quiero ser mejor persona para ti.

Sus labios vuelven a tomar los míos cumpliéndose el deceo de volver a sentirlos, y lo perfectamente que se mezclan con los míos, la ternura y firmeza en ellos me fascina y me hace olvidar de todo.

Dejamos de besarnos, sus ojos buscan los míos y en el camino a encontrarlos se desvían hacia mis labios una vez más.

Supongo que tengo los labios rojos e hinchados tanto como los tiene el.

Sus manos bajan suavemente hacia mi cuello, y de el, hacia mis...Pechos, el calor de sus manos traspasa mi blusa blanca haciéndome reaccionar, bajándome de la nube en la que estaba, perdida en su mirada.

¡No! ¡No!

Quito sus manos de mi cuerpo, y doy varios pasos hacia atrás.

—¿Qué pasa?—Me pregunta lógicamente desentendido por mi actitud ante lo que acaba de pasar.

—¡No!—Repito casi en susurro que fue más para mi que para el.

Me giro dándole la espalda antes de comenzar a correr lejos.

—¡Fabiana!—Me Grita, no se como pero logra alcanzarme, sus manos toman mi cintura, aun de espaldas, mi respiración se entrecorta y mi calor es evidente, pero tengo solo tengo una cosa en claro.

Quiero irme de aquí.

—¡No me toques!—Quito sus manos de mi.

—¡Hey! ¿qué pasa?— Me pregunta, sus manos vuelven a tocarme, mi molestia y miedo por esta situación aumenta, quiero estar sola.

Suspiro.

—Pasa...—Quito sus manos de mi cuerpo y las junto.—Que no quiero...—Suelto sus manos.—Más bien, No puedo andar contigo.—Sus manos agarran mi cintura nuevamente.

—Pero ¿por qué?

—¡No insistas! Y no vuelvas a tocarme.—Me salgo de su agarre una vez más antes de salir corriendo.

—Pero ¿por qué?—Escucho que Grita.—¡Fabiana!

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—¿Qué paso mensita?—La voz de Maria al pie de la puerta de la habitación que considero mía en su casa me sobresalta, estoy acostada boca abajo, y se que lo dice por las lágrimas en mis ojos y mi ceño fruncido, estoy segura de que tengo cara de pocos amigos, y más que eso hasta de frustración y dolor. —Te peleaste de nuevo con tu esposo.

Niego.

—Nos besamos.—Mi voz sale un poco ronca.

María se sienta a mi lado.

—¿Pero eso es malo?—Me pregunta.—Faby es de lo más normal, y para mi, ya hasta se ha Ian tardado fíjate.

Me acomodo quedando sentada en la cama frente a ella.

—Yo no...Debi hacer eso, es obvio que nunca debí permitir que eso pasara.—Bajo la mirada.

—¿Por qué no? Si es obvio que ustedes se quieren.—Su voz se escucha tan suave y tranquila.—Y si, se estarán peleando todo el día, pero se nota a leguas lo que siente el uno por el otro.

—Maria estoy traicionando a Santiago yo...

—Mira Faby...Por muy duro que suene pues...El Santiago ya se nos fue hace años.—Esas palabras me siguen doliendo.

—Pues para mi, es como si hubiera sido ayer.

—No Faby, no te me amenses.—La escucho suspirar.—Pero si quieres saberlo, si, si lo estás traicionando.

Asiento, se que estoy traicionando a mi esposo, lo se y es lo que más me duele de esta situación, que lo que paso con Francesco, es algo que realmente quería y sigo queriendo que pase aunque esta mal y no debo sentirme así pero ya no se como pararlo.

Se me está saliendo de las manos.

—Lo estas traicionando porque él siempre, siempre te pidió que fueras feliz y no le estas cumpliendo. ¡Piénsalo!

Y con eso se va, dejándome con mis torturadores pensamientos, contra la espada y la pared sin saber que hacer con todo esto que estoy viviendo.

Entre el amor y la venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora