Capitulo 34

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No salgo de mi sorpresa, francamente me desconciertan sus palabras.

¿Realmente a armado toda esta tontería por una venganza de algo que ocurrió hace décadas?

En verdad hay que ser idiota.

Y realmente se tiene que estar jodidamente mal de la cabeza como para ver el abuso sexual hacia alguien y no hacer nada.

Aún más si es de tu mismo género.

La desilusión que tengo al saber esa información no me cabe en el pecho.

De alguna forma logro recomponerme de la sorpresa visible en mi rostro.

Tomo una compostura diferente, mi espalda queda recta mi mirada y pensamientos se congelan hasta el punto de que la expresión de la individua frente a mí cambia un poco a una que expresa un poco de desorientación.

Una sonrisa frívola curva mis labios justo en el momento en el que saco mi arma que ocultaba detrás de mi pantalón totalmente cargada y le apunto a la cabeza sin siquiera parpadear.

Logro ver cierto miedo, confusión y hasta sorpresa en su mirada.

¿Creía que me iba a dejar joder tan fácil?

Cómo se nota que no conoce a la puta ama de Colombia.

El ruido del tacón de mis botas golpea el sólido suelo de las ruinas mientras me acerco suavemente hacia Yilena que no oculta su expresión de miedo y logro ver como sus ojos se cristalizan.

Estoy segura de que la idea de que morirá en mis manos está en su ilusa cabeza.

—¿Dónde está mi hija?—Mi voz sale fuerte y fría a pesar de tener las cuerdas bucales desgarradas a tal grado que al hablar la garganta me arde.

—Si me matas nunca la vas a volver a ver.—Amenaza.—Si me pasa algo, tu hija se muere.—Dice con algo de nervios.—Asique si yo tuviera tu, y de verdad le tuviera "Aprecio" a una hija concebida por víctima de una violacion, bajaría esa pistola.

Percibo sus palabras y un dolor detonante llena mi pecho ante el pensamiento de que le pase algo a mi niña.

Por instinto suelto el arma tirando la al suelo lejos de mi maldiciendo varias veces.

—Así me gusta más.—Dice la asquerosa de Yilena con una sonrisa amplia.—Tranquilita y cooperando.

Me retuerso en mi misma en el instante en el que choco contra la amarga realidad en la que me encuentro.

No tengo un plan.

No tengo fuerzas.

No tengo armas.

No tengo a mi hija.

No tengo quien me rescate de esta y no se como voy a rescatarme a mi misma y a mi hija.

No tengo absolutamente nada.

Estoy sola.

Me pregunto si tanto odio, tanto rencor. valió la pena.

La respuesta es simple.

No.

Solo me ha servido para vivir amargada y con miedo, sin poder disfrutar de los pocos buenos momentos que me regalo la vida.

Y ahora estoy aquí.

No sé si saldré con vida de ésta, no se como esta mi hija, no se nada.

Supongo que este es el castigo divino que me ha llegado.

Nunca fue una opción rendirme para mi, pero en estos momentos, es lo único que me queda, ya no tengo esperanzas.

Nisiquiera lo tengo a él.

Por quien me abrí al amor una vez más.

Francesco, mi esposo.

—¿Te carcomen los remordimientos lobita?—Mis oídos perciben la voz de Yilena nuevamente.

Lobita su abuela.

—¿Ahora ya no eres tan dura eh?

Resoplo rodando los ojos.

—¿Dónde está mi hija?—Suelto entretienes y sin paciencia alguna.

—¡Cierto! Casi lo olvido.—Me dice.—¡Vamos! Te llevaré con tu amada hijita.—Me dice mientras saca un arma y me apunta a la cabeza hasta acercarse a mi y me sostiene con una de sus manos mientras que con la otra ejerce fuerza sobre mi estómago y el arma.—Por si se te ocurre hacer algo raro.—Dice.

Me hace darme la vuelta quedando de espaldas, el arma pincha mi espalda baja y me hace que Camine escaleras abajo.

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Creo que hemos bajado al piso más bajo del edificio, no estoy muy segura, esta todo un poco oscuro ya que el sol se está poniendo. Seguimos caminando hasta detenernos en una puerta de madera, la cual Yilena abre sin dejar de presionar el arma en mi espalda.

La abre y el corazón me da un brinco pero al mismo tiempo  el pecho se me hunde argumentando mi asfixia y dolor.

El horror que expresa mi hija es la peor tortura que puedo recibir, sus ojos me miran con una clara sorpresa y puedo ver un pequeño brillo opacado por el miedo en sus ojos.

—¡Mami!!—Su voz no suena tan dulce como siempre, sino ronca y temblorosa.

De alguna forma me suelto de Yilena y Corro hacia ella.

—Cariño.—Beso su mejilla.—¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?

Intento pasear mis ojos por todo su cuerpo a la velocidad de la luz en busca de algún indicio de dolor físico que le haya hecho pasar esta perra, pero no encuentro nada.

—No me ha hecho nada mami—Intenta sonreír para despreocuparme.—¿Qué está pasando?

—Tranquila cariño, pronto saldremos de aquí.—Miento para tranquilizarla, haré lo posible porque ella salga, pero no estoy segura de que yo pueda salir también.

—No me mientas.—Me dice.—¿Nos vamos a morir?

Me quedo en silencio unos segundos ante su pregunta.

—¡Respóndele a la niña!—Dice Yilena y la  miro de mala forma logrando que se calle.

—A ti no te va a pasar nada cariño.—Le doy una sonrisa fingida a mi hija.

—Tengo miedo.—Me dice y es algo que ya sabía.—Y si papi no nos viene a rescatar.

No lo hará.

—Papi esta muy ocupado y no sabe que estamos aquí cariño, si no logra rescatarnos no importa, tu vas a salir de aquí.

—¿Y tú?

—Yo tal vez me quede un rato, tengo cosas que hablar con ella.

—Me estás mintiendo.

—No lo hago pulguita.

Me mira con los ojos entrecerrados asegurándose que no le Miento durante algunos segundos.

—Bien ya me aburrí, se termino la reunión familiar.—Dice Yilena y estoy por girar me hacia ella pero un golpe en mi nuca me marea y logro ver el rostro de Nefme antes de caer en la inconsciencia.
















Maratón 1/5 mores.

No tenía intenciones de hacer Maratón hasta que me lo pidieron, y esto es gracias a @Claudiag26a un

Bien, ahora...El capítulo.

Que creen que le haga Yilena a Faby?

*Sonido de tambor*

Lo descubrirán mañana.

No tengo mucho más que decir hoy amores, espero que hayan disfrutado el capítulo y que no nos queda mucho más tiempo en Colombia jeje.

Les quiero.

Entre el amor y la venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora