Capitulo 8

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Maldigo una y mil veces el haber apostado, no se como paso, pero me gano, no entiendo nada y estoy confundida, estaba segura de que iba a ganar.

Su sonrisa victoriosa me provoca enormes arcadas.

Con su dedo señala su mejilla esperando el beso, tengo palabra y es la única razón por la que le daría un beso al idiota presumido éste.

Me acerco quedando a milímetros de su mejilla estoy a punto de besarla, cuando mueve su rostro juntando nuestros labios de forma sorpresiva para mí, nuestros labios permacen inmóviles sobre el otro, su barba pica un poco, pero es soportable.

Cuando llega la lucidez a mi, lo empujó fuertemente y le doy una fuerte bofetada pero eso no elimina su sonrisa.

-¡Eres un poco hombre!-Digo con asco y repugnancia.

-Pero te gustó ¿O no?

Eso solo me sirve de incentivo para lanzarme contra el, intento golpearlo pero es más rápido y Atrapa mis manos con las suyas dejándonos cerca una vez más, nublando mi vista nuevamente, pero rápido me recupero, intento liberarme de su agarre pero es más fuerte que yo obviamente, pero otra idea se me cruza por la cabeza y no dudo en ponerla en práctica alzando con fuerza mi rodilla golpeando sus bolas, su rostro se pone un poco rojo, mientras su expresión cambia y su agarre hacia mi se suaviza un poco antes de soltarme por completo y caer retorcido al suelo.

No digo nada solo agarro mi yegua y salgo de ahí tan rápido como puedo, las lágrimas comienzan a salir sin que pueda evitarlo, el dolor en mi pecho aumenta, más, cada lágrima es como una gota de sangre que sale de mi cuerpo, justo como toda esa sangre que mancho el río esa terrible noche que terminó con mi vida.

Es hora de visitar su tumba.

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Me inco frente a la vieja cruz de madera en el suelo sin importarme la tierra, en este lado del rancho de Maria todo es más frío y solitario, el viento sopla más fuerte y las olas de los árboles en las ramas chocan y se mueven hasta caer al suelo con suavidad guiadas por el viento.

Es como ese final del ese bosque tenebroso y oscuro al lado de la carretera por la que pocas personas

-Hace tiempo regrese aquí, buscando una forma de recomenzar todo lo que paso, vine para hacer justicia, tu muerte no quedará impune y yo me encargaré de eso.

Suspiro exasperado, las lágrimas vuelvan a acumularse en mis ojos.

-Te extraño mucho y me haces mucha más falta.-Digo con voz un poco ahogada por el nudo atorado en mi garganta.-La vida sin ti ha sido más difícil de lo que pensé. Aún no me acostumbro a tu ausencia, pero me quedo con el tiempo que estuvimos juntos y lo feliz que me hiciste, las diversas cosas que me enseñaste. Nunca podré olvidarte..

-Nadie nunca podrá hacerlo.-La voz de Maria me sobresalta.-Chamaca del demonio no habías venido a verme.

Me levanto y la abrazo.

-Manita..

-¿Cómo estás?-Me pregunta aun en nuestro abrazo.

-Bien, han pasado muchas cosas desde que regrese. Tengo mucho que contarte.

-Vamos al rancho entomces ahi podemos hablar.

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-Que bueno que llegas hija.-Mi madre me recibe.-Aqui te estan esperando.-Miro al lugar al que me señala mi madre y la figura del imbesil de Francesco aparece frente a mi, suspiro con exasperacion a lo que eso significa.

Entre el amor y la venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora