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En unas horas cogeremos el avión y volveré a Francia. Volveré con James.

Estamos solos en su casa.

–No entiendo cual es el problema. –Por supuesto que James no lo entendía. –Llama a tus padres y pregúntales cuando van a estar en casa.

–No, sería mucha coincidencia que hagamos planes fuera de casa cuando ellos sí están.

Mi teléfono comienza a sonar. Sirius aparece tirado en el sofá.

–Imposible. Kreacher no me deja acercarme al despacho de padre. Ni a sus llaves.

–¿Kreacher? –James me mira, desinformado.

–Nuestro mayordomo.

–Es un empleado, no un mayordomo. –Corrijo a Sirius, quien hace años que le perdió el respeto a Kreacher.

–James. –Llama Sirius – Un hombre, vestido de traje, que reside y sirve a una familia rica y que algunas de sus funciones son cocinar, limpiar, guardar las llaves o cuidar el orden en la casa. ¿Cómo lo llamarías?

–Supongo que eso es un mayordomo.

–Bueno, ya está, suficiente. Tu, –Señaló al teléfono un poco harto de la conversación –deja de meterte con Kreacher, es la única amabilidad que has recibido en esa casa, y tu–Señalo a James –Déjame tu teléfono.

He de admitir que me gustan las cosas efectivas, y que siempre he opinado que sólo puedes fiarte de ti mismo si lo quieres todo bien.

Marco el número de Kreacher y dejó el teléfono sonar.

–Dígame. –La voz apagada contesta al otro lado.

–Kreacher, buenos días. –El francés sabe agridulce en mi lengua después de tanto tiempo.

–Señorito Black. Es una alegría oírle. Si no me equivoco, debo ir a recogerle junto a su invitado mañana a las doce.

–Así es. Veras, quería pedirle un favor.

–Usted dirá. –Alzó la mirada y observo como James, sentado en su cama, analiza con una sonrisa la situación.

–Necesito agendar una reunión con mis padres, y necesito saber cuando podría estar seguro de su presencia en casa. El problema es que no encuentro el teléfono de su secretaria y el señor no me coje el teléfono.

–Ya veo... Ahora mismo le pido a la señorita que contacte con usted lo antes posible. ¿Desea usted algo más?

–Muchas gracias Kreacher.

Cuelgo y Sirius y James comienzan a reírse.

–Es gracioso oírte hablar así.

–Se le pone cara de aristócrata. –James ríe ante el comentario y yo finjo enfadarme mientras disfruto de la melodía de su voz.

Se escucha a alguien golpeando la puerta, Sirius se levanta y un minuto después se oye la voz de Remus.

"¿Listo para nuestra cita?" "Siempre estoy listo para ti." "Ya te veo."

Me acerco al teléfono y cuelgo.

–Dejémosles intimidad.

–Hablando de intimidad, señorito Regulus. –James pronuncia con cierto tono esas últimas palabras. Camina hasta mi cama y se sienta muy cerca de mi. –No sabes como me muero por oírte hablar francés como un aristócrata de nuevo.

James me acaricia la espalda muy lentamente, sube hasta mi cuello, perfila la forma de mi mandíbula y poco a poco vuelve a bajar hasta mi hombro.

–Siempre estás tan tenso...–Susurra muy cerca de mi cuello –Relájate.

Y comienza a besar mi cuello provocando un pequeño escalofrío en mi. Recorre con sus labios el mismo camino que poco antes había dibujado con sus manos. Sus besos son lentos, tranquilos y al mismo tiempo exasperantes. Parece una tortura a la que dudo en resistirme.

James se mueve lentamente, se arrodilla sobre la cama, a mi espalda, me envuelve con sus brazos mientras sigue propinando besos y más besos.

–James. –Susurro. Necesito probar de nuevo sus labios. El continua.–Para, escúchame.

–Te escucho. –Separa sus labios de mi piel y los extraño. Lo empujó hacia atrás y dejó que caiga sobre mi cama. Me toca. Comienzo a besarlo, saboreo sus labios, dejó que él saboree los míos. Entonces me separo y James parece odiarlo. Sonrío y comienzo a besar su cuello poco a poco, inhalando su olor, dejando mi marca en él. Bajo hasta llegar a la clavícula, la beso hasta saberla de memoria y luego subo a sus labios y vuelvo a besar y besar.

Mis manos bajo su camiseta, tocando, sintiendo, disfrutándolo.

 Él es solo para mí. 


¡¡¡Nos vamos a Francia!!!

¡Que bien! ¡Que guay!

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Hasta el lunes


Ma douce souffrance - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora