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A todos los lectores de Ma douce souffrance, bienvenidos al último capítulo. 

El problema de hacer amigos es que puede que en algún momento tengas que despedirte de ellos. El problema de enamorarte es que en algún momento te separas de esa persona. Mi mayor problema es que no me gustan las despedidas.

Puede que no le gusten a nadie, pero a mi siempre me han parecido situaciones crueles que nos entrega el destino. Un "adiós" a veces es un "hasta nunca", y el problema es que la mayoría de veces no sabemos el significado real de esta palabra.

Otra cosa que odio de las despedidas es que realmente hay veces que no sabes cuando van a llegar, ni cuánto van a doler.

–Adiós, James. –Me había dicho Marlene repitiendo las mismas palabras que otros muchos ya me habían dicho. Abrazos y algunas bromas sobre España seguidos por la sonrisa triste que Regulus no había podido ocultar durante todo el día.

La casa de los Black se ha quedado vacía a las seis de la tarde después de una avalancha de visitas de despedida. Nos quedan cuatro horas juntos.

Aun estamos delante de la puerta, inconscientemente de la mano, con Sirius a nuestras espaldas, mientras saboreamos el sabor amargo de la despedida.

Sirius da un paso lento hacia atrás que destaca entre el silencio. Balbucea antes de hablar claro.

–Haremos algo, os dejo un rato juntos, y a las nueve cenamos los tres y os llevo al aeropuerto. –Sirius ha bajado los hombros y ha metido sus manos en los bolsillos como si de un perro triste se tratase. De reojo veo como Regulus asiente y yo repito su acción.

Me aferro un poco más a su mano cuando nos quedamos solos de nuevo. Regulus me mira y por un momento no se que es más triste, su mirada o nuestra situación.

–Ven aquí. –Le digo y Regulus se acerca para abrazarme. Suspira y entierra su cabeza en mi cuello como un niño asustado.

Se oye un pequeño rastro de llanto opacado por la tala de mi camiseta. Regulus ha aguantado mucho.

–Regulus... Amor. –Le digo mientras acaricio con cuidado su cabeza. Regulus levanta la cabeza muy despacio y me mira con los ojos bañados en lágrimas. –Mi niño.

Vuelve a arrimarse a mí mientras lucho por retener las lágrimas. Esto no puede terminar así. No nos lo merecemos.

Pero ya no podemos hacer mucho.

Nos consolamos el uno al otro. En algún momento terminamos en su habitación, acostados en su cama, llorando y riendo. Esperando a que sea el momento de decir adiós.

Regulus ha cerrado los ojos, en un intento de calmarse, mientras a su lado yo tomo su mano y la beso procurando que no se me olvide ningún detalle.

Regulus habla tras un momento de silencio con una voz tan fina que parece que puede romperse.

–¿No puedes quedarte?

La pregunta me rompe el corazón un poquito más.

–No. –Silencio de nuevo mientras mis ojos se llenan de lágrimas. –No puedo quedarme porque este no es mi sitio.

–Pero me quieres. –Sentencia Regulus justo a mi lado con la voz a punto de romperse.

–Si, te quiero. –Le digo mientras me vuelvo a mirarlo, ambos con la vista nublada. –Sabes que te quiero, Regulus. Te quiero, y siempre te querré, no te atrevas a dudarlo. –Regulus me mira y se acerca un poco para besarme. – Pero, Regulus, tienes que entender que por mucho que me quieras, y por mucho que yo te quiera a ti no podemos seguir juntos.

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⏰ Última actualización: Apr 12 ⏰

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Ma douce souffrance - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora