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La casa de los Crouch es antigua y señorial, conserva una fachada de aire milenario y contrasta con el resto de casas de la calle que junto a la noche consiguen transportarte a el París de la antigüedad.

En cambio, con solo cruzar la puerta regresas al presente.

Mucha gente de nuestra edad o más mayores bailan, beben y se mueven por el interior de la casa que está adornada con muebles y cuadros que jamás pensaría en comprar y que se alumbra con luces de colores que parpadean al ritmo de la música.

Marlene llega frente a nosotros brillando con un top escotado y habla lo suficientemente alto como para superar a la música.

–¡Hola! –Se aparta de la puerta para dejarnos pasar y grita de nuevo –¡Que comience la fiesta!

Lo siguiente que sé es que me ha tomado de la mano y que Sirius está gritando en mi oído. Marlene estira de mi y yo instintivamente tomó la mano de Regulus mientras atravesamos a la multitud.

La cocina está prácticamente vacía. Dos chicos están rellenando sus vasos mientras Dorcas alinea encima de la encimera pequeños vasos de plástico. Alza la cabeza y nos mira con un recuento rápido, luego alcanza con una mano una botella de un verde muy oscuro y comienza a llenarlos.

Todos brindamos por nuestra noche y engullimos el alcohol.

La noche comienza con bailes, música y risas tontas.

La gente baila a mi alrededor mientras el mareo agradable que provoca el alcohol se me implanta en la mirada.

Regulus toma mi mano y me lleva de nuevo a la cocina.

–¿Qué quieres? –Me pregunta entre risas y balanceos mientras deja su vaso sobre la superficie negra.

–A ti. –Suelto las palabras con espontaneidad y Regulus sonríe.

–No idiota, –Se acerca a mi con dos pequeños vasos y me mira riendo – hablo del alcohol.

–Sigo queriéndote a ti. –Vuelvo a decirle y Regulus se encoge de hombros.

–Tequila entonces.

Alzo el vaso hacia mi boca y trago el líquido antes de que Regulus me tome de los hombros para besarme.

–Sabes a alcohol. –Digo cuando se separa. –Eres un alcohólico.

–Tu vas peor que yo. Tu eres el alcohólico.

Me acerco mucho más a él y ante sus labios susurro.

–Mentiroso.

Ambos nos reímos tontamente. Vuelve a besarme y mientras tanto se acerca un poco más a mi.

Remus aparece por la puerta y nos saluda.

–Siento interrumpir. –Se sirve un chupito de vodka y lo traga en segundos, luego sirve dos más y los toma entre las manos. –Marlene está buscándonos a todos. Dice que quiere que juguemos.

No tenemos otra que seguirlo hasta una habitación escaleras arriba. Hay gente sentada sobre el suelo, forman una especie de círculo. Los reconozco a la mayoría y observo que cada uno lleva un vaso pequeño en la mano. En el centro una botella de cristal sin etiqueta.

Ya sé a qué jugaremos.

Regulus me mira, lo suficientemente sobrio como para dudar, pero lo suficientemente ebrio como para aceptar.

Ambos nos sentamos y el juego comienza.

Un beso, un reto o una prenda.

La botella gira, y apunta a Sirius.

Ma douce souffrance - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora