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–James. –Me siento a su lado mientras él sigue durmiendo –James, despierta. Tengo una sorpresa.

James se mueve un poco y entre abre los ojos lentamente antes de sonreír. Una sonrisa hermosa que me hace sonreír.

–Buenos días Reggie. –Se incorpora un poco y se acerca a mí para darme un beso en la frente. –¿Qué sorpresa?

Sus ojos tienen un pequeño brillo inocente cuando pregunta, la respuesta simplemente es un beso.

–Veras, Jamie, el concepto de sorpresa implica que no sepas lo que es. –Digo mientras me levanto de la cama seguido por sus ojos. –Vístete y lo averiguarás.

James se levanta de un salto, completamente emocionado, decidido a cumplir cada una de mis órdenes.

Lo primero que hacemos es caminar por las calles de París en busca de una cafetería.

–¿Esta es mi sorpresa? –Pregunta James cuando nos sentamos en el interior de un establecimiento con paredes de madera cubiertas de plantas y pequeñas luces. –Es una cafetería preciosa. ¿Vamos a tener una cita? ¿Debería haberte comprado algo?

–No te preocupes. Es una especie de disculpa por lo de ayer. Lo siento mucho, así que he decidido regalarte este día como recompensa. –James emite un sonido de comprensión antes de estirar su mano sobre la mía y sonreír con calma.

–No tenías que preocuparte Reggie. –Pero yo solo puedo quitarle importancia a mi acción negando con la cabeza y luego llamando a la camarera para pedir.

Pedimos y continuamos con nuestra charla durante un tiempo. Más tarde, camino al lado de un James muy impaciente hasta llegar a Place du Carrousel, entonces algo en la mirada de James parece cambiar.

–¿Vamos a...?

–El mejor lugar de París. El Louvre.

James suelta un suspiro de fascinación. Me vuelvo hacia él y me tomó de la mano con emoción.

–Llévame. Enséñame el arte que contiene el museo, y el arte que más te fascine a ti.

Su sonrisa, la mía, su emoción, mi alegría. Un momento mágico en un día mágico.

Caminamos por el museo bajo mis indicaciones, la gente está a nuestro alrededor pero parece no importarnos. James solo tiene ojos para el arte que se muestra a nuestro alrededor, yo solo tengo ojos para él.

Ambos tomados de la mano por el Louvre, ambos fascinados, ambos felices.

–¿Esa es la balsa de la medusa? Increíble. –Esa frase de admiración y respeto era utilizada por James en cada cuadro que reconoció y seguida de un "ohhhh" después de algún dato que propinaba yo sobre cada pintura que podía.

–¿Sabes quien es mi artista favorito? –había preguntado James cuando nos encontrábamos en frente de La belle ferronière.

–Dime. –Había respondido esperando una respuesta tan común como Van Gogh o Da Vinci.

–Tu. –Dijo y la sorpresa fue abrumadora. –Eres un gran artista, Regulus. He visto tus pinturas y es fascinante como...

–Espera. –James se interrumpe y me mira con atención. –¿Has ido al desván? Has visto el...

–No destape la pintura. –Me interrumpe esta vez– Observe las que había en toda la habitación menos esa, no me pareció correcto. Me dijiste que era una sorpresa.

–No está terminada aún. –Mencionó mientras divago en mis recuerdos –Le queda poco. Pero, ¿Cuándo dije que tenía una sorpresa?

–Bueno. –Se había reído James mientras se frotaba el cuello. –Técnicamente no me lo estabas diciendo a mi. Ibas ebrio y se lo dijiste al chico que te acompaño a casa. Que era yo. Solo que tú no lo sabías.

"Dios mío." Pienso. "Tengo que dejar de beber."

James al parecer entiende mi expresión porque vuelve a soltar una carcajada y toma de nuevo mi mano.

–¿Me la enseñaras? –Dice. –La pintura. ¿Me la enseñaras antes de que me vaya?

Asiento mientras pienso en los pocos detalles que me faltaba por dar durante la madrugada. Estará lista.

–Eso haré. No puedo decepcionar a mi fan número uno.

La risa de James vuelve a resonar.

–No. Te aseguro que no puedes.

Y un beso con el que acaba la conversación.

Puede que en aquel momento sintiese chispas, chispas provenientes de fuegos artificiales que sonaban sin cesar dentro de mi corazón. Puede que hiciesen que no oyese con claridad, puede que lo que sonaba en mis oídos era el latido fuerte que produce mi corazón enamorado. Puede que los fuegos artificiales estuviesen captando toda mi atención impidiendo que, por unos instantes, no pudiese pensar en la despedida que ocurriría dentro de dos días.

Puede que no fuese para tanto. Después de todo, ¿Qué tan difícil es decirle adiós al amor de tu vida?

Oh. Joder. Puede que sí sea difícil.

Esto se acaba... Que triste. Pero como no ocurre esta semana no pasa nada. Sigamos por ahora y deseadme suerte para escribir los últimos capítulos.  

Gracias por votar y comentar <3 Sois los mejores. 


Ma douce souffrance - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora