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–Nos iremos pronto hoy. –Había comentado Narcisa cuando Walburga le había ofrecido una copa de vino.

–Mañana tenemos una reunión de trabajo. –Añadió Andrómeda mientras observaba la hora en su reloj. –Es tardísimo.

Eran las once. Una gran hora para escapar de la cena familiar.

Nos despedimos de ellas y entonces comenzamos la farsa.

–Disculpadnos a nosotros también. Mañana planeamos salir pronto de casa para aprovechar el día.

–No hagáis tonterías. ¿Está claro Regina? O haré que Kreacher acondicione otra habitación para el chico.

–Descansa, Madre.

–Buenas noches. –James trataba de ser educado. Había medido cada uno de sus movimientos desde que habíamos entrado por la puerta. Intentaba ser perfecto para no destacar. Al igual que habíamos hecho siempre Sirius y yo. No quería que viviese así. Era absurdo. Siempre había sido absurdo.

Sirius ni siquiera se despidió. Se levantó por detrás de nosotros y se fue metiendo sus manos en los bolsillos. Madre solo le miro mal.

Al pie de la escalera estaba Kreacher, fingiendo no haber oído la conversación.

–Descansen, caballeros.

–Que no se nos moleste, Kreacher, por favor. –Kreacher asentía con la cabeza. –Me alegro de verte de nuevo.

–Lo mismo digo, señorito Regulus.

Cuando llegamos a nuestras habitaciones y nos aseguramos de que Kreacher estaba de nuevo donde seguía transcurriendo la cena comenzamos a actuar.

Sirius salió de su habitación con un bolso negro y con un vestuario extravagante. James y yo habíamos cambiado los rígidos trajes por ropa más fiestera.

–¿Y el vestido?

–He cambiado de opinión. –Sirius habla frustrado –Se lo deje a Dorcas y no me lo ha devuelto. Perra sucia.

–¿Y ahora qué? ¿Cómo salimos?

–Muy fácil, por la ventana.

James hizo una mueca extraña. En su cara se reflejaban sus pensamientos. O puede que solo yo supiera leerlos.

–No vamos a hacerte saltar desde el tercer piso, tranquilo. Salimos por una ventana que da a un balcón tapiado, el cual tiene una escalera para bajar a la calle.

–¿Lo habéis hecho muchas veces?

–Tantas que no puedo contarlas. –Le respondió Sirius esta vez. –Lo limpiamos y todo de vez en cuando para que no se ensucie la ropa.

Sirius era un galán. Presumido y algo egocéntrico con su aspecto, pero no de una forma irritable. Parecía que siempre estuviese bromeando.

Escapar de la casa Black era muy fácil después de todo. Llegamos a la esquina de la calle para encontrar el precioso coche de Narcisa aparcado con ella y Andrómeda dentro.

–Míralos qué listos. –Hablaba Andrómeda –Se han cambiado de ropa y todo.

Subimos al coche y Cissy comenzó a conducir. Sirius escarbaba en su bolso.

–No encuentro el colorete.

–Estas preciosa así, Sirius.

–Me falta el colorete. Tengo que ir perfecta. –Narcisa le pasó su bolso. –Te quiero Cissy.

–Que no se entere tu madre. Ya sabes que intento...

–Mantener las apariencias. –Todos terminamos la frase excepto James que nos miraba a todos con su sonrisa de siempre.

Ma douce souffrance - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora