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-¿Por qué no puedo llevar vestido? Me queda de maravilla. -Sirius mira su reflejo en el espejo de la habitación.

-Porque no queremos discutir con Madre y Padre.

-Siempre discutimos con ellos. Tu discutes también.

-Yo evito sus malos comentarios.

-Los evades con comentarios impertinentes.

-Es mejor que decirles con tu mejor acento francés que te chupen el culo.

-Fue una vez y me había cabreado mucho.

-Y se te ocurrió decir Suce mon cul.

-Madre lo merecía.

-Madre es peor que decir esa frase.

-¿Entonces ellos siempre son así? -Ambos hermanos me miran con una especie de brillo triste en los ojos. -Perdón. No quería...

-No pasa nada. Es nuestra familia, no podemos hacer mucho más que aguantar.

-Eso es muy triste. Lo siento.

-No lo sientas.

Ambos hermanos eran muy buenas personas, tenían grandes personalidades y eran realmente agradables a pesar de haber vivido en un entorno tan grotesco. Habían decidido no ser iguales a sus padres. Habían elegido el bien, pese a que les llevase a más problemas. Era admirable.

Momentos antes de la cena, Regulus y yo nos arreglábamos, ajustábamos los últimos detalles de nuestros trajes. Ambos vestíamos de negro. Regulus me miraba disimuladamente.

-¿Qué es lo que miras?.

-Oh, nada en concreto. Solo a un chico muy guapo que se encuentra en mi habitación, que lleva un traje negro muy caro y que por alguna razón no dejo de pensar que es extremadamente sexi.

Regulus avanza un paso hacia mi.

-En cambio, yo no puedo despegar la mirada de un chico hermoso que por alguna razón se cruzó en mi camino y ahora me tiene perdido en sus ojos grises.

-¿Perdido? Y yo que pensé que James Potter era de esos que siempre tenían el control de su vida.

-Bueno, yo pensaba que los chicos guapos y ricos no caían a los pies de otro por llevar un traje caro.

-Créeme, ese traje me importa lo más mínimo.

-Créeme a mi cuando digo que no me importaría perderme mil veces siempre que fuera siguiéndote a ti.

Pasa sus brazos por encima de mis hombros y se acerca casi a milímetros.

-Bésame de una vez. Me haces sufrir de solo tenerte lejos.

Un beso. Un beso lento y relajante. Uno que quita el apetito y disipa el dolor del mundo. Un beso que sería incapaz de olvidar.

-Eres mi dulce sufrimiento. Ma douce souffrance.

...

Sirius luce un delineado largo y afilado. Nos espera justo al final de la escalera.

-Madre mencionó que había exagerado con el maquillaje. -Comenta mientras observa sus uñas. -Así que he mejorado el delineado.

-¿Ya están aquí las primas?

-Juraría que Bella acaba de entrar por la puerta.

Una voz aguda se escuchaba en otra habitación. Por alguna razón, el bello de la nuca se me eriza.

Cuando llegamos a la habitación donde la familia se encontraba, Walburga, la madre de Regulus, mencionaba algo que le causaba repugnante. Las tres chicas que la acompañaban dirigieron su atención hacia mí.

Las tres eran altas y de aspecto imponente. Todas ellas tenían la característica belleza de la familia, y parecían, al igual que a sus primos, haber sido criadas para mantener la compostura recta y perfecta.

La más alta de todas, con una melena rubia y lacia y unos ojos casi idénticos a los de sirius me saludó con una sonrisa de falsedad en el rostro. Por otro lado, otra de ellas se reía sin discreción, con burla. Tenía la cabeza repleta de rizos de carácter incontrolable que parecían haber sido definidos uno por uno durante un gran periodo de tiempo.

La última, sonreía con amabilidad. Por un momento se podría pensar que no era de aquella familia. No vestía con total perfección como sus hermanas. De hecho, imitaba el comportamiento de Sirius de mostrar rebeldía de forma discreta pero notable. Su pelo castaño oscuro mostraba ondas suaves y asimétricas, y pese a su vestido negro, utilizaba verde en su cinturón y guantes.

-Nos sentaremos, entonces.

El ambiente durante la comida era ligeramente tenso. Regulus y Sirius se habían sentado a mis lados como forma de protección. De vez en cuando, Regulus rozaba su rodilla contra la mía. Me tranquilizaba saber que él estaba a mi lado.

Andrómeda, así se llamaba la hermana mediana de aspecto amable, se había sentado frente a mi. Cuando los padres de Regulus comenzaron a discutir sobre política con Bella, quien parecía haber comenzado a trabajar en algo relacionado.

Andrómeda se dirige a mi.

-Te llamas James. -Asentí con la cabeza y Regulus volvió a rozar su rodilla contra la mía. -Encantada entonces. Espero que disfrutes de tu estancia en Francia.

-Muchas gracias.

Andrómeda comenzó a preguntar sobre nuestros planes. Sirius y ella, que al parecer eran muy cercanos, comenzaron a nombrar grandes sitios que visitar en la ciudad.

-Bueno, y las fiestas en París son geniales. -Mencionaba ella mientras tomaba un trago de su copa. -Pero bueno, ya habréis ido a alguna.

-He llegado hoy.

-¿En serio?

-No, I'm sirius. El es Regulus.

Al parecer los únicos que reímos fuimos Sirius y yo.

-Bueno, -Continuo Andrómeda resignada a oír esa broma por toda la eternidad -me parece una gran idea vivir tu primera noche en parís disfrutando de una gran fiesta. ¿Por qué no vamos?

-La cena no ha terminado. -La hermana rubia a la que había oído llamar Narcisa había interrumpido la conversación. -Esperemos mínimo a los postres.

-¿Significa que tú también vienes?

-Alguien tiene que vigilarlos.

-Somos responsables.

-Te avisaré cuando me lo crea, Sirius. -Narcisa había enderezado los hombros y lo miraba con seriedad -Ve pensando cómo les vas ha decir que nos vamos de fiesta. Y luego iremos.

-Dalo por hecho, Cissi.

Ma douce souffrance - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora