Capítulo 28

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Mientras Chiara se acababa de despedir de Amor, Violeta se quedó en el pasillo.

Quería dejarles intimidad así que se quedó hablando fuera con el padre de la pequeña. Estaba escuchándole atentamente, hasta que una cabellera rubia que conocía perfectamente la vio por detrás del mayor. Ahí dejó de escucharle y intentó mirar por encima de su hombro.

Denna se encontraba hablando con un chico de bata blanca y pelo marrón. Lo que también le pareció conocido. Rezó por que se girara y poder ver con quien hablaba tan alteradamente.

Parece que el moreno le dijo algo que le molestó, por lo que la rubia se echó el pelo hacia atrás y dejó de mirarlo. Cruzó su mirada con Violeta y la rubia abrió los ojos, cortando su conversación con el moreno casi al instante. El chico se giró, para mirar que era lo que su compañera había visto para irse corriendo.

Hasta que lo vio. Cris. ¿Esos dos se conocían?

Ahí recordó la conversación con él antes de reyes. ¿La persona era Denna? Ahora si que estaba muy perdida.

— Ya está, muchas gracias otra vez, Arnau — la voz de Chiara le asustó, lo que causó la risa de esta.

— A vosotras, chicas — dijo en castellano, pero continuaba teniendo un ligero acento catalán.

Se despidieron de él y pusieron rumbo a casa de la pelirroja. Ya que esta le había invitado a dormir allí y Chiara no iba a decir que no.

Sobre todo después de que esta le agarrara la mano y se lo suplicara con esa mirada que le dedicaba cuando quería conseguir algo.

















Después de una semana en la que cada día dormían en la misma cama pero alternaban casa, Violeta decidió que debía ya preguntarle a Chiara sobre tener algo más serio.

Estaba nerviosa, esa noche la pelinegra y ella iban a ir a la fiesta del mejor amigo de la primera. Y no, no estaba nerviosa por la fiesta en si, si no porque ese era el día en el que se lo iba a preguntar. Estaba más que decidido.

Recordó el despertar de esa mañana, la espalda desnuda de Chiara, como besó los arañazos que le causó ella misma en sus hombros horas atrás y como esta se levantó queriendo una ronda de más.

Se mordió los labios, mientras su mente se llenaba de imágenes subidas de tono.

— ¿Tú que opinas, Vio? — preguntó su madre, sacándole de sus pensamientos.

Suspiró, observando como tres pares de ojos se paraban en ella.

— Que Álex tendría que estar aquí en vez de estar yo — mi madre suspiró, volviendo su mirada a la gerente de la tienda de flores.

— Los lirios estarán bien — le dio las flores mencionadas y esta le dio una mirada a la pelirroja antes de desaparecer. — ¿Me puedes dejar a solas con Violeta, Denna, cariño?

La rubia asintió, desapareciendo por la puerta y dejando que un viento helado moviera algunas flores que se encontraban a su alrededor.

— ¿Qué te pasa, Vio? — se cruzó de brazos, observando a su hija menor con las cejas alzadas.

— Nada, que no entiendo porque yo estoy aquí y no Álex. — alzó los brazos, indignada — Se supone que él es el que se casa, no yo.

— Primero, esta trabajando. — numeró con los dedos, delante suyo — Y segundo, si vas a estar así mejor no hubieras venido.

— Si no hubiera venido, me lo hubieras reprochado por lo menos tres veces al día.

— ¿Y aún así vienes así? — suspiró, mirando una rosa roja que tenía a su lado — Uy, esta también es muy bonita. Aunque no es muy de bodas.

My DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora