Capítulo 32

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Chiara dejó las llaves en la mesita de la entrada.

Los hombros le dolían un montón por la tensión y el haber estado cargando cajas del almacén hasta las estanterías, por no decir que sentía que olía bastante mal por el esfuerzo. Así que se fue directamente a la ducha.

Se desvistió, empezando por la camisera, por la cual soltó un suspiro al sentir dolor de sus músculos tensos. Quería dejar el trabajo, le quitaba tiempo para componer y acababa agotada, lo que reducía el tiempo para quedar también con su novia.

Se acabó de desvestir, quitándose los pantalones, el sujetador y el tanga. Se deshizo la coleta, dejando su pelo largo también suelto. Miró su reflejo en el espejo, igual un corte de pelo le vendría bien. Arrugó la nariz, tocando las puntas de su pelo. No, le gustaba tener el pelo largo, así que sin procrastinarlo más, se metió en la ducha y abrió el grifo haciendo que el agua cayera de la alcachofa.

Mientras disfrutaba del agua caliente acariciando su piel, pensó en que tal vez, debería ir a ver a Cris. Igual podía convencerlo de que no denunciara a la pelirroja, porque por los golpes que le había dado eran suficientes para ser antecedentes de la pelirroja.

No sabía si ir, a lo mejor eso podía empeorar las cosas, si es que podía ser peor. Con ese pensamiento volvió a la conversación que tuvo con Violeta. Se encontraba agotada con el tema de la ex de Violeta, parecía que siempre iba a ser un bache en su relación. Sabía que era un palo enterarse de la infidelidad de una expareja un año después, habiendo estado sintiendo una culpabilidad que nunca le aliviaba. Pero en ese momento ¿Dónde quedaba ella?

'Tu eres mi presente'. Recordó esas palabras. 'Aina es mi pasado'

Hacía mucho tiempo que había dejado de creer en las palabras de alguien, era fiel creyente de que las personas debían demostrar cosas con las acciones. Y hasta el momento en que Violeta se había enterado de la infidelidad de Aina, solo se había peleado con el examante de su expareja, se había desmayado con la noticia y había reducido el tiempo con ella a prácticamente unos minutos al móvil y una noche durmiendo con ella.

Suspiró, apagando el grifo. Cuando salió del baño, se encontró a su hermana mirando el móvil.

— Hey, ¿Hace cuanto estás ahí? — preguntó divertida y confusa, anudando su albornoz.

La pelirroja la miró, curvando sus labios en una sonrisa.

— Desde la primera canción de las Spice Girls. — apagó el móvil, dejándolo a un lado, observando a su hermana acercarse al armario para coger unos pantalones vaqueros, un tanga negro, un jersey crema y una camisa blanca. — ¿Dónde vas tan guapa?

Respondió tan bajito que su hermana tuvo que decirle que repitiese lo que había dicho.

— A ver a Cris. — respondió, de nuevo a lo que Ruslana la miró con la ceja alzada.

— ¿Al chico que tu novia golpeó? — preguntó. La pelirroja no estaba muy de acuerdo con los métodos que había empleado la otra pelirroja, pero sabía que sus emociones se habían ido de control y por eso había acabado con el chico así.

— Si, voy a tratar de que no la denuncie. — suspiró, pillando las llaves de casa. — Deséame suerte.

— La suerte se te acabó cuando conociste a la caraza de España. — dijo divertida, volviendo a coger el móvil.

— Yo también te quiero, Rusli. — exclamó, cerrando la puerta de su casa detrás suya.

Pilló el metro y llegó al hospital. En recepción preguntó por el nombre del moreno y caminó hasta la habitación. Picó a la puerta, aún estando abierta y se encontró con la abuela de Cris acariciándole la mano a este.

My DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora