Capítulo 23

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La fiesta se encontraba en una casa a las afueras de la ciudad.

Para su suerte, había dejado de llover hacia horas y, aunque había un poco de humedad en el ambiente, no hacía tanto frío como imaginaban.

Ya habían ido al bar, por lo que ya se encontraban bastante entonados. Álvaro y Bea, los amigos de Chiara y Ruslana, eran los que peor iban. Claro que con la cantidad de chupitos y cubatas que habían pedido era normal. Las otras, que estaban también contentas pero no tanto, observaban como se reían de cualquier cosa, sin importarles nada.

Violeta en algún momento del camino a la fiesta había tomado el atrevimiento de agarrar la mano de Chiara y desde entonces no se habían separado. Violeta a veces le acariciaba el dorso y Chiara le respondía con una sonrisa.

Esa tarde, Álvaro había dejado su coche en el descampado que se encontraba justo delante de la casa, por lo que fueron antes ahí para dejar las chaquetas y pillar unas latas de cerveza.

Quedaron ahí como punto de encuentro si alguien se perdía o le pasaba algo.

En cuanto Chiara se quitó el abrigo, Violeta volvió a ver esa sudadera amarilla que llevaba y esos pantalones que le hacían un culo estupendo. Ya la había visto en el bar, pero le volvían a dar mini infartos cada vez que la veía.

En cuanto llegaron a la casa, se adentraron en el montón de personas borrachas que bailaban.

Notaron rápidamente el cambio de clima, por lo que ya no se preocuparon del frío.

Después de beberse la cerveza, Chiara aprovechó y se puso de espaldas para bailarle a Violeta. Se acercaron tanto, que Violeta movió su cuerpo al ritmo del de Chiara. Y esta tiró la cabeza hacia atrás, apoyando la cabeza en el hombro la pelirroja, que le empezó a cantar la canción en el oído. 'Superman sin capa', para ser más precisos.

Chiara estaba perdiendo en cuanto notó como la ojimarron pasaba sus manos por todo su cuerpo como si no hubiera un mañana. Sentía su piel ardiendo y Violeta no ayudaba.

Pero en cuanto le cantó 'esta noche tú no te me escapas', ahí ya sentía que no podía más.

Así que caminó hasta su hermana, le susurró algo en el oído que Violeta no pudo escuchar y fueron a la cocina de la casa.

Se sentó encima de la encimera y Violeta se puso entre sus piernas.

Se empezaron a besar agresivamente. Había algunas personas, pero nadie las tenía en cuenta. Chiara metió la mano entrelazando sus dedos en el pelo de esta.

Violeta le empezó a acariciar los muslos por encima de los pantalones, queriendo sentir más a la piel de la pelinegra.

— Te tengo tantas ganas, Chiara Oliver —gruñó en su boca.

— No más que yo a ti, Violeta Hódar. — Respondió, volviendo a tirar de ella para volverse a besar.

Se separaron cuando escucharon el teléfono de Chiara sonando. Era su hermana, que no sabía dónde estaban y que si podía ir Violeta al punto de encuentro porque al ser la que mejor iba y tener traje, tenía ella las llaves del coche.

En cuanto colgó, apoyó su cabeza en el hombro de Violeta y esta la rodó con sus brazos.

— Anda, vamos, que ahora sí que necesito otra cerveza.

Caminaron agarradas de la mano, entre el bullicio de la gente hasta salir fuera y llegar al coche de Álvaro.

Una vez allí, Violeta aprovechó para fumar. Se encendió el cigarro y le dio una calada.

— Toma, cuñada — sonrió por el mote al recibir la lata de cerveza.

— Gracias, cuñada — le ofreció del cigarro, cosa que esta rechazo.

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