Capítulo 31

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La mirada de Violeta se encontraba en un punto sin observar nada. De vez en cuando hacía una mueca, al sentir a Denna limpiándole con cuidado las heridas en sus nudillos.

No había soltado ninguna palabra aunque la rubia le hubiera soltado algunas preguntas. Todo lo respondía asintiendo, negando con la cabeza o con un leve encogimiento de hombros. Y es que su mente aún no había procesado lo que había pasado. Se sentía avergonzada por haber perdido así el control, ella no era así o, al menos, no quería pensar que lo era.

— Au... — dijo, intentando apartar su mano de esa gasa con desinfectante, pero la rubia la tenía bien sujeta por los dedos.

— Lo siento — en su voz sonaba arrepentida, por lo que volvió a relajarse. — Al menos has dicho algo, ya pensaba que habías perdido el habla.

Violeta curvó los labios en un intento de sonrisa, pero acabó pareciendo más una mueca. Aunque eso para la rubia fue una victoria.

— Bueno, me vas a tener que explicar porque has acabado pegándote con Cris. — acarició sus dedos, en un gesto que llamó la atención lo suficiente como para que dejara de mirar esa pared blanca y mirarla a ella. — Porque sabes que te va a denunciar ¿verdad?

Violeta se encogió de hombros, ahora mismo era lo que menos le importaba teniendo en cuenta que Amor seguía en quirófano. Se levantó de un salto, la pequeña debatiéndose entre la vida y la muerte en un sitio tan frío como ese y ella dándose de puñetazos con un tío.

— T-tengo... — trató de hablar, pero parecía que por el shock las palabras no salían de su boca.

— Vio, siéntate aún no he acabado. — puso una mano en su hombro, pero esta se aparto, no quería que nadie la tocara. Bueno, si, había alguien que se lo permitiría en un momento así, pero no estaba en ese momento ahí. — Mira, no sé qué ha pasado para que acabe Cris así, pero lo que sí sé es que si no te desinfecto la herida puedes tener consecuencias bastante feas. Así que ¿Me harías el favor de sentarte y estarte quita por unos minutos?

Violeta la miró asimilando las palabras que había dicho. Asintió, volviendo a sentarse en ese taburete de color negro y poniendo la mano para que Denna se la agarrase.

Se volvieron a meter en un silencio bastante incómodo pero, esta vez, Violeta se quedó mirando cada movimiento que hacía su compañera. Mientras le colocaba la venda, un mechón se le cayó, impidiendo un poco su visión de la herida y, antes de que ella misma pudiera colocarlo de nuevo tras su oreja, Violeta lo hizo.

— G-gracias... — susurró, dejando de mirar la herida para mirarla a ella, sentía sus mejillas coloradas.

— No hay de qué. — respondió con un tono frío en la voz.

Y, mientras Denna continuaba curando su herida, ella no podía preguntarse porque se fijó en su hermana y no en ella.

La conexión que tuvieron Denna y ella desde el primer momento había sido bastante sexual. Recordaba cómo se tocaban mientras bailaban 'como amigas' en las discotecas cuando vivían juntas en Madrid. Las miradas de deseo que siempre se dedicaban. Parecía que toda su relación se basaba en una tensión sexual que aún resuelta, continuaba vigente entre las dos.

Con Aina, al contrario que Denna, fue más tranquilo, se permitieron conocerse y pasaron barreras sin miedos ni temores. Descubrieron cosa de la otra que jamás se hubieran imaginado. Los roces tímidos, las miradas jugando a buscarse a la otra hasta encontrarse. Todo ello hacía de esa relación más íntima, más profunda.

Se enamoró tanto de ella que cortó esa relación sexual con Denna y se mudaron juntas a Barcelona al primer año de novias. Claro que, más tarde, se reencontró con la primera en el último año de relación con Aina, el peor de todos y aunque quisieron evitarlo lo más que pudieron, acabaron comiéndose debajo de las sábanas una noche de borrachera. La primera de muchas.

My DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora