Capítulo 29

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Al día siguiente, Violeta despertó por la mano de Chiara acariciándole la mejilla.

Su cabeza se encontraba encima de su hombro, por lo que sentía pequeños movimientos por su respiración entrecortada. Se extrañó, por lo que abrió los ojos y encontró la cara de la pelinegra llena de lágrimas y sus ojos rojos.

— ¿Kiki? — carraspeó, intentando quitar su voz ronca —¿Qué pasa?¿Estás bien?

Ella asintió, después negó y volvió a asentir, por lo que Violeta se rio aún con una mirada preocupada. Subió la mano, para quitarle una lágrima que le acariciaba la mejilla.

— ¿Quieres contármelo? — preguntó con voz dulce, intentando demostrarle que podía contarle lo que le atormentaba sin sentirse juzgada.

Chiara suspiró, intentando buscar las palabras para explicar esa llorera repentina que había sufrido al despertarse y encontrarse el rostro tranquilo de su novia.

— Es que después de mi ex no pensé que podría volver a sentir por alguien así de fuerte como lo siento por ti. — Se encogió de hombros, intentando respirar con la nariz taponada por los mocos.

Violeta sonrió tiernamente y se incorporó, abrazándola. Ocultó su rostro en el cuello de la medio inglesa y esta se permitió soltar unas cuantas lágrimas más.

— Es que lo pasé muy mal con ella ¿sabes? — miró hacia arriba, intentando no soltar más de esas gotas saladas — siempre que salía me ponía los cuernos. Yo no me llegué a enterar hasta un año después.

Violeta se quedó en silencio, trazando una línea imaginaria desde su mano hasta su codo y al revés. Con ese simple gesto calmaba a la pelinegra.

— Lo dejamos, después vino arrepentidísima diciendo que era la mujer de su vida y que no lo iba a volver a hacer. — paró de hablar durante unos segundos, con su mente llena de esas imágenes de su pasado. Violeta dejó de hacer ese recorrido y la miró, sintiendo su corazón en un puño por las palabras que le estaba diciendo su novia. — Mintió y yo como una tonta le creí. Estaba muy enamorada de ella ¿sabes?

Violeta asintió. Sabía lo que era estar enamorada y perdonar todo. Claro que una cosa era perdonar broncas y malas palabras y otra muy distinta eran los cuernos.

— Después me los volvió a poner, me volví a enterar y volvió a venir a mi arrepentida. Entramos en un bucle que no pude salir hasta que Martin y Ruslana me ayudaron.— suspiró y Violeta se incorporó un poco para darle un beso en la mejilla, causando una sonrisa entre medio de esa tristeza. — Ya está han sido solo recuerdos de un pasado triste.

Esa charla había sido una advertencia a si misma para no volver a cometer el mismo error que había cometido un año atrás. No podía volver a hacer daño a alguien quería tanto como lo hacía Chiara. Eso lo tenía claro.

— Eres muy fuerte Kiki — dijo en un susurro, mirando a un punto de la habitación.

— No tanto. — respondió, acariciando la cara de Violeta, esta alzó sus ojos para juntar sus miradas con Chiara.

— Claro que si, no te digas que no lo eres. Nunca.

La pelinegra sonrió y le dio un beso en la frente, quitando las arrugas por fruncir el ceño. Con ese gesto, Violeta sonrió.

— Vale, pero no te enfades. — dijo con voz de bebé, lo que mató a Violeta de amor.

— No estoy enfadada. — le acarició la cintura por encima de la sábana, sabiendo que esa era la única tela que las separaban. — Venga, vamos a desayunar.

Se despojó de la sábana y caminó hasta el armario sintiendo la mirada de Chiara puesta en ella. Pilló una sudadera y se la puso encima de su cuerpo desnudo, después se puso un tanga y unos pantalones. Cuando acabó, se giró para mirar a la pelinegra, la cual la miraba con las mejillas un tanto coloradas.

My DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora