Capítulo 33

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La cabeza de Denna funcionaba todo el rato, saltando de un pensamiento a otro y de ese a otro.

La resaca tampoco es que ayudara mucho, después de salir de casa de Violeta con un analgésico, había podido soportar toda la mañana trabajando.  Claro que eso solo ayudó hasta que se encontró a la pequeña niña que había estado con Cris. Desde entonces su cabeza no había parado de pensar, creando un dolor agudo en la parte frontal de su cabeza.

Se notaba tanto que se estaba ida, que su prometido se preocupó.

— Denna, ¿Estás bien? — preguntó, dejando los papeles a un lado.

Su romance comenzó hacía once meses, cuando los pusieron de compañeros de trabajo en el hospital. Denna se había mudado a Barcelona después de la muerte de su hermana, para estar cerca de lo que una vez fue el hogar de su hermana. No visitó a Violeta, aunque la madre de esta le hubiera insistido para que fuera. Creía que no sería bien recibida y tampoco quería comprobarlo.

Y, cuando por fin sentía  la valentía de hacerlo, se encontró la estampa de su examante con una chica pelinegra bastante guapa que le hizo arder su sangre de unos celos que pensaba que tenía controlados y olvidados.

— Si, solo me duele la cabeza. — respondió con un suspiro. Álex se acercó a ella, pillando los papeles delicadamente de sus manos y dejándolos a un lado, para después envolverla en un abrazo.

— No sé que te tiene preocupada, pero sabes que puedes contármelo. — le cogió la cara con ambas manos, para después depositar un tierno beso en la punta de su nariz, lo que la hizo sonreír.

Almudena sabía que podía contar con él, al fin y al cabo, era su prometido. La persona a la que iba a pasar el resto de su vida o, al menos, hasta el divorcio.

— Nada, es solo que...

— Si no ves claro lo de la boda no te preocupes, yo hablo con mi madre. — la interrumpió, aunque tenía un dije de tristeza en la voz. Él tenía claro que Denna era la mujer de su vida, lo dijera o no un papel. — No quiero que te sientas obligada a hacer algo que no quieres.

Ahí Denna sintió unas ganas de llorar inmensas. No tenía claro el motivo, si por las palabras tan dulces que le había dedicado su prometido, si por llegar a pensar que su hermana había sido asesinada o si porque se sentía fatal por no estar tan enamorada de su prometido como lo estaba él de ella.

Una lágrima cayó, que fue rápidamente limpiada por el chico.

— No. Quiero casarme contigo, de verdad. — le agarró las manos, que seguían en sus mejillas, buscando un apoyo en donde anclarse para decir esas palabras que no había dicho aún en voz alta. — Es solo que...

Miró al suelo, para después clavar su mirada en la de los ojos del moreno.

— ¿Te he hablado alguna vez de mi hermana? — preguntó con una voz tímida.

A Álex esa pregunta le confundió. No, después de que empezaran a salir hace nueve meses nunca habían hablado muy en profundidad de ella. Ni si quiera en su período de conquista. A ver, la conocía por su hermana ya que la había llevado a cenar cada navidad, pero nunca habían mantenido una conversación más allá de  lo cordial.

Se saludaban con dos besos y lo más que habían cruzado eran cuatro palabras de 'hola' '¿Cómo estas?' 'Bien ¿y tú?' y ya está.

Negó con la cabeza dulcemente, queriendo saber que era lo que quería decirle. Su mirada demostraba una comprensión que hacía a Denna confiar en él ciegamente.

— Ya sabes que... Bueno, se suicidó. — el chico asintió lentamente, lo sabía. Su hermana se había aislado de todo y de todos después de eso. Durante ese tiempo, le preguntaba algunas veces a su madre como se encontraba su hermana ya que la única vez que la había ido a visitar, le había echado a la calle por mencionar que su casa daba bastante asco.

My DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora