Capítulo 14

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En cuanto acabó de tocar, Violeta sintió las mejillas mojadas.

No quería que se la vieran llorando, así que salió del salón de actos  y se dirigió al baño. Una vez allí, se lavó la cara y observó su ojos rojos. Suspiró. Nadie le había tocado tanto el corazón solo tocando el piano. Ni si quiera Aina, y para ella era su trabajo.

Salió al pasillo, esperando volver al salón, pero una vocecita le asustó.

— Violeeeta — se giró, viendo como la pequeña Amor venía corriendo.

— Hey, pequeñaja ¿Qué haces despierta a esta hora? — en cuanto llegó a su lado, la cogió en brazos. — No deberías pasearte por el hospital, algún hombre malo podría llevarte.

— Kiki em va dir el mateix, però també em va dir que si em portaba bé em vindrías a visitar i no has vingut (Kiki me dijo lo mismo, pero también me dijo que si me portaba bien me vendrías a visitar pero no has venido) — hizo un puchero que mató de amor a la pelirroja.

— Lo siento, cariño, no lo sabía, no he hablado con Chiara.  Sino, lo hubiera hecho — le acarició la mejilla, lo que hizo que sonriera por las cosquillas — Aunque eso no responde a la pregunta, deberías estar durmiendo.

— Jo, no puc estar amb vosaltres? (Jo ¿No puedo estar con vosotras?) — Violeta mordió su labio, era demasiado adorable para ella.

— No, lo siento, Amor. Pero te prometo que hablo con Chiara y venimos juntas otro día a estar junto a ti.

Eso pareció convencerla, porque colocó su cabeza en el hueco de su cuello y la rodeó con sus brazos. Cosa que hizo que volviera a morir Violeta de amor.

La acompañó a la habitación, donde la arropó y le dio un beso de buenas noches. 

Cerró la puerta lo más silencioso posible y, viendo que quizá no se iba a encontrar a Chiara, fue a la azotea, donde no había nadie. Cogió un cigarro de su cajetilla y lo encendió, sintiendo el humo salir de sus pulmones.

Se tomó un momento para admirar las vistas. Al estar al lado de las montañas se podía ver toda Barcelona iluminada. Apoyó sus brazos en el bordillo y le dio otra calada. Hacía bastante frío, pero a ella le dio igual. No esperaba quedarse mucho ahí.

— No me gusta que fumes — esa voz que había estado extrañando esos días, le hizo sonreír.

— Pues regálame otro libro de autoayuda para dejar de fumar — soltó una risa y se giró para mirarla.—  Además, ¿Eso es lo único que me vas a decir después de días sin vernos? 

Si desde lejos la veía preciosa, de cerca lo era aún más. Además, le encantaba con gafas, pero sin gafas era igual de preciosa.

— Pues igual si. Y solo han sido dos días, no me seas dramática —sonrió, acercándose aun más.

Violeta expulsó el humo a un lado y tiró el cigarro, aun estando a la mitad. 

— Para mi ha sido eterno.

Se miraron a los ojos, aun con la poca iluminación que había. Le había encantado las vistas de Barcelona, pero nada se comparaba a ver a Chiara. Ni siquiera una aurora boreal o un atardecer en la playa.

— He visto a Amor — quiso cambiar de tema, porque si no, sabía que se podría pillar más de lo que estaba — Me gustaría que no me pusieras en un compromiso con una niña de seis años sin yo saberlo.

Chiara se sonrojó.

— Lo siento, tenia pensado verte antes de la actuación y decírtelo, pero ha habido algunos problemas con el piano y no me ha dado tiempo. 

My DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora