Capítulo 20

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Estaba echando mucho de menos a Violeta.


Si, hablaban todo el día y se llamaban cada noche antes de dormir. Pero no era lo mismo. Ella necesitaba sus caricias, sus besos, la necesitaba a ella.

Violeta la había acompañado al aeropuerto y ahí se dieron un beso y soltado un par de lágrimas mientras se abrazaban, intentando quedarse el olor y el tacto de la otra en esos diez días que estaban separadas.

El primer día que había llegado a Menorca, se había podido distraer un poco con todo el jaleo de las maletas y el vuelo. Su hermana Ruslana le había ido a recoger, cosa que agradecía bastante porque tenía muchas ganas de verla y porque no quería escuchar a sus padres quejándose de no haber conseguido un trabajo estable.

Después, al llegar a su casa, había tenido que deshacer la maleta y colgar toda su ropa en su antiguo armario. En cuanto acabó, se fue a dar una vuelta por su antigua ciudad. Lo iba a hacer sola, pero la pelirroja de su hermana también se unió. Así que acabó siendo una tarde de hermanas.

A la noche ya por fin vio a sus padres. Hablaron poco y en la cena había un silencio un tanto incómodo. Pero como siempre había sido así, no se esperaba menos.

Los siguientes dos días fueron llegando más familiares. Su casa era grande y tenía un montón de habitaciones, por eso siempre celebraban ahí el año nuevo. El caso, es que con la llegada de los nuevos familiares, sus padres no habían tenido la oportunidad de interesarse por su vida, como los siguientes 365 días. Cosa que agradecía.

El último día del año había llegado y Chiara se encontraba tocando la guitarra en su habitación. Solía hacerlo de adolescente cuando se encontraba como en un día como ese, sin ganas de hacer nada más que cantar. Ni si quiera quería componer, que era lo que más le ayudaba en momentos como ese, en los que la melancolía era parte de ella. Para ella, escribir sus pensamientos en canciones le ayudaba a dejar de sobrepensar y a librarse un poco del peso de esos sentimientos.

Pero ese día eso no le bastaba. Así que tocó algunos acordes y cantó una de sus canciones preferidas catalanas.

Porto amb mi les coses que em vas dir
El teu amor, el meu verí
Una part de tu em floreix a dins
El meu amor, el meu destí

Soc feliç, prop del perill
Només soc com un desig
Queda amor, en aquest món

I t'estimo molt
I t'estimo molt
I també tinc por

Llevo conmigo las cosas que me dijiste
Tu amor, mi veneno
Una parte de ti florece dentro de mi
Mi amor, mi destino

Soy feliz, cerca del peligro
Solo soy como un deseo
Queda amor, en este mundo

Y te quiero mucho
Y te quiero mucho
Y también tengo miedo.

Suspiró. Si, aunque no lo quería admitir, tenía miedo, miedo a querer demasiado a Violeta para que después todo quedase en nada. No podría soportarlo.

— Así que por eso estás así.

La voz de su hermana la asustó, no la había escuchado entrar. Se encontraba con los brazos cruzados y llevaba unos pantalones negros con un jersey blanco que le quedaba genial.

— No sé a qué te refieres. — dijo, tocando acordes aleatorios, tratando de aparentar normalidad. Pero por dentro quería llorar por echar tanto de menos a Violeta.

— Ya, seguro. — Se sentó en su antigua silla, de forma que estaba delante de ella, y se recostó en el respaldo. — Tu y yo sabemos que me lo vas a contar, Chiarita. No alargues el tiempo.

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