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Omnisciente
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A la hora establecida por Yaoyorozu, todos los que le habían pedido ayuda se encontraban en el portón de su casa.

—¿Que hacemos, tocamos la puerta o el timbre? —preguntó la argentina—, Podemos mandarle un mensaje también.

—Ni idea, ¿que es lo que se hace en la casa de los ricos? —cuestionó la pelirosa mirando la puerta con asombro.

De pronto, las puertas se abrieron solas dejando ver a un mayordomo.

Los saludó a todos, y les tendió una mano para que le den sus abrigos.

—La señorita Yaoyorozu se encuentra en el Gran Salón, pueden ir a verla.

Todos los chicos que habían acudido a pedirle ayuda a Momo entraron mirando para todas partes.

—Cheto mal —dijo la de mechones blancos—, esto debe ser más caro que una casa en Puerto Madero.

—Si que tienen dinero —observó Sero con la boca abierta.

—Esto, chicos —los llamó Ojiro—. ¿Alguien sabe donde queda este Gran Salón? Estamos caminando sin saber donde queda.

—Yo se, solo hay que seguir derecho, luego doblar y... —no pudo terminar porque el auricular de Jiro le pegó en el ojo.

—... Cállate idiota, no tienes ni idea de nada. Deja de mentir —lo interrumpió ella.

—Bueno, nos perdimos gente —afirmó la ojigris al notar que ya no veían la entrada.

—¿¡Que haremos ahora!? —preguntó Mina asustada.

—Listo ya fue, nos quedamos a vivir acá —contestó la argentina amagando a sentarse en el piso—, bueno fuera de joda. ¿Para que lado vamos?

—Izquierda, derecha, izquierda, derecha —murmuró Sero tratando de elegir la opción correcta.

—¡Vayamos por la derecha! —exclamó Ojiro de la nada.

Nadie refutó algo en su contra, así que avanzaron hacia esa dirección. Terminaron en un pasillo angosto lleno de cuadros de la familia Yaoyorozu.

—¡Miren! —señaló una foto la pelirosa—. ¡Es Yaomomo de pequeña! Que linda se veía.

—Si pero... —pronunció la ojigris intentando aguantar la risa—, mira la de allá.

—¿Cual? —preguntó confundida dandose vuelta—. Oh, si, ya se de cual hablas —sonrió aguantando la risa también.

—Eh chicas —las llamó el rubio eléctrico—, dejen de reirse y vengan aquí a ayudarnos.

—Bue, mira quien lo dice, el que se la pasa pelotudeando todo el día.

—¡Celes-chan! Deja de buscar pelea todo el día. Kaminari-kun, ahora vamos.

Mina agarró de la mano a Celeste y la arrastró con los demás.

Ahora, tenían tres opciones; seguir derecho hacia el otro pasillo, doblar a la izquierda, o doblar a la derecha.

Mateando con BNHA [una argentina en boku no hero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora