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Su relación estaba avanzando considerablemente, aunque no podía decir que eran especialmente algo más que compañeros de cuarto, o de casa, o lo que sea.

Le gustaba sentirse seguro en su compañía, haciendo todo lo posible para ganarse lo que él le daba, aunque él le aseguraba una y mil veces que no tenía por qué hacerlo, ni esforzarse en ello. Él le ayudaba cuidando el lugar y dándole mantenimiento, y eso era suficiente trabajo pesado, según sus palabras.

Y a pesar de ser completamente feliz compartiendo su tiempo con él y pasando horas haciendo cosas distintas y escuchando música, inevitablemente se sentía solo cuando debía estar fuera de casa por varios días, y esos vacíos los llenaba Cellbit, junto a sus amigos que ahora lo veían como uno más, especialmente Karl, que era muy dulce con él.

Había tenido por costumbre ir con ellos algún día de la semana para verlos tocar o visitar bares donde se divertían y le enseñaban a tomar, descubrió que le gustaban los mojitos y sonreía enormemente cuando le decían que irían a verlos tocar al bar, porque siempre había barra libre para los músicos y sus acompañantes.

Era feliz, y sentía que no hacía nada malo, porque él no le había dicho nada sobre no tener amigos, tan sólo le pidió no trabajar, así que se sentía tranquilo al respecto. Cuidándose y demostrando ser maduro, nunca hacía tonterías y siempre era la voz de la razón frente a sus amigos, que a veces eran un poco inconscientes.

Ahora estaba junto a Cellbit, sentados en el balcón de la casa de Karl, con los pies colgando y mirando las estrellas.

–Oye, Ro. —escuchó a su lado.

–¿Uh?

–Quizá nunca te lo he preguntado pero... —pasó saliva. –El tipo, con quien siempre estás, ¿es tu hermano o un familiar?

Roier frunció el ceño, pensando bien en qué decir.

Porque si simplemente decía que era un hombre al que "se lo regalaron" no iba a sonar absolutamente nada bien, y no quería ser cruel con su respuesta. Porque al final tampoco él sabía cuál era su rol en su vida, ni la forma en que se refería a él, o quizá simplemente omitía esa información.

Suspiró nervioso mientras maquinaba una respuesta coherente, y decidió ser un poco abierto, mintiendo con la verdad.

–Bueno... —tomó aire. –Él me ayudó. Yo necesitaba un lugar donde estar porque no la estaba pasando bien, y él me ofreció su casa para alojarme temporalmente en lo que encuentro otro lugar.

–¿Tan mala experiencia fue? —lo inspeccionó.

–Sí... Se puede decir que él me salvó, me ayuda tanto y no me presiona a nada porque sabe que estaba asustado después de todo lo que pasó, nunca me ha juzgado por eso, ni quiere que recuerde de dónde vengo, y eso me basta, significa mucho para mí.

Cell le sonrió y cambió la conversación, suspirando tranquilo porque él estaba bien y se veía cómodo, no iba a mentir respecto a sus sentimientos por él, pero era mejor guardarlos para sí mismo por el momento, hasta que pudiera declararse como tanto deseaba. Primero se ganaría su confianza.

–Oye, mañana los chicos van a tocar de nuevo, ¿quieres ir? —le sonrió.

–Oh, preferiría quedarme en casa, no sé cuándo llegue él, y me gusta tener todo limpio antes de que vuelva. —negó, con una sonrisa.

–Tú... ¿Tú no le dices que sales? —dudó.

–Uh...

–Espera, dijiste que perdiste tus llaves, ¿por qué han pasado semanas y tú aún no tienes? —se tensó. –¿No te deja salir? Roier, ¿de verdad estás bien?

Ocean / Roier x EtoilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora