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Oh, distant you. - Willbur Soot.


Lo divertido de su relación, sin dudar, era que ambos eran unos locos sin remedio.

Cuando a uno le venía una idea, el otro la cumplía sin rechistar.

Cuando algo se instalaba en sus pechos, no paraban hasta conseguirlo.

Por eso no fue sorpresa para nadie que un día Etoiles simplemente entregara invitaciones escritas en papel con el puño y letra de Roier, avisando que estarían casados en cuestión de dos semanas.

Claro, nadie podía planear y llevar a cabo una celebración de esa magnitud en tan corto tiempo, pero los "peros" no existían en su vocabulario y las formas creativas de Roier derritieron a Etoiles, quien no titubeó cuando se lo planteó y le exigió hacerlo en su próximo descanso.

Se fue de la mano con Karl, quien era jalado con rapidez por el centro comercial sin poder frenar, y lo condujo hasta una tienda de trajes costosos para escoger el que usaría el día de su boda. Su mejor amigo lo escuchó, apoyó y aconsejó en todo el proceso, y en cuestión de un fin de semana ya tenía vestuario, zapatos, ramo y una liga para ponerse coqueto más tarde.

Ni siquiera recordó que debía llevar recuerditos, o algo que demostrara a sus invitados que estaban casados, pero era lo de menos, lo que más deseaba era tener un papel firmado donde pudiese demostrar que estaba oficialmente a nombre de Etoiles.

A él no le gustaba que Roier dijera que era suyo, porque no apoyaba ese pensamiento, pero se dio cuenta fácilmente de lo posesivo que era, sin dejar que nadie se le acercara lo suficiente antes de ponerse a la defensiva. Así que cuando su novio le decía abiertamente al mundo que le pertenecía, simplemente sonreía y se apretaba a su cintura, dejando que su ataque de celos se disipara.

Ahora tenían todo, había pagado más de lo que debía para conseguir la fecha y se prepararon ambos a su manera, él dándole todo el dinero y Roier simplemente gastándolo en lo necesario, apoyándose de su mejor amigo.

Etoiles les avisó a sus amigos, así que todos estaban invitados, incluso Aypierre, a quien había perdonado después del numerito que provocó, y a él se uniría su esposa, su pequeña hija, Baghs y Antoine, quienes aceptaron de inmediato, aunque tuvieran el tiempo encima.

Roier por su parte sólo tenía a Karl, le envió una cartita a Cell pero nunca fue respondida, parece que no estaba enterado de que aún se estaba recuperando porque en un asalto violento se había roto ambos brazos, era curioso que eso ocurriera, pero no quiso preguntar más para no avergonzarlo.

Habló con Will y la banda, y ellos le ofrecieron regalarle la ambientación, siempre y cuando los dejaran tomar hasta perderse, así que al menos tendría a cuatro personas acompañándolo en su día tan especial.

Y con los amigos de Etoiles entonces reunirían a otras cuatro, así que sus muy limitados invitados serían de honor, algo íntimo como siempre lo imaginaron, porque el foco no les agradaba mucho.

Cuando Roier llegó a casa se encargó de acomodar todas las cosas que había conseguido y suspiró nervioso porque faltaba muy poco para su precioso día, aún estaba pensando en todo lo que habían hecho en tan poquísimo tiempo y sonrió porque ambos estaban locos, y no querían perder más el tiempo en nada.

Etoiles llegó por la noche y sonrió todo el tiempo mientras él le contaba sus aventuras del día y de cómo solucionó los últimos preparativos.

–Lamento tanto no haber podido ayudarte como quería, mon amour. El trabajo me tiene muy ocupado, pero no puedo esperar más por ser tu esposo. —le sonrió, acariciando su cabello.

Ocean / Roier x EtoilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora