17

286 51 68
                                    


Los besos en el sillón, las caricias indiscretas, y sujetar sus manos cuando nadie veía camino a casa, estaban siendo actividades infaltables cuando se tenían cerca.

Roier actuaba con la naturalidad de un novio enamorado, dejando en sus manos su estabilidad emocional, y Etoiles actuaba como si nada, pero demostrándole en su mirada lo tanto que adoraba pasar tiempo con él y complacerlo en todo lo que deseara.

A veces se ausentaba quince días, algunas otras un mes entero, así que Roier jamás tuvo pensamientos fatalistas porque al final sabía que siempre regresaría a su lado y se perderían en lo que a él le gustaba apodar como "Des moments heureux".

Etoiles nunca le explicaba nada de su idioma, pero a veces se lo encontraba hablando solo, recitando palabritas en soledad, como si practicara votos, o dijera un poema tan bajito, que casi se perdía en el aire.

Y no había nada de lo que pudiera quejarse, todo aquello que él le ofrecía era una magnífica obra de caridad hacia su persona perdida y herida, y disfrutaba tanto de tenerlo, de tener a alguien en quien apoyarse y confiar para decir todo lo que cruzaba por su mente.

Claro que las visitas a escondidas con sus amigos seguían siendo recurrentes y a veces se quedaba a dormir donde Karl porque la ansiedad por separación le llegaba fuertemente y lo hacía llorar enredado entre sus sábanas.

Aún recordaba perfectamente la noche en la que Karl lo interceptó tal y como prometió y le obligó a contarle todo lo que en su mente habitaba para poder entender por qué parecía estar en contra de su voluntad en casa de un hombre como él.

Le mostró una mueca horrorizada cuando se enteró que prácticamente se lo habían regalado, pero que en realidad su misión en esa casa era cuidar el lugar mientras él estaba fuera, como tantas veces hacía, pero ahora por la preocupación de que alguien irrumpiera su casa nueva.

Le aseguró que no era tan horrible como lo pensaba, porque cuidaba muchísimo de él, y siempre estaba pendiente de todo lo que necesitaba, que jamás le había prohibido algo, a excepción de trabajar, y recibió una mirada extraña del chico mientras lo relataba.

–Estoy seguro de que no es por inseguridad en mi persona, creo que tiene un trauma con que me encuentre con alguien de mi pasado y de alguna manera me hagan volver. —se encogió de hombros.

–¿Y por qué no puede saber de nosotros? —frunció el rostro.

–Creo que sería una bomba decirle que he estado saliendo todo este tiempo, creo que le daría un infarto, o una embolia por el coraje. —reflexionó. –¿De qué manera le diría que tengo amigos?

–¿Entonces eso es malo? —se confundió.

–No es malo que tenga amigos, el problema es que le he mentido sobre no salir. —jugó con sus dedos. –No sabría cómo decírselo.

–Bueno, si te decides un día a contarle, entonces avísame para presentarme formalmente como tu mejor amigo. —sonrió, aún en conflicto.

Roier le sonrió enormemente, Karl era la persona más dulce que conocía, y por algún motivo siempre estaba emocionado por contarle nuevas cosas, de cómo su "relación" avanzaba y de cómo poco a poco podía ver cómo la coraza de ese hombre aparentemente agresivo e impulsivo bajaba siempre que se veían, y eso le emocionaba ampliamente.

–¿Estás enamorado de él? —le cuestionó, ofendidísimo.

–No lo sé. —se carcajeó. –Tal vez sí. No lo digo por indeciso, es sólo que nunca en la vida me he enamorado o tenido un amor. Las cosas que viví me hicieron creer que yo nunca tendría algo como ello.

Ocean / Roier x EtoilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora