Se abrió la puerta del despacho.
- Hola, Potter - dijo Moody -. Entra.
Gia entró, sintiéndose un poco extraña de que le invitasen. Estaba muy acostumbrada a ir al despacho de su padrino como si fuese algo normal.
Cornelius Fudge se hallaba junto al escritorio de Dumbledore, con sus habituales sombrero hongo verde lima y capa a rayas.
- ¡Gianna! - dijo jovialmente, aunque un poco cohibido de verla -. ¿Cómo estas, querida?
- Bien - mintió.
- Precisamente estábamos hablando de la noche que apareció el señor Crouch en los terrenos - explicó Fudge -. Fuiste tú quien lo encontró, ¿verdad?
- Si - respondió -: Pero no vi a Madame Maxime por allí, y no le habría sido fácil ocultarse.
Con ojos risueños, Dumbledore le sonrió a espaldas de Fudge.
- Si, bien - dijo Fudge, incómodo -. Estábamos a punto de bajar a dar un pequeño paseo, Gianna. Si nos perdonas... Tal vez sería mejor que volvieras a clase.
- Yo quería hablar con usted, profesor - se apresuró a decir Gia mirando a Dumbledore, quien le dirigió una mirada rápida e inquisitiva.
- Espérame aquí, Gia - le indicó -. Nuestro examen de los terrenos no se prolongara demasiado.
Salieron en silencio y cerraron la puerta. Al cabo de un minuto mas o menos dejaron de oírse los golpes de la pata de palo de Moody.
- Hola, Fawkes, ¿como estas? - saludó mientras se sentaba en una silla delante del escritorio. Se sentía mucho mas tranquila de estar allí: la cicatriz ya no le dolía.
No estaba acostumbrada a tener el despacho para ella sola, así que aprovechó para contemplarlo con mas detalle. En una pared tras el escritorio estaba el sombrero seleccionador, y junto a él, una magnífica espada de plata con grandes rubíes incrustados en su empuñadura. La estaba contemplando, recordando como había llegado en su ayuda, cuando vio temblar una luz plateada. Buscó de donde provenía y vio que salía de un armario negro a su espalda. Gia dudó, miró a Fawkes y luego se levantó; atravesó el despacho y abrió la puerta del armario.
Había una vasija de piedra poco profunda, con runas muy antiguas alrededor del borde. La luz plateada provenía del contenido de la vasija, cuya sustancia era la mas extraña que Gia había visto nunca, pues no era ni líquida ni gaseosa: era blanca brillante, plateada y se movía sin cesar. La superficie se agitó como el agua bajo el viento, para luego separarse formando nubecillas. Curiosa, sacó la varita y tocó con la punta la superficie. La sustancia se volvió transparente, casi de cristal. Miró dentro, esperando distinguir el fondo, pero solo vio una sala, una sala que ella parecía observar desde una cúpula de cristal. La punta de su nariz tocó la extraña superficie y... de repente, se hallaba sentada en uno de los últimos bancos que había dentro de la vasija, uno mas elevado que los otros. Miró a todos lados, desconcertada. Estaba sentada al lado de Albus Dumbledore.
- ¡Profesor! - dijo en una especie de susurro ahogado -, lo lamento... yo no pretendía... Solo estaba mirando la vasija... ¿dónde estamos?
Pero Dumbledore no respondió ni se inmutó. Estaba vuelto hacia el rincón mas alejado de la sala, donde había una puerta. Entonces lo entendió: era algo similar al recuerdo de Riddle del diario. Levantó la mano, pasándola por delante de su cara, para comprobar su teoría, y Dumbledore continuó sin inmutarse.
Observó con detenimiento. La sala, tal como había supuesto al observarla desde arriba, era seguramente subterránea: pensó que, de hecho, tenía más de mazmorra que de sala. La atmósfera del lugar era sórdida e intimidatoria. No había cuadros en las paredes, ni ningún otro tipo de decoración, sólo aquellas apretadas filas de bancos que se elevaban escalonadamente hacia las paredes, colocados para que todo el mundo tuviera una clara visión de la silla de las cadenas. Antes de que Gia pudiera llegar a una conclusión sobre el lugar en que se encontraba, oyó pasos. Se abrió la puerta del rincón, y entraron tres personas... O, por lo menos, uno de ellos era una persona, porque los otros dos, que lo flanqueaban, eran dementores.
ESTÁS LEYENDO
Soulmates IV
FanfictionTras otro abominable verano con los Dursley, Gia se dispone a iniciar el cuarto curso en Hogwarts, la famosa escuela de magia y hechicería. A sus catorce años, a Gia le gustaría ser una joven bruja como los demás... Un momento... ¿Gia? Esta es la hi...