Capítulo 23

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"Estuviste genial en la prueba". Gia se giró y miró unos cuantos pupitres mas atrás, entre el vapor de los calderos. De reojo, una cabeza rubia alzaba la vista, tratando de dedicarle una sonrisa tímida. La muchacha puso los ojos en blanco y miró de nuevo la nota, arrugandola y guardándola en el bolsillo. Rápidamente, garabateó una y murmuró un hechizo para hacerla aparecer en su libro.

"Déjame en paz y para de enviarme notitas". Decía sin más. Gia no se giró, pero estaba segura de que Malfoy le estaba mirando con ojos tristes.

"Te he estado esperando estos días en el aula. Quería celebrar lo bien que lo hiciste, pero lo entiendo".

"Maldito hurón", pensó Gia, mosqueada. "Esta jugando la carta de hacerme sentir culpable. Pues no lo vas a conseguir, maldita sea. Él fue quien empezó todo esto". Cogió otro trozo de pergamino y, con disimulo.

"Pues no pierdas tu tiempo. No voy a ir al aula, ni a ningún sitio contigo". Draco volvió a mirarla de reojo, apenado, pero se abstuvo de escribir ninguna nota mas, en parte porque Snape rondaba entre los estudiantes. Pasó por su lado y Gia escuchó como Snape se paraba delante de él.

- ¿Todo bien, señor Malfoy? - preguntó.

- Aja - respondió.

- ¿Sobre lo que hablamos? - le dijo al oído. Malfoy miró primero a su profesor y luego a Gia, de espaldas y mirando de nuevo las instrucciones en la pizarra con atención para anotarlas.

- No se preocupe, profesor - le aseguró. Snape asintió y volvió a moverse entre los estudiantes.

El timbre que indicaba el fin de las clases sonó al cabo de una hora, y Gia se apresuró a recoger lo mas rápido que pudo. En un intento de alcanzarla para poder hablar con ella, Draco hizo lo mismo, pero su sonrisa de esperanza se vio truncada al ver que Diggory la esperaba a unos metros de la mazmorra.

POV Draco

El resto de sus compañeros pasaban a su lado sin mirarle, deseosos de dejar sus cosas en las salas comunes y disfrutar del resto de la tarde libre. Después de que saliera Longbottom, Snape se plantó detrás de él.

- ¿No te habías ido el primero? - preguntó. Draco se giró.

- Esperaba... da igual - dijo, tratando de no darle importancia. Snape arrugó la frente.

- Ven conmigo, Draco - le pidió, llevándolo a su despacho. Apuntó a la chimenea y ésta se encendió, e imposibilitó la puerta. El chico dejó la mochila en la puerta y se dejó caer en la silla de enfrente del escritorio -. No quiero ser aguafiestas, y me gustaría poder decirte que es pasajero, que todo irá bien, pero... hasta tú sabes que es lo mejor.

- Y lo sé - admitió -. Una parte de mi me dice que esto no está bien, que debo dejar de mirarla, de pensar en ella, que tengo que dejar de intentar hablar con ella, que estaré mucho mejor si dejo las cosas como están... Pero luego pasa por delante de mi con ese pedazo de tejón idiota, engreído, estúpido y pretencioso - exclamó. Snape alzó una ceja, viéndole soltar improperios. "Le dijo la sartén al cazo", pensó -. Y... simplemente pienso en que...

- Que no debería ser así y que no es justo - terminó por él -. La vida no es justa, Draco, te aseguro que lo se de buena mano.

- ¿No va a volverse mas fácil, verdad? - preguntó -. Bueno, no lo puede saber...

- No - respondió -. Ojalá, de verdad. Pero lo mejor para todos, y para vosotros en especial... es que te olvides de Potter.

- Lo sé. Aun así, nadie puede negarme intentar hablar una última vez con ella, salvo Potter - Snape asintió, entendiendo que era imposible convencerlo de lo contrario, y Draco salió del despacho, vagando por los pasillos sin rumbo fijo hasta detenerse en enfrente de un aula que hacia mas de un año que no visitaba. Sacó la varita y abrió la puerta, cerrándola con un hechizo, y sonrió al girarse. El precioso piano de cola que había descubierto en sus primeros días en el colegio estaba allí, igual que en segundo, solo que con la tapa cerrada.

Soulmates IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora