Gia cayó de bruces al suelo, y el olor a césped le penetró la nariz. No se movió, temblando, mientras aferraba con fuerza las dos cosas que estaba agarrando: la fría y bruñida asa de la Copa de los tres magos y el cuerpo de Cedric. Estaba agotada por el esfuerzo y el horror, pero se negaba a soltarlo, pues sabía que el dolor le atravesaba como un cuchillo en llamas. Notaba el dolor vago e incesante de la cicatriz, y prefirió centrarse en ese dolor.
Oyó un estrépito lejano, mientras las lágrimas empezaban a brotarle por los ojos. Lentamente, alzó la vista y miró a Cedric. Volvió a oír un grito desgarrador, lejano, de mujer, que en el fondo sabía que salía de su garganta. Unas manos la agarraron con fuerza y la volvieron boca arriba.
- ¡Gia!, ¡Gianna!
Gia negó con la cabeza, reconociendo la voz. Albus Dumbledore se encontraba a su lado, agachado. Los rodeaban las sombras oscuras de una densa multitud de personas que empujaban en el intento de acercarse mas.
Podía ver las gradas que se elevaban por encima de ella, las formas de la gente que se movía por ellas, y las estrellas en lo alto.
Gia soltó la Copa, pero agarró a Cedric aún con más fuerza. Levantó la mano que le quedaba libre y cogió la muñeca de Dumbledore, cuyo rostro se desenfocar por momentos.
- ¡Ha vuelto! - exclamó -. ¡Ha vuelto! ¡Voldemort ha vuelto!
El rostro de Cornelius Fudge apareció sobre Gia vuelto del revés. Parecía blanco y consternado.
- ¡Dios... Dios mío, Diggory! - exclamó -. ¡Está muerto, Dumbledore!
Aquellas palabras se reprodujeron, y las sombras que los rodeaban se las repetían a los de atrás, y luego otros las gritaron, las chillaron en la noche: «¡Está muerto!», «¡Está muerto!», «¡Cedric Diggory está muerto!», pero Gia no les prestaba atención. Solo podía mirar a Cedric.
- Suéltalo, Gianna - oyó que le decía la voz de Fudge, y notó dedos que intentaban separarla del cuerpo sin vida de Cedric, pero Gia no lo soltó.
- ¡No! ¡No pienso soltarlo! ¡No! - gritó, histérica -. ¡No puede, no puede!
Entonces se acercó el rostro de Dumbledore, que seguía borroso.
- Ya no puedes hacer nada por él, Gia, cielo. Todo acabó. Suéltalo.
Pero Gia negó con la cabeza, aún mas histérica.
- ¡No! ¡Él quería que lo trajera! - musitó Gia -. ¡Él no querría que me separará de él, no querría!
- Gia, cariño... - ella negó, como si quisiera impedir que la llamara así. Así solo la podía llamar Cedric -. De acuerdo, Gia... Ahora suéltalo.
Dumbledore se inclinó y, con extraordinaria fuerza para tratarse de un hombre tan viejo y delgado, levantó a Gia del suelo y la puso en pie, pero se tambaleó, tratando de volver a alcanzar el cuerpo de Cedric. Le iba a estallar la cabeza. La pierna herida no soportaría más tiempo el peso de su cuerpo. Alrededor de ellos, la multitud daba empujones, intentando acercarse, apretando contra él sus oscuras siluetas, pero a ella no le importaba. Solo quería que le dejasen volver a abrazarlo.
- ¿Qué ha sucedido? ¿Qué le ocurre? ¡Diggory está muerto!
- ¡Tendrán que llevarla a la enfermería! - dijo Fudge en voz alta -. Está enferma, está herida... Dumbledore, los padres de Diggory están aquí, en las gradas...
- Yo llevaré a Gianna, Dumbledore, yo la llevaré...
- No, yo preferiría...
- Amos Diggory viene corriendo, Dumbledore. Viene para acá... ¿No crees que tendrías que decirle, antes de que vea...? ¿Y a la novia...?
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Soulmates IV
Fiksi PenggemarTras otro abominable verano con los Dursley, Gia se dispone a iniciar el cuarto curso en Hogwarts, la famosa escuela de magia y hechicería. A sus catorce años, a Gia le gustaría ser una joven bruja como los demás... Un momento... ¿Gia? Esta es la hi...