Capítulo 21

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POV Gianna

Motivada por el apoyo de Cedric con el artículo de Hagrid, Gia planeó cuidadosamente su incursión en el baño de prefectos. Usaría la capa, por supuesto, y el mapa del merodeador de su padre.

El jueves por la noche, Gia fue a su habitación, se puso la capa y volvió a bajar la escalera, y espero a que abrieran el hueco del retrato, ayudada por Ron en esta ocasión.

- ¿Seguro que no quieres que te acompañe? - se ofreció, aunque la idea de ver a su amiga en la piscina del baño de prefectos le ponía muy nervioso.

- No, tranquilo - le aseguró -. Luego te lo cuento.

Por suerte, los corredores estaban vacíos, en silencio e iluminados por la luz de la luna casi llena, ya que caminar con el pesado huevo y el mapa era bastante complicado. Cuando llegó a la estatua de Boris el Desconcertado, localizó la puerta, se acercó a ella y, tal como le había indicado Cedric, susurró la contraseña:

- "Frescura de pino".

La puerta chirrió al abrirse, y Gia se coló por ella, echó el cerrojo y se quitó la capa invisible.

"Vale, entiendo por qué querías traerme aquí", pensó Gia, mirando el baño. Estaba suavemente iluminado por una espléndida araña llena de velas, y todo era de mármol blanco, incluyendo lo que parecía una piscina vacía de forma rectangular, en el centro de la habitación. Por los bordes había unos cien grifos de oro, cada uno tenía en la llave una joya de diferente color. Había asimismo un trampolín, y de las ventanas colgaban largas cortinas de lino blanco. En un rincón vio un montón de toallas blancas muy mullidas, y en la pared un único cuadro con marco dorado que representaba una sirena rubia profundamente dormida sobre una roca.

Gia avanzó mirando a su alrededor, mirando con cierto recelo. No creía que Cedric le hubiera tomado el pelo, pero no entendía como pretendía que averiguase el enigma del huevo. Mas bien creia que queria que se familiarizase con el lugar para verdaderamente traerla en otro momento. Dejó la capa, el mapa, el huevo y la toalla en el borde y abrió unos cuantos grifos. Cuando se hubo entretenido un buen rato abriendo grifos y la piscina estuvo llena de agua, se quitó la bata, el pijama y las zapatillas, y se metió en el agua. La piscina era tan profunda que apenas llegaba al fondo.

"La verdad es que seria muy agradable nadar aquí, los dos...", pensó. Fue hasta el bordillo y miró el huevo con los ojos entrecerrados.

- Yo que tú lo metería en el agua.

Del susto, Gia acababa de tragarse una considerable cantidad de burbujas. Se irguió, escupiendo y resoplando, y vio el fantasma de una chica de aspecto muy triste sentado encima de uno de los grifos con las piernas cruzadas.

- ¡Myrtle! - exclamó, molesta -. ¡Estoy... desnuda!

- Oh vamos, Gia, cuando te has metido he cerrado los ojos - Gia rodó los ojos. "Encima tendré que agradecérselo", pensó -. Además, tampoco es que tengas nada raro. ¿O lo tienes?

- No - respondió, roja, pensando en el arañazo.

- Hace siglos que no vienes a verme - protestó.

- Si, bueno... - dijo, hundiéndose un poco mas para asegurarse de que Myrtle solo podía verle la cabeza -. Ya sabes... Estoy ocupada.

- Antes tenías tiempo.

Gia esbozó una sonrisa torcida. No volvería a entrar en ese baño ni aunque estuviese a punto de reventar y fuese el único baño cercano.

- Ya, bueno... - contesto -. ¿Has dicho que lo meta en el agua?

Soulmates IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora