Yuulkāryon Dgraig, había salido de su hogar hace ya unos días. Estaba de viaje por el mundo exterior, en busca de aventura y emoción. Había perdido aquel que tenía como hermano, Diya, tal misterioso gato. Justo ahora entonces viajaba al lado de un Kaliz que por azar hubo encontrado en el pantano por el cual transitaba.
Era tarde, el crepúsculo quebraba el fin del día. Puesto a las circunstancias se dispusieron a preparar campamento. Una pequeña hoguera y un rincón al lado de un árbol para dormir.
Acomodados pues, uno frente al otro estaban por hablar.
—Y... ¿tienes nombre? — pregunta el joven para romper el hielo.
—Jaja — se ríe altanero —, claro que sí, como es que un ser tan magnífico y majestuoso como yo no va a tenerlo.
—Pero sí que eres arrogante, pajarraco piojoso, tsch — le respondió Yuulkā a la "magnificencia" del ave con su típico tono regañón y altivo.
—A quién le dices pajarraco piojoso, niño humano pateticoso.
—¿Ah? — en su rostro se se dibujó una mueca de asco para fastidiar al Kaliz —. Sin duda eres un pájaro muy insoportable.
—Insoportable el huevo del que saliste, humano — resaltando la palabra "humano" despectivamente.
—Baff — suspiró —, bueno, ¡¿tienes nombre o no?! — inquirió cansado de la tonta disputa.
—Foorïs, un placer.
—Está lindo tu nombre, ji-ji-ji —sonrió amablemente, pero Foorïs estaba dormido ya —, parece que se durmió.
Es entonces como, al no tener nada de sueño se puso a buscar en su mochila algo para entretenerse. Y de algo encuentra la hoja del grimorio en un bolsillo. Tomó pues la página y empezó a leerla. Las palabras escritas en extraños dialectos y lenguajes, dibujos y figuras rarísimas confundieron su mente. Esa confusión se fue convirtiendo, con los segundos, en un ligero mareo. El mareo en éxtasis; el éxtasis en dolor. Y el dolor en vacío.
Un mar de sensaciones mágicas impregnadas en su cabeza. Era tal vez la magia del grimorio, o sencillamente la idiotez incomprensiva del muchacho.
Cayóse al piso, desmallado, desvanecido. Y pasó la noche extensa, so los sueños que tuvo fueron bastantes y extraños. En este paisaje subconsciente veía un cielo rojo por el fuego y el hollín; bosques enteros de carbón en llamas. !Desértico, imparcial!
Todas las cosas allí eran iguales. Igual de ardientes y terribles.
Caminó por aquellos caminos infernales, sintiendo que se perdía a cada paso. Tal vez todo era por la influencia de la magia, o tal ves toda la influencia no era de la magia sino de sus ansias y tristeza.
Finalmente, lo último que vió fue una criatura nefasta y humeante. Parecía algo así como un reptil con alas. Por una indeterminada razón sentía una cierta atracción por esa imagen.
Luego no contempló nada más.
El sueño, casi de manera inerte se mantuvo en su conciencia, pero no podría recordarlo mucho.
Terminó pues la noche y el joven habríase despertado. Al hacerlo Foorïs lo hizo con él. "Qué resta hacer ahora"- pensaba pues, no sabía que o donde ir. El pantano ya era aburrido, habían ocurrido varias cosas interesantes eso sí, pero, ya era hora de salir de la zona. Partieron entonces.
El camino estaba enlodado, tierra abundada por la materia de los seres muertos. Árboles de extraña constitución habitados por grandes cantidades de individuos. Una inmensidad de serpientes, escarabajos, limos, o slimes*, como también se les conocía y una indeterminada cantidad de otros organismos encantados y malditos. Se cuenta que este lugar era un bosque común, pero un día una bruja que se mudó a este empezó a practicar sus encantamientos y todo cambió. Historias de los viajeros que se movían por ese lugar.
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Sombras de Dragón
FantasyLa paz llegó hace relativamente poco tiempo, pero los monstruos siguen existiendo así como los demonios y otras criaturas de las sombras. Un aventurero nace a causa de varios factores y las cuatro lunas serán sus guías en el camino tan escabroso que...