Capítulo 18

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En una cama yacía el cuerpo destrozado del chico de pelo chocolate. Las heridas que provocaron las garras flameantes de la bestia causaron varios traumatismos en su sistema, por lo que ahora requería de intensivos cuidados.
Para su suerte, el abuelo de Thomas era uno de los curanderos que había en el pequeño poblado de Coastdan. Unas hierbas especiales eran las encargadas de curar al joven, de las mismas se decía que tenían propiedades mágicas.
Simulando bultos en el suelo, Fang y Shing se hallaban en un estado puede que peor que su amo. La mordida que tenía uno era demasiado profunda y del otro lado, el otro tenía severas quemaduras y zarpazos así como Philo.
Los tratamientos iniciales ya se habían aplicado, eso no quería decir entonces que estuvieran fuera de peligro. Este momento puede que fuera el más delicado de su salud. Por ello, la rubia no quería apartarse de ellos.
Y casi dos días enteros habían pasado...
A sus espaldas, el pelirrojo la observaba con algo de pena. En serio se veía destrozada por la situación de sus compañeros. No importa que dos de ellos fueran lobos.
Thomas caminó hacia la chica y colocó despacio su mano sobre el hombro de la misma. Ella lo miró con los azules iris hechos cristal y él tensó los labios.
—Ya verás que todo estará bien, no te preocupes — intenta alentarla, sin embargo parece que esto no es suficiente.
Kiara hace silencio, sinceramente no sabe que decir, y tampoco es como si quisiera hablar en estos momentos.
Thomas movió sus manos en círculos, desprendiendo una estela de rojizas luces. La ojiazul contempló este acto enternecida. Era algo hermoso de ver, quizá era la representación de la esperanza. En el fondo, el chico sólo quería que no se sintiera mal.
Recordó en ese instante algo que le dolió. Esos últimos momentos con sus padres...
—Creo que sé lo que estás sufriendo — alzó el pelirrojo la mano hacia la rubia para que ella la tomara —. Ven, te voy a enseñar algo interesante.
La joven dudó por unos segundos, sin embargo decidió tomar la mano del muchacho. Consecuentemente, dedicó una mirada al chocolate y se dejó llevar por el niño del cuervo.
La noche se veía con un esplendor único. En el cielo, únicamente la luna de Albis se vislumbraba junto a su morado fulgor. Está era una noche única en el año; dado al tiempo de traslación de las cuatro lunas, sólo había una noche en el año cuando Albis era solitaria en el firmamento.
Albis tenía la forma más inusual de todas. Parecía por debajo la mitad de un huevo, por encima entonces tenía lo que parecían tres colinas. Constituía la segunda más pequeña, luego de Kwin que era la dorada menor.
Según contaban las leyendas, Albis es la luna del amor; en el pasado varias personas dedicaron sus rezos a la violeta del cielo para que sus amores fueran correspondidos.
Así, dicen los que cuentan las historias, que una vez hubo una reina, cuyo reino y nombre eran desconocidos, se enamoró de un campesino. El joven servía al Palacio Real, por lo que la reina lo veía muchas veces. Su primera cita romántica fue bajo la vista inusual de esta luna que sólo se ve solitaria una vez al año. Para el siguiente, el rey descubrió los amoríos de la mujer y su amante... Lo último que se sabe de ellos es que fueron asesinados bajo el violeta resplandor de Albis.
Y la rubia escuchó está historia de la boca del joven pelirrojo. Una tan bonita que la hizo conmoverse.
Una pequeña gotita nació de sus celestes orbes, y la misma se disipó cuando Thomas elevó su bastón al aire para crear mínimas luces de color verde, así como luciérnagas.
—Ten fe, Kiara — apoyó el báculo sobre el suelo —. Ese muchacho con el que viajas se va a recuperar.
—... Eso espero — inició la frase luego de una bocanada de aire —. Es muy sorprendente que puedas usar magia... — intentó cambiar de tema, puede que con el afán de arraigarse a algo con tal de no recordar sus pesares —. Eso no es muy común, por lo que sé.
—Oh, si... — miró a su bastón y luego a la rubia —. La magia me gusta mucho — sonrió —. Aunque mi historia con ella es algo complicada.
—¿Me la cuentas? — la tímida curiosidad de la chica resaltó su rostro.
—Bueno, vale... — dio un vistazo hacia Albis para hablar luego de manera espaciada —. Mi madre era admiradora de la magia, así que desde pequeño la veía meditar y esas cosas. Yo hacía lo mismo que ella, sólo que sin saber porqué. Entonces ella me contó varias historias sobre las criaturas y esas cosas... Hace dos años mis padres murieron de una enfermedad y, lo único que me quedó de ellos fue este bastón y mi libro de magia. Lo único que quería era seguir los deseos de mi madre, así que leí su libro muchas veces y repetí el entrenamiento muchas veces. Poco a poco he venido avanzando y... Tal vez algún día sea un gran hechicero.
Sintiendo compasión por el chico, Kiara lo abrazó. Ella también había perdido a su familia, de modo que sabía lo que era eso.
Thomas no entendió al instante la acción de la chica, hasta que pensó en la conversación. Definitivamente se había sentido identificada con él. Así que le devolvió el gesto.
El pelirrojo había resumido su cuento, pero la verdad, el trabajo que había tenido para lograr sacar su primera chispa mágica fue de los mil demonios. Trabajó duro por la fe de cumplir las expectativas de su madre y ahora, se sentía algo realizado; aún con ganas de avanzar más, pero no estaba tan lejos de su meta como al principio.
Ya había logrado algo que millones de humanos no pueden conseguir. La magia. Ese arte tan excelso que muy pocos lo consiguen dentro de la humanidad.
—Todavía quiero practicar más — dijo el cuando se soltó del abrazo —. Puede que algún día me haga incluso un aventurero y luche contra los monstruos y demonios.
La emoción de los comentarios de Thomas era bastante encantadora. Seguía pareciendo un niño hablando de sus sueños, hasta que algo tocó en su consciencia.
—Pero debo hacerme fuerte más rápido — un semblante apagado eclipsó su alegría —. He oído que el rey sombrío ha empezado a invadir nuestros pueblos. Es posible que ataquen Coastdan y yo soy el único que podría hacer algo... Aquí no hay aventureros, ¿sabes? Es demasiado pequeño como para que el gremio lo considere de necesaria protección.
—No creo que los aventureros vayan a ser suficiente — y la cara de la rubia se puso tan triste como cada vez que recordaba la tragedia de su pueblo.
—¿Por qué lo dices? — eso habría disparado la curiosidad del chico, de modo que terminó preguntando.
—Yo vengo de Porce — la ciudad vecina que había sido invadida por el ejército del rey sombrío. Thomas había escuchado eso, de momento se les hace un nudo en la garganta a los dos —. En mi ciudad habían muy buenos aventureros, e incluso caballeros... Pero no fueron suficiente, el rey de las sombras nos hizo añicos.
Fue muy duro escuchar eso. No sólo por lo que habría sufrido la joven, otras cosas además. Por si no fuera poco, Porce estaba relativamente cerca de Coastdan. Nada impedía que fuera el próximo objetivo.
El pelirrojo temió por ello, su mirada se enturbió.
—Lo siento mucho... — balbuceó.
—Me gustaría decir que ya no duele pero..., de seguro es una tortura para mí en algunas noches de oscuridad.
—De verdad lo siento. No quiero ser insensible pero, sí atacaron ya Porce... No lo había pensado así hasta ahora, pero puede que ataquen Coastdan...
Preocupado hasta las entrañas. No se le había ocurrido que pudieran atacar Coastdan tan pronto. Pero si ha habían llegado personas que partieron desde allí al pueblo, no es improbable que el próximo objetivo fuera ese lugar.
Y algo más, debía de hacerse lo suficientemente fuerte como para poder frenarlos por sí mismo. Sería complicado, pero con la magia muchas cosas son posibles. De tal manera, sus ojos brillaron con la determinación.
—Empezaré a entrenar ahora mismo.
El tono del pelirrojo era intenso, a su lado, el cuervo graznaba a la par que revoloteaba sobre su dueño.
La rubia sintió algo que sacudió su corazón. Puede que los peligros fueran mayores ahora. Más que las posibilidades de guerra eran tan altas.
Thomas tomó su báculo y lo hizo brillar con chispas de rayos índigo.
***
Nadando inerte en un lago de profunda oscuridad, pudo notar un minucioso fulgor azul.
Para cuando se percibió a mismo, Yuulkā descubrió que había escapado de la realidad. Todo era borroso para sus ojos así como la dificultad para respirar.
Espera, ¿en verdad respiraba?
No. Ni siquiera sabía si respirar existía.
Tampoco se notaba que existiera el propio aire. Lo único que había era oscuridad, oscuridad y un capcioso brillo azul.
Sin saber nada, sencillamente lo que pudo hacer fue dirigirse hacia aquello que emanaba luz. La sorpresa fue inesperada.
Un gato que parecía hecho de la propia oscuridad tenía dos gemas azules por ojos.
Hasta ahora no lo recordaba pero... El conocía a ese gato. Era el mismo que había muerto al inicio de su viaje. El mismo que nació el mismo día que él.
Diya.
—Tienes que despertar, Yuulkāryon — por qué el gato tenía su voz, no lo sabía.
—¿Eres Diya, verdad? — preguntó el chico, pero aunque ambos supieron lo que decía, su voz era... ¿El maullido de un gato?
La curiosidad desgarró al moreno por todo aquello, pero debía controlarse. Se dijo a sí mismo.
—Supongo que sí. Pero debes hacerme caso. No puedes dejar que te manipulen.
—¿Manipularme? No entiendo, ¿quién quiere manipularme?
—Ella.
Poco entendió de las palabras del gato, pero al despertar de su sueño, la violeta luz de Albis lo acariciaba por la ventana.
Notó su cuerpo desnudo en la cama de fino diseño. Sedas y maderas de la más alta calidad, con realces en el tono rosado claro de la tela.
En un asiento frente a un espejo, la señorita Eerin vestía a penas una bata casi transparente.
—Has despertado, mi príncipe — habló ella sin asperezas.
El moreno la recorrió con sus ojos, despacio y confundido. No lo entendía para nada, ciertamente. ¿Cómo había llegado a este punto?
Lo poco que recordaba era que ella bajaba del cielo y lo besaba. Recuerdos muy vagos y que ahora sólo eran un espejismo del pasado.
Deseaba saber, pero la pregunta era... ¿Cómo?
Tal vez debería preguntar.
—¿Cómo llegamos hasta aquí?
Al escuchar, la chica se movió hasta la cama, donde se habría sentado justo al lado de Yuu. El muy tonto seguía despistado.
—He decidido traerte, corazón — acarició el cabello del castaño y centró sus lilas en los café rojizos de él —. Debemos irnos hacia la capital, Yuu.
—No entiendo, Eri — frustrado, alzó su tono —. ¡No entiendo nada de lo que está pasando! ¿Por qué estoy enfadado? ¿Por qué siento que me falta algo? ¡Nada tiene sentido!
Los reclamos del chico tenían su sentido. Por sí o por no, algo había sido arrebatado de su esencia, algo que no podía descubrir. Y eso dolía, dolía y provocaba un profundo enojo en su interior, enojo consigo mismo.
—Todo está bien, Yuu. Sólo debes relajarte, ¿si?
¿Relajarse? Él no quería relajarse. Quería que esa molestia en su pecho, ese vacío desapareciera. Y puede que no lo hiciera.
—Nada está bien, Eri. Siento que todo está mal, y lo peor del caso es que hay algo en mí que me dice que debo hacer algo... Sólo que no sé.
—Sólo déjate llevar. Ahora estamos juntos, ¿no es lo que quieres? — la luz de las pupilas de la chica parecía meterse en la visión del castaño...
—Joder...
Se quejó, pero Eerin abrazó al chico, tomando su desnudez.
La bata se deslizó, dejando su piel vulnerable a la de su amante. Los labios danzaron hasta que la luna violácea en el cielo desapareciera. Sintiendo sus esencias volverse una.
Cuando sus cuerpos frotaban la dulzura en medio de las cedas rosadas.
La tierra tembló, lo hizo porque cuando la semilla de amor fue sembrada, la tierra no pudo evitar desbordarse de pasión.
La magia recorría ambos universos de sangre y fuego. El calor de sus cueros bailando bajo Albis, bajo el fulgor de la violeta del firmamento.
Las hermosas melenas de la señorita se fundían estando sobre las castañas de su príncipe que se hallaba debajo de su calidez. Correr sería molesto teniendo algo allí, pero los gemidos que se provocaban mutuamente eran tan extasiantes que solamente podían avanzar más en sus caminos del placer.
Era algo muy extraño...
La sensación era extraña y, a la vez era buena.
Indescifrables emociones abrazaron el corazón del muchacho que estaba siendo introducido en las más profundas lagunas de su amor yaciente sobre sí.
Recordó en una corta fracción como en los confines de un lugar tan borroso que ni memoraba su nombre, las flores primaverales y las mariposas de rubí giraban a su alrededor mientras sus comisuras eran una con los labios de la chica.
Parecía tan lejano que, incluso estando ahora junto a tal amor de infancia... Parecía una mentira.
‹‹Dime, rubí hada de mis sueños.
¿Es mentira está pasión?
¿Acaso la miel que me regalas es sólo una ilusión?
Quiero que me muestres, que me muestres la verdad.
¿Es tu amor una verdad?
O es una falsa destrucción.
Me estás dejando volar tal vez, para dejarme caer.
Nada de ello puedo saber, pero una tristeza me abraza.
Y me abraza aún contigo aquí. Aún estando juntos, aún si mi piel es parte de tu piel. Si está tristeza es verdad, si la nostalgia es real, quiero que me mates. Quiero que me mates porque vivir así no tiene sentido.
Un vacío había en mi corazón, algo que no me gustaba pero, nonlo llenes con melancolía por favor.
De seguro está es una despedida. ¿El fin de nuestro amor?
Quizás no lo sea. Quizás sea el inicio del dolor.
Sólo quiero que mientras somos uno, y yo llene tu dolor; no sea por algo menos que la devoción de querete oh mi amor.
Debajo de las sábanas soy tuyo. ¿Sin ellas también lo soy?
Sólo dime, dime si me quieres.
No me engañes corazón››
...
Con los brazos agarrando fuertemente a su pareja tan anhelada por los años, nace una luz de afecto. En la espalda del moreno, fuera de sus marcas de lunas rasgadas, las marcas cuyas formas de mariposas nacen en violáceo resplandor.
Ahora está dibujado un lepidóptero en su piel. Una marca de dolor.

👻👻👻

Hola.
Capítulo sin editar, más tarde me encargaré de eso.
Chau <3

Sombras de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora