Capítulo 11

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El joven moreno le daba la mano a la muchacha. Ambos usaban vestidos blancos de finísima ceda, y por asuntos indescifrables, todo indicaba que se habían vuelto algo cercanos.
Ni Baud ni Foorïs creían lo que sus ojos veían. De veras Yuu se había hecho íntimo de la ninfa.
Aunque ya todos sabían que no era una ninfa exactamente, sino una especie de la raza de los demonios. Una que surgió tras la mezcla extraña entre nefelims provenientes de humanos y náyades reales. Esta especie a la que pertenecía Hydris solía engañar a los viajeros y engatusarlos para que terminaren ahogados en sus aguas.
Ni el mismo Yuulkā sabía que había ocurrido, pero por alguna razón ahora podía sentir la presencia de Hydris a su alrededor. Una sensación de lo más atípica.
Muchas nuevas chispas lo hacían sentirse atraído hacia la mujer demonio. Pero, ni aunque se lo explicaran podría entenderlo.
—Hola, chicos — saludó el moreno sonriendo con algo de nerviosismo.
—¿Por qué estás tomado de la mano con ese engendro, animal salvajoso? — inquirió el ave con altivez.
—Por favor, no fastidies ahora — habló el moreno antes de que Hydris se sintiera ofendida; sin saber por qué algún tipo de presentimiento anormal le dijo que ella podría matarlo por esas palabras.
—¿Todo se encuentra bien, Yuulkā? — se veía preocupado el ojiazul, pero más que eso se hallaba molesto en cuanto a la ninfa.
—Pues sí, sólo que... Tengo que contarles algo — ríe cual tonto en primavera —. Al parecer, no sé cómo pero ahora...
De verdad no hallaba la manera de soltarlo, pero el Estelato no se aguantaba.
—¿Podrías terminar de hablar? — irónico injurió sacudiendo sus plumas — Me pareces irritosante.
Y por milagroso que sonare, Yuu no tenía intenciones de discutir con su amigo el pájaro divino. Solamente decidió ignorarlo y proseguir luego de tragar saliva.
—Nada, que ella dice que tiene que venir con nosotros.
—¡¿Qué?! — la voz de ambos tronó al segundo.
Eso que el decía no tenía sentido, carecía de todo sentido en lo absoluto. Las ninfas no podían dejar su hábitat, no importa que fueran ninfas híbridas. Y encima, ¿quién se uniría a un grupo de aventureros así de la nada siendo una fuerza de la naturaleza?
—No lo entiendo, mi señor. Acaso las ninfas qué no pueden salir de sus dominios — musitó en tono dubitativo —. Creí que eso aplicaba también para los demonios de la especie Hidryum — la serena voz del chico a penas dejaba salir unos ligeros hilos de molestia.
—Pues... — Yuulkā se habría quedado sin palabras para responder, pero había alguien que sí podía responder a esa pregunta.
—Es cierto que no podemos hacerlo — hizo una pausa —. A no ser que hallemos un suplente o... Encontremos un nuevo amo.
Lo primero de hallar un suplente venía de la naturaleza de ninfa, mientras que lo segundo de servir a un amo viene de su lado demonio. Así de simple.
—Entonces... Eso quiere decir que usted se ha vuelto su amo...
—Todo parece indicar que sí — se encogió de hombros sin nada más que hablar.
—Comprendo — e hizo silencio, un silencio tan atormentador que ni en sus celestiales iris podías leer dichos pensamientos.
—Espera, Yuulkā. ¡No puedes hacer eso sin contar con nosotros! — reclamó Foorïs.
Sonrisas, ignoración...
Más ignoración...
Más sonrisas...
***
Aunque fuera relativamente temprano en la noche, para la señorita des Roses resultaba el momento perfecto para una de sus fiestas de té. Podría sonar algo inusual pero, cuando tú rey te manda como una comandante del ejército a una campaña solamente a esperar a una persona, no había más opciones que esperar pacientemente.
Los soldados de la señorita eran bestias horripilantes, hombres grotescos de una extraña coloración rojiza en la piel; sí, herejes.
Dado a esta situación, solamente sus únicas compañías eran dos sirvientas que se había logrado llevar al campamento.
El vestido negro delineado con cintas color lila y ajustado que llevaba por debajo de su túnica rosada que semejaban la vestimenta de una mariposa. Típicamente sería confundida con una princesa, aunque no fuera más que lo que aparentaba.
—Derline, trae por favor mi crema para la piel — indicó la joven, sentada sobre un cómodo asiento —. Necesito estar bien cuidada, no importa que esto sea el campo de batalla.
—Por supuesto, señorita — asintió la sierva con la cabeza baja.
—Ahh... — suspiró agotada la muchacha a la par que se veía al espejo —. Dime, Milene. ¿Te parezco hermosa?
—Calro que sí, señorita. ¿Por qué duda de ello? — preguntó la otra sirvienta, la de cabello castaño; en su tono, la misma hacía referencia con inseguridad.
—No lo sé... Todos esperan que una mujer de sociedad sea hermosa. No quiero que las expectativas de mi rey decaigan — desvió su vista hacia sus delicadas uñas.
Pero Eerin des Roses era una joven de lo más hermosa. Sus facciones eran finas y su porte indicaba su alta categoría. Otra señorita como ella, tan perfecta sería muy difícil de hallar.
Y no solo por su belleza, la señorita Eerin tenía el poder de lograr todo lo que quisiera; tal era así, que había hecho que en medio del campamento de batalla colocaran una muy cómoda carpa, así como una finísima decoración y demás cosas necesarias para mantenerse como quería.
Tenía incluso rosales y mariposas en aquel lugar. Según el rey, ella era la más hermosa y delicada de los quince comandantes del ejército.
Entonces, luego de cierta disociación, la chica vio con sus ojos color lila como la sirvienta que había llamado en un inicio llegaba con la crema.
—Derline, coloca la crema en mis pies, por favor — pidió calamda, dejando ir otro suspiro, rodando la visión por la alfombra.
—A sus órdenes, señorita — asintió la pelinegra y se arrodilló ante su ama, quitó el reluciente calzado de la misma y empezó a aplicar el cosmético.
—¿Me permite que acarice su cabello, mi señora? — esta vez, Milene fue la que se acercó a Eerin.
—Claro — sonrió a penas, algún pesar le molestaba.
...
Los tratamientos de belleza por parte de sus siervas le parecía exquisito. Amaba como era tratada por ellas; y no sólo eso, sentía realmente que era una reina cuando se hallaba en esas situaciones.
Sin embargo habían ciertas dudas en su memoria. Pensamientos que le sacaban los suspiros de vez en cuando.
Dicen que las jóvenes a su edad siempre son adoradas por los jóvenes si es que son agraciadas, y para la señorita des Roses cuya belleza parecía sobrenatural, los pretendientes no cesaban de pedir su mano. Aún así eso no parecía ser lo que ella deseaba; siempre se veía algo distraída, como si pensara en algo.
Pero nadie podía saber lo que estaba pensando, aunque creyeran conocerla. Ni siquiera los dioses que tejieron su destino conocían bien como funcionaba la mente de aquella delicada princesa.
... Pasaron varias horas, al parecer las muchachas se cansaban de atender a los caprichos de la niña de perlas de amatista. Y sí, tal vez decir niña era herrado ya que tenía dieciséis años, pero técnicamente sólo era una niña.
Descansó por estas placenteras horas pues, sin preocuparse por nada de lo que solía agobiarla. Es así que, estando perdida entre sus memorias, fue sacada de allí por unos determinados actos que se realizaron frente a ella.
Una gran cantidad de mariposas casi cristalinas de color rosado, luego de entrar empezaron a girar, de tal modo que formaron un torbellino colorido y...
Tal misteriosa luz dio visión a una persona después que los insectos se dispersaran. Una mujer de rojizos cabellos y verdes ojos, usando vestidos blancos. La misma sonrió amablemente cuando la señorita hizo contacto visual con ella.
—Buenas noches, señorita Eerin — comentó ligeramente la divina criatura.
—Buenas noches, Xana. Te estaba esperando.
—Lo sé, querida; pero hay unos asuntos demasiado urgentes que atender en Tharis.
—Ya veo... — deslizó su mano por entre sus cabellos —. ¿Por fin qué sabes sobre lo que te pedí?
—Nada aún — negó con la cabeza —. Todo parece indicar que aquellos a quien busca han salido de la zona de confort de mis queridos insectos.
—Necesito que trabajes más a fondo. Es peligroso si no cumplo mi tarea — musitó levemente preocupada.
—¿Hablas de lo que te pueda hacer el rey de las sombras? — incrédula se mostró la pelirroja, para después lanzar una picaresca mirada verdosa — Pero si eres la más bella y ladina mujer de todo esto.
—Ja, eso no es lo que me preocupa — afirmó con suficiencia.
—¿Entonces?
Eerin no contestó. Simplemente calló porque creía que no era necesario decirlo justo ahora. Solamente desvió la mirada aburrida, deseando entrar ya a la acción para ver su salía de ese estado.
Nada iría bien. Pero algo se podía hacer. O al menos eso creía.

👻👻👻

Hello people, cœrs jjj.

Aquí les dejo la actualización. El extraño destino se empieza a tejer.

¿Quién será la nueva chica que ja entrado en escena?
La hermosa joven parece muy misteriosa...
¿Y qué tal Xana? Bueno, ambas me parecen geniales.

Pero bueeeeeno, ya verán lo que tengo preparado.

Este capítulo es bastante corto... Humm, XD.
En fin.
¿Alguna idea de quién es esta joven?
Sólo diré que es de mis personajes favoritos.

En fin. Espero que les haya gustado el capítulo, así que esperaré sus estrellas y tal vez sus comentarios.

Besos y abrazos, mis corazones...
😍😣

Sombras de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora