Tras cambiar de ciudad por el trabajo de su padre, Kiara Lewandowski intenta cumplir su sueño de ser diseñadora y fotógrafa profesional, sin pensar en relación o chicos que puedan cambiar sus planes. No es hasta que un de chico llega a su vida de ma...
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Una semana para que comience el verano.
Última semana, exámenes finales y entrega de mi proyecto, había sido una semana bastante movida, en todo sentido, lo único bueno de todo esto era que el verano cada vez se acercaba más.
La idea de ir a Mónaco aún seguía en la cabeza de mi padre, aunque los últimos días le he estado insistiendo que visitemos un lugar distinto, lo menos que quería era encontrarme con cierta persona, Montecarlo era demasiado pequeños, y las posibilidades de encontrármelo eran bastante altas.
¿O quizás el destino se ponga de mi lado y no lo ponga en mi camino?.
—¡¡KIARA!!. —Los gritos de las menores invadieron mi habitación.
—Hola pequeñas criaturas. —saludé mirando a las rubias acercándose a mi.
Estás me rodearon con sus cortos brazos.
—Skye nos está persiguiendo. —Klara señaló a el cachorro que traía su lengua afuera.
—Solo quiere jugar con ambas, ¿acaso no quieren jugar con él?. —Las miré.
—Si, pero, ¡está cada vez más grande!. Juega con nosotras.
—Vale, pero solo un ratito. —les dije. —Daniela está por llegar.
—¿Por qué no nos lleva con Daniela a tus cosas de chicas. —La mayor habló.
—Ya tendrán edad para salir a hacer cosas de chicas mayores, por ahora con jugar con Skye, está bien.
—A mi gustaría tener el cabello como tú. —Está vez fue Lau quien habló. —Cuando sea mayor lo tendré igual.
—¿Que dices? el rubio es muy lindo. —sonreí.
La diferencia entre los genes de las pequeñas hermanas y los míos eran muy notorios, mi parecido era más a mi madre, a lo poco que recuerdo de ella y a lo que mi padre me dice; soy su copia, con un poco de parecido a él.
En fin, no es momento de pensar en eso.
—Vamos a el jardín, no quiero que hagan un desastre en mi habitación. —las niñas tomaron mis palabras y caminamos hasta afuera.
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—Creí que ya estarías lista. —Dani mencionó mirándome desde la puerta que llevaba hasta el jardín.
—Ni siquiera me dijiste a dónde íbamos, no puedo saber que ponerme si no me dices a dónde vamos.
