18.

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-Mi guapo, te ves todo mal... -Andy le tomó el rosto con ambas manos. Su cara hinchada y enrojecida relataban una noche triste y larga, de la que no eran ajenos por haber escuchado el llanto amargo por horas. Ninguno de los dos quiso intervenir, porque conocían perfectamente su estado y sabían que, de hacerlo, Bill preferiría irse de la habitación a llorar en otro lado. Pero ahora los miraba en silencio compadeciéndose de sí mismo por no encontrar la forma de salir de allí y enfrentarse a Tom, o a Londra, o a Quiev. O a toda a gente que había sido espectadora de su pareja besando a otra persona. -Vamos a casa... mi hermano ha venido hasta acá por nosotros... o bueno, por ti.

Camino al pasillo, el sonido de las voces se hacía cada vez más sonoro. Bill levantó la mirada para notar que Tom estaba junto a Londra, desayunando; llevaba una taza con café, la cual subía a sus labios para beber de ella. Sus ojos se cruzaron con los propios y el contacto, que fue apenas duradero, para Bill fue casi eterno. Aún así, ninguno se despidió de nadie, simplemente salieron de la casa y fueron al auto de Iann, quien los esperaba fuera de este, fumándose un cigarrillo. Saludó a Bill con un pequeño abrazo y lo dejó entrar al copiloto. Andy se burló de su hermano, y entró con Georg detrás.

Iann miró a su hermano en busca de una explicación sobre el estado de Bill, pero Andy simplemente hizo señas de que había bebido de más, y entonces nadie preguntó.

No podía culpar a Tom, si era sincero. Sabía que no estaba públicamente fuera del clóset, y sabía también, que toda la gente de allí lo conocía, y, le admiraba, o le respetaba. No podía bajarse al nivel de pensarse lo suficientemente importante como para que le hiciera caso en ese momento, frente a todos. Aún así se sentía traicionado, y por mucho que le quería, estaba seguro de que esta relación ya no podía seguir yendo así. Siempre escuchaba a sus amigos quejarse de la horrible persona en la que se había convertido gracias a Tom; y quizás tenían razón. Ya no se encontraba a sí mismo. De repente volvía a sentirse dentro de su cuerpo cuando tenía quince años: inexperto, dependiente; incapaz.

-Sé que no es buen momento y que no estás sintiéndote nada bien, pero... estoy para ti siempre, y espero que lo sepas. Que hay hombres malos, pero habemos muchos que no lo somos, y...

Bill le encajó una mirada furtiva, que expresaba pena de sí mismo, pero también ofensa. Estaba harto de que la gente no pudiera dejar de decirle que todo lo que hacía estaba mal. Estaba harto de pensarse insuficiente y con poco respeto a su persona como para tomar decisiones que le hicieran un bien. Pero Iann no sentía nada cuando la mirada penetró también sus ojos, porque, al igual que él, había pasado por situaciones que le hicieron pensar que partir del mundo sería mucho más sencillo, porque no quería afrontar las cosas que aún al día de hoy dolían. Entendía que Bill tomara decisiones desfavorables y comprendía que en cierto punto eran adictivas, por ello no juzgaba, y se detenía sólo a escuchar o aconsejar.

-Ya sé que Tom es malo; ya sé que es abusivo. No me digas más. -Bajó la mirada a sus manos, e Iann miró a su hermano y su amigo, quienes estaban a su lado, hartos de siempre ver a Bill en esa situación.

-Deja ya de autodestruirte así, Bill... siempre te tiene enojado y lastimado. Ese imbécil es una mierda, enserio deseo que se muera ya. -Gruñó Andreas, desesperado, poniendo las manos en un puño y mirándolo con rabia. -Deseo que todo lo que ha hecho se le regrese, pero el doble de fuerte, y...

-¿Me dejan hablar con Bill a solas? -Interrumpió Iann, y Andy se quedó en silencio, y se mordió los labios antes de asentir e invitar a Georg a su habitación. Bill los miró irse, y después llevó la mirada a Iann, quien se levantó tras ellos y luego cerró echando el pestillo.

De regreso a la cama, Bill se limpió las lágrimas rápido, echando el aire fuerte para parecer un poco más tranquilo de lo que realmente estaba. Iann le apretó las manos, dándole un par de caricias antes de soltárselas con cuidado y suspirar pausado, sabiéndose a sí mismo vulnerable por lo que iba a decirle, y esperando que Bill no fuera a restarle importancia a su historia.

SAUDADE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora