29.

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 —Tom, estás todo lastimado.

Y eso ya no era una novedad, porque desde que Bill tomó la quizás errada decisión de volver a ver a Tom, cada vez regresaba con más heridas. Decía que era su forma de poder sobrellevar la culpa que lo estaba ahogando con cada respiración que tomaba. No podía imaginárselo haciéndose ese tipo de daño, porque Tom no era autolesivo, pero es que los últimos meses realmente habían servido para mostrar que era sensible y que las cosas que había hecho, por malas e imperdonables, por fin le habían llegado a respirar en la nuca, y se había dado cuenta de que había hecho un daño irreversible que siempre iba a tener que tragarse aunque fuera difícil. 

Tom suspiro y miró en silencio los dedos flaquitos de Bill pasar superficialmente sobre sus heridas. Sintió en el pecho esa presión y ese dolor que no podía seguir habitando porque era de dar miedo. Pero es que Bill siempre había estado para él, aunque fuera razón de perder a todos y a todo lo que había llegado a construir durante todo este tiempo. Ahí estaba a pesar de todo, siempre actuando con amor que él jamás le demostró como Bill le suplicaba que hiciera.

Sus ojos se llenaron con lágrimas, y echó el aire por la boca, ruidoso.

—No tengo derecho de sentirme así, pero es que todo ha sido tan malo. Me arrepiento de no haber dejado que me mataran ese día...

Muchas veces Tom se ponía a llorar incontrolablemente, y Bill, en silencio, intentaba entender en dónde estaba su responsabilidad con él. Era extraño tener que verlo así de sensible y encima empatizar con un dolor y un deseo que también era suyo. Ya no querían seguir en esta tierra. No importaba cómo se había dado, y cómo de pronto se habían encontrado en una situación así, lo importante era que habían vuelto a terminar juntos y tenían un objetivo que era dejar de sentir. Estaban hartos de tener que volver a un mundo en el que no se les quería, en el que el odio siempre iba a perseguirlos simplemente por tenerse el uno al otro.

Bill pensaba que incluso con el esfuerzo que su familia estaba haciendo, sus ganas por no seguir aquí eran muy grandes. No tenía sueños por un futuro bonito, tampoco creía que volvería a enamorarse. No creía que pudiera volver a ver motivación en su vida. Y haber encontrado a Tom después de meses, supo que las cosas no podían ir hacia otro lado más que en picada. Y se lo merecía. Ya merecía descansar.

—Sí tienes derecho a sentirte así, Tom... yo creo que no te exime de ser humano lo que hiciste. —Tom levantó las cejas, como burlón, sabiendo que mucha gente ya ni siquiera le ponía la etiqueta de humano tras las cosas que había hecho. Pero ver en los ojos de Bill la honestidad, le hacía llorar sin ni siquiera poder evitarlo.

—Me equivoqué contigo... estoy muy arrepentido de...

—Dios, Tom... si puedes regresar el tiempo, hazlo por los dos. Pero si no puedes, y estamos aquí, mejor sólo hay que dejarlo en el pasado y ya.

—Pero yo no puedo... —Susurró.

En su cabeza había cosas a las que le restaba importancia, pero una de las que siempre le gritaba al oído era justamente haber maltratado a Bill de esa manera. Por haberlo creído mucho más fuerte cuando lo conoció y darse cuenta de que era una careta. Por aprovecharse del amor desinteresado que le daba; por saber que una vez lo tenía en su mano era sencillo hacerlo cambiar de opinión. Sólo porque realmente le quería.

Y haberse aprovechado de un alma tan bonita, no sólo le hacía sentir como una basura, sino que se daba cuenta de que realmente lo era. Ahora que sufría tristezas profundas, se daba cuenta del tipo de persona que había sido y al tipo de persona que había maltratado. La sangre tan fría con la que había matado. Y sólo sabía que merecía más de lo que estaba pasando ahora, y que quizás la muerte iba a ser una escapatoria fácil, pero ya no tenía otra opción y no le importaba si eso simplemente le iba a hacer desaparecer.

SAUDADE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora