Bill se despertó con un dolor punzante que le recorría todo el cuerpo. Cada movimiento era una tortura, y al abrir los ojos, se encontró con su vestido roto, un símbolo mudo de la violencia que había sufrido la noche anterior. La memoria de los horrores que aquellos hombres le habían infligido lo golpeó como una ola, y un nudo se formó en su garganta mientras las lágrimas amenazaban con desbordarse.
El primer pensamiento de Bill fue el de llorar, pero el dolor físico y emocional lo paralizaba. Intentó levantarse, pero cada músculo protestaba con un dolor agudo. Y recordaba momentos aleatorios de la noche, pero de seguro las drogas y el miedo hicieron islas en su cabeza. Apenas podía recordar las manos en el suelo; el dolor y sus gritos que resentían su garganta al querer tragar saliva.
Y a Tom, que no puso ningún grito a su favor. Que permitió que todo sucediera.
—Auu... —Se quejó cuando intentó alargarse y tomar su celular, el cual no estaba en la mesita de noche. Buscó entre sus cobijas y se lo encontró enredado en la manta. Aún no abría los mensajes de sus padres ni de sus amigos, buscándolo. Pero tenía un par de Tom, que se dispuso a leer sin siquiera esperar, sorprendiéndose a sí mismo de encontrar que eran audios:
»Bi, lo siento, lo siento, lo siento... por favor perdóname, mi niño, he tenido mucho miedo.... He estado toda la noche pensando. No sé qué hacer... Dios... no sé qué hacer... Bi...»
»Hola, Bi... ¿estás en casa? ¿podemos hablar? Por favor.»
El último había sido de hace unas pocas horas, y su voz sonaba mucho más sobria y calculada. Pero en ninguna de las dos Bill fue exento de sentir que las manos le temblaban y el corazón volvía a doler como había dolido al regresar a casa. Apretó fuerte el aparato entre sus dedos y echó un suspiro fuerte. Tragó saliva con pesadez, sintiendo en ella el dolor que recordaba las súplicas que ayer había gritado.
—¿Bill, cariño? ¿Estás despierto? —preguntó su madre con tono ansioso, tras la puerta. Su voz apenas un susurro que lograba escucharse desde donde estaba, para después hacer visible a su madre en el marco, mirándolo con un rostro afligido. Bill asintió débilmente, incapaz de articular palabra en su estado lamentable. Sus padres entraron a la habitación, y sus rostros se llenaron de angustia al verlo así. —¿Quiénes fueron? ¿fue Tom?
Bill apenas pudo responder en susurros entrecortados, su voz apenas un murmullo ronco:
—...Lo siento... —Sus labios temblaron, y el sonido de su voz apenas fue escuchado por sus padres, quienes le leyeron los labios y se miraron el uno al otro, incapaces de comprender. Sin saber cómo actuar. Por lo que habían escuchado en esa llamada, Bill había sido abusado, y por las heridas en su rostro y su ropa mal puesta, era obvio que así había sido. Pero ninguno de los dos sabía qué decir, o cómo actuar ante la situación, en la que sabían, que Tom estaba detrás.
Su padre se acercó y apretó una de sus manos. Pudo ver sus uñas rotas; y a la cercanía, pudo también ver que las heridas en su rostro, aunque no muy profundas, tardarían mucho en irse de su piel.
— Bi... no eres culpable de nada de lo que te pasó... —Bill lo miró, y en su rostro pudo ver la vergüenza que sentía, de no haber escuchado nunca a quienes le querían y procuraban su salud. Podía ser que la gente terminara cansada de esperar a que decidiera por fin ponerse bien y buscar su protección, pero no podía él jamás perder la paciencia con su hijo, porque en sus ojos ahora no sólo veía dolor y miedo, sino que iba al pasado en el que también los vio suplicar ayuda por no saber hacia dónde tenía que dirigir su camino. —te vas a poner bien... y de ahí vamos a planear tu futuro...
Los días se deslizaban con una lentitud insoportable para Bill, atrapado en el torbellino de su propio dolor. Cada mañana se convertía en una batalla perdida contra la fuerza gravitatoria que lo mantenía anclado a su cama, mientras el reloj parecía detenerse en un mundo donde el tiempo se estiraba como un elástico interminable. Su cuerpo, una vez enérgico y vital, ahora era solo una sombra de su antigua forma, desgastado por los pensamientos que lo consumía.
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SAUDADE.
FanfictionBill terminó con su vida el mismo día en que nació, tras una historia que no pudo proyectar sin dejar pedazos de sí mismo cada vez que la verbalizaba.