26.

166 18 2
                                    

Cuando abrió los ojos, lo primero que sintió fue una punzada fuerte en la sien. Llevó su mano al área y al poner los dedos ante su vista, los vio tintados del rojo aún vivo de su sangre. Arrastró el cuerpo, reconociendo que estaba aún en la calle, y la oscuridad de la madrugada le dejaba saber que no había pasado mucho tiempo. Aún podía sentir un poco del sabor del alcohol en la lengua. 

El dolor punzante en su cabeza le recordaba lo que acababa de pasar. Abrió los ojos lentamente, la luz de la luna iluminaba débilmente el lugar. Estaba en una calle desconocida, rodeado de edificios ominosos y silenciosos. Se incorporó con dificultad, sintiendo su cuerpo adolorido y la confusión invadiendo cada centímetro que habitaba dentro de sí. Miró a su alrededor, tratando de ubicarse, pero un escalofrío recorrió su espalda cuando se dio cuenta de que no reconocía el lugar en absoluto.

El corazón le latía con fuerza en el pecho, el miedo se apoderaba lentamente de él. No podía evitar sentir que algo terrible estaba a punto de suceder. Las luces parpadeantes de la ciudad parecían susurrarle que no estaba allí por casualidad, que algo siniestro estaba acechando en las sombras.

Con cada paso tambaleante que daba, Bill se sentía más perdido y vulnerable. Sabía que debía encontrar ayuda lo antes posible, antes de que fuera demasiado tarde. Pero mientras se tambaleaba por las calles desconocidas, el temor en su interior crecía, asegurándole que esta noche no terminaría sin más problemas.

—Toooda, Tom. Buen chico... toda. —Escuchó aquella voz irreconocible, y la respiración agitada de otra persona. Se giró y allí pudo ver el cuerpo de quien pudo reconocer fácilmente, era Tom, de rodillas en el suelo, haciendo una felación obligada a un hombre, que le mantenía apretado del cuello. El rostro de Tom estaba completamente enrojecido, y al sentir una embestida fuerte contra su garganta, una arcada e hilos espesos de saliva y bilis escaparon por sus comisuras. Un quejido de dolor y desespero hasta que su cuerpo parecía querer rendirse y entonces lo dejaban respirar. Luego volvían a ello, dándole patadas y riéndose de él al verlo por primera vez tan vulnerable.

—Tom, Tom... mira cómo lo tienes, estás sangrando. —Vio cómo le metían la mano entre las piernas, sacándola tintada en sangre. Bill respiró agitado, asumiendo que se trataba de que algo le habían hecho que lo había herido más de lo que físicamente ya se veía.

—Da igual, síguemela chupando, ya casi llego. —Y volvió a mover las caderas, fuerte, contra el rostro de Tom quien se quejaba y lloraba, apretando los dedos de sus manos desesperado. —Dios... trágalo, Tom... trágalo. —Le apretó de la quijada y lo giró a su rostro; Tom atendió la orden de abrir la boca y sacar la lengua. El otro sonrió. —Buen chico.

Bill echó un quejido de miedo, que atrajo la atención de uno de ellos, que sonrió de forma feroz y se acercó a pasos rápidos hacia él, que no pudo ni siquiera planear una escapada cuando ya le había apretado el cabello en uno de sus puños.

—Ya despertó la princesita, ven aquí.

—¡Noo!... humg...

Su cuerpo fue arrastrado sin el mayor esfuerzo. Intentó poner manos y rodillas para estabilizarse, pero de un empujón volvió a caer al suelo a peso y esto captó también la atención de Tom. Sus pares de ojos se conectaron y una expresión de dolor en ambos pudo leerse sin esfuerzo. Bill supo que era algo planeado, y sabía que se debía a las cosas que Tom había hecho y que ahora parecían estar tomando venganza por quienes ni siquiera tenían que ser justos.

Tom había estado mirando con horror mientras golpeaban a Bill. Había intentado gritar, pero el dolor de sus propias heridas se lo impedía. No podía moverse; su cuerpo magullado y el miedo que había sufrido hace unos minutos, era tal que lo paralizaba.

SAUDADE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora