Capítulo 30

1.1K 156 21
                                    

Hyunjin sacudió su cabeza de lado a lado cuando un fino cosquilleo molestó en su nariz. Aferrándose a sus sueños, continuó intentando dormir, esperanzado con que si lo ignoraba lo suficiente terminaría por desaparecer.

Cuando pensó que por fin su descanso dejaría de ser interrumpido, un piquete casi imperceptible aterrizó en su mejilla.

Luchando contra su propia voluntad, parpadeó lentamente hasta que uno de sus ojos pudo abrirse. La claridad golpeándolo de lleno, incluso llegando a dejarlo momentáneamente sin capacidad de observar nítidamente.

Lo primero que enfocó fueron un par de ojitos brillosos y juguetones. Bajando, aterrizó en una marca recién hecha, todavía algo hinchada y rojiza, pero no menos saludable que el promedio. Terminó su recorrido en dos diminutas manitos, que curiosas, trazaban patrones sin sentido sobre sus pectorales.

Sonrió bobamente cuando Felix, al percatarse de que lo estaba observando, se sonrojó con fuerza y atinó a esconderse debajo de las mantas.

— Sal de ahí, mi dulce omega, no hay nada de qué avergonzarse — murmuró con ternura.

Por lo visto, los rastros de lazo naciente todavía persistían en el pequeño omeguita.

Era sabido que esa especie de "trance" podía durar hasta tres días, por lo que Hyunjin no se preocupó en absoluto, es más, se dedicaría a mimarlo y cuidarlo aún más.

— ¡Estamos desnuditos, alfa! — chilló Felix con voz aniñada.

Esta vez sí se le escapó una carcajada completa. Su omega podía llegar a ser sumamente tierno, incluso si no lo buscaba.

Quién hace casi dos años le hubiese dicho que hoy estaría enlazado con el amor de su vida, viviendo juntos y con su trabajo soñado se hubiese reído en su cara y negado completamente. Ahora, en cambio, su alfa rugía orgulloso dentro de su pecho clamando por el bonito omega.

— No importa, amor, ven aquí. Necesito curar la marca.

Cómo si hubiesen dicho alguna especie de palabras mágicas, Felix sacó su cabecita y se volvió a recostar sobre su pecho sumisamente.

Hyunjin se acomodó lo suficiente como para que su lengua pudiera contactar con el cuello ajeno y comenzó a dejar pequeñas lamidas y tiernos besitos. Juró escuchar un ronroneo por parte del omega, haciéndole saber lo mucho que lo estaba relajando e incitándolo a continuar.

Minutos después cuando estuvo satisfecho con el resultado, se separó unos centímetros y reposó su mejilla contra los suaves cabellos.

— ¿Tienes hambre, cachorrito? — inquirió dándose cuenta de la cantidad de tiempo que había pasado desde la última comida.

— ¡Mucha, alfa! quiero panquequitos, ¿sí? porfis...

Y Hyunjin era demasiado humano y estaba tan enamorado como para negarse a cualquier petición del pequeño hombrecito.

— Claro que sí, mi vida, tendrás una enorme torre de panqueques.

— ¡Eres el mejor de tooodos los alfas del mundo! — exclamó extasiado.

Una vez decidido el menú del día, Hyunjin intentó ponerse de pie y dejar a Felix a un costado para que lo hiciera él también por su cuenta, pero el diminuto gruñido que soltó en su contra fue suficiente como para hacerle saber que no sería una decisión demasiado acertada.

Por consiguiente, tomó entre sus brazos al ojicastaño, lo cubrió por completo con una de las mantas de la cama y lentamente recorrieron el tramo hasta la cocina. Allí, lo dejó sentadito sobre la barra de granito, cuidando que no tomara frío, y se dispuso a reunir utensilios e ingredientes.

i know your secret | hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora