Capítulo 33

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Había decidido por fin dejar de lamentarse de sí mismo. Regresó a trabajar, ya que era lo único que mantenía su mente lo suficientemente ocupada para no recordar el otro pequeño problemilla, mientras esperaba que su alfa se encargara de la cita con Jongsuk y el acuerdo para empezar el tratamiento.

Porque sí, estaba convencido de que él se merecía cosas buenas, y una de ellas era la posibilidad de ser madre.

Tenía una bonita marca de enlace, un maravilloso alfa, amigos que lo adoraban y el trabajo que siempre quiso. Faltaba ese último empujoncito.

Ahora mismo, estaba en uno de los camiones junto a parte de su escuadrón. Iban en busca de una omega de 15 años desaparecida hace casi un mes. Felix no tenía ni siquiera cabeza para imaginarse todo lo que la pobre muchacha había sufrido en ese último tiempo.

Había sido una tarea complicada el dar con su paradero, más que nada porque se encontraba en una de las fronteras del país, dónde la señal de los satélites casi no llegaba; pero Felix, junto a su equipo de hackers, habían logrado intervenir uno de los teléfonos celulares del que creían era el captor.

Se enfrentaban a una de las más peligrosas redes, y aunque estaba casi seguro de que no podrían capturar al cabecilla, por lo menos desmantelarían una de las sedes centrales.

— ¡Equipo, reunidos! — vociferó el omega — saben el plan, tener cuidado con los omegas que puedan llegar a encontrar, ir en busca del 'Topo' y traerlo ante mí. Yo iré con el grupo "A" y Ryujin dirigirá el "B", ¿estamos claros?

— ¡Sí, capitán!

— Eso es. Chalecos puestos, armas arriba, sprays rociados y nadie pierda el objetivo.

Rodearon lo que parecía ser un galpón abandonado. Era enorme, pero el escuadrón que habían llevado incluso más.

Ese día, ni Hyunjin ni Chan habían podido acompañarlos, ya que tenían que servir en otra misión, pero Felix lejos de sentirse desamparado se sentía más seguro que nunca. Si algo le pasaba, su alfa lo sabría de inmediato.

Hizo un par de señas en lo alto y pronto todos corrían por los tres posibles accesos, delantero, trasero y por el techo.

— ¡Arriba las manos, FBI! — vociferó mientras escuchaba a Ryujin hacerlo al otro lado del edificio.

Ryujin era una joven alfa que había ingresado hace menos de tres meses. Había empezado en trabajos pequeños, pero pronto escaló, al momento en que Felix notó su gran potencial. La entrenó él mismo y ahora servía como su mano derecha en los casos que Hyunjin no podía asistirlo.

Recorrió con su mirada ágil cada espacio de la habitación. Era un lugar abierto, dividido por cortinas colgadas desde el techo. En las divisiones, colchonetas malolientes y residuos se encontraban esparcidos, sobre ellas, omegas desnutridos y temblantes. Definitivamente era algo horrible de apreciar.

Corrió entre el pasillo central, el único espacio no ocupado, hasta dar con una diminuta sala. Allí se encontraban los captores.

Pateó la puerta con todas sus fuerzas abriéndola de par en par. Un alfa de por lo menos dos metros junto a dos betas más, lo miraron estupefactos y pronto quisieron abalanzarse sobre él. Sin embargo, Felix fue más rápido, propinando un balazo en cada pierna.

Los gritos ensordecedores sonaron por todo el espacio y junto a ello el intento de voz alfa.

— Ni se te ocurra usar tu voz conmigo, maldita escoria — gruñó tan potente como pudo, ocultando la mueca que le generaba el picor naciente en su marca.

Por más que la tenía cubierta por un cuello de tortuga y su uniforme junto al chaleco, no podía evitar sentirse un tanto desprotegido.

El alfa era grande y fuerte, por lo que probablemente ya estaría oliendo sus feromonas, que aunque se ocultaban con inhibidores, en cierto punto seguían ahí.

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