Capítulo 13

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Katarina.

Bajaba la escalera en la oscuridad, ataviada de un amplio vestido plateado. Amaba este vestido. No porque sea mí color favorito, sino porque la primera vez que lo usé, fue en uno de los mejores días de mí vida.

Recuerdo aquel día como si fuera ayer. Había cumplido 16 años y me presenté en sociedad.

No fue malo. Fue emocionante. Conocí a un montón de jóvenes con muchos títulos y, no voy a mentir, la mayoría me habían parecido lindos. Bailé. Bailé muchísimo. Incluso mi tarjeta de baile estuvo llena y eso que era la primera vez mía ante ellos. Aunque claro, yo contaba con muchos títulos. Siendo la princesa de Kroclantan, duquesa de Rusmia, condesa de Gruce y señora de Sustresh, era normal que esto ocurriese.

Recordar aquel momento, me hacía sacar varias sonrisas.

Es de noche. Sin embargo, la noche es joven aún. Lo único, es que no había ni estrellas ni la luna a la vista, las nubes espesas las tapaban.

Planeaba salir a hablar con contactos en el exterior que conozcan a Judith de cerca. Empero, cuando le pasé una nota esa tarde a Julian, él negó con la cabeza. Me rechazó. A mí. ¿Cómo se atreve?

Así que, estaba saliendo a escondidas. Lucy y Emily, mis damas de compañía, me quitaron el vestido de día antes de irme a dormir y unos minutos después, Linda entró con aquel vestido. No es que no confiara en mis damas de compañía. Ya las conocía desde hace un tiempo, pero supongo que prefería mantener este pequeño secreto bajo llave. Ni Linda sabía por qué de noche me ponía otro vestido o por qué me prestaba ropa, y eso que la consideraba mi amiga. Pero... Hay cosas que son difíciles de decir. No sé qué pensaría sobre que me escapo del Palacio de noche, sin doncella.

Marcus me siguió hasta llegar al segundo piso y luego le dije que continuaba sola, que solo iría un rato afuera, al patio, donde había muchos guardias de todos modos. Nunca se enteraría que eso no era cierto y, si lo hacía, no me importaba. Después de todo, yo por ser quien soy, puedo hacer lo que quiera. Dentro de los límites, claro.

Julian no había venido conmigo, pero no lo necesitaba. A ver, en parte sí, pero podía manejarme sola. Además, no requerirá su ayuda para que me quite el vestido porque le pedí a Antonieta, la modista, que me haga un vestido que se cierre del lado de adelante.

—Señorita, discúlpeme por mi atrevimiento pero déjeme decirle que, eso es una total demencia. Nunca he visto un vestido como el que me dice. Con cordones por delante para cerrar... ¡Que locura!

A ella la conocía desde que era tan solo una niña, así que, no me molestaba que, me dijera la verdad.

Yo simplemente le dije que era para poder sacármelo sola y no fastidiar a mi ayuda de cámara.

¿Para qué dije eso? Estuvo media hora explicándome porque, la ayuda de cámara era esencial. Finalmente, logré convencerla diciéndole que era para los días en que no tenía que verme con nadie y quería usar algo más cómodo.

El caso es, que no importaba que Julian no estuviera conmigo porque no lo necesitaba. Y por eso es que, con más razón trataba de no hacer ruido. Si me encontraba alguien... Y encima sola... Sin ningún guardia o doncella, estaría en problemas.

Y sucede que, lo que uno llama, a veces sucede, porque estaba saliendo del túnel cuando escucho una voz a mi espalda.

—Mis ojos no creen lo que ven.

Me vuelvo en redondo y me llevo la mano al pecho.

—Como me asustaste Julian.

La joya del mar ║A love storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora